El lenguaje que exploramos es aquel que intenta imitar los procesos situacionales de la realidad. Estos se caracterizan por una asombrosa agilidad y precisión, por no tener una única línea argumental, por la bifurcación, y a su vez autoorganización constante del sentido, por estar plagados de casualidades, de desencuentros, y sobre todo, por una infinita interrelación entre todos sus componentes. Imitar estas características nos asegura situaciones verosímiles. A partir de ahí, se procede al “extrañamiento sutil”, con la duplicación de formas, quiebres del sentido, arbitrariedades, “causas y efectos” extraños, etc.

El procedimiento de creación se basa fundamentalmente en un “probar y errar” en los ensayos. A partir de la particularidad de cada actor, y de la información que la propia obra va brindando desde todos sus puntos, se va esbozando la particularidad cada personaje. Esto quiere decir que esta obra está escrita en función de sus actores. 

El tono de actuación es naturalista, es decir, nada de lo que se dice es sublime o pretencioso. Ni desde lo literario, ni desde la forma misma. Esto produce en las actuaciones una suerte de “levedad”, dejando que el extrañamiento se produzca desde la situación y no desde la actuación.

Característica de esta obra es la extraña y precaria relación entre los personajes, nadie se conoce entre sí pero cohabitan en esa  fiesta de la cual son el remanente y hacen uso o “abuso” de una casa que no les pertenece, pero que los obliga a convivir. La disgregación, el sin sentido, la frivolidad, los desencuentros se potencian en este ámbito que a medida que pasa el tiempo más se extraña.

Actuación

Débora Dejtiar/Claudio Rangnau/Hernán Lara/Patricio Pascual/William Prociuk/Lorena Forte/Juan Barberini/Maximiliano de La Puente/Santiago Gobernori

Asistencia de dirección: Hernán Oviedo

Diseño de sonido: Nicolás Varchausky/Matías Feldman

Diseño de luces: Pablo Estevez

Fotografía: Agustina Tato

Dramaturgia y dirección: Matías Feldman