"CHICAGO" de Rob Marshall
 

 

 

 

 

Chicago, 1929. Asesinato. Pasión. Fama. Sexo.

Y All That Jazz. Con Renée Zellweger, Catherine

Zeta-Jones, Richard Gere y Lucy Liu.
 

La promesa de aventura y oportunidad que ofrece la Ciudad de los Vientos deslumbra a Roxie Hart, una inocente y extrovertida cantante que sueña con cantar y bailar para salir de su vida gris. Su sueño es seguir los pasos de oro de Velma Kelly, cantante de vodevil.

Roxie consigue que su deseo se haga realidad cuando algunas actitudes equivocadas las hacen aterrizar a ambas, la estrella y la aspirante, en la prisión, a causa de distintos cargos por asesinato.

Bajo el ladino cuidado de la guardiana Morton en la prisión, Roxie se encuentra con el legendario abogado Billy Flynn, quien acuerda hacerse cargo del caso por una suma cuantiosa. La carrera de Roxie explota, para mortificación de su mentor. Pero la inteligente Miss Kelly nos reserva algunas sorpresas para el segundo acto...

Basada en el musical de John Kander, Fred Ebb y Bob Fosse y ganador de varios premios, “Chicago” es un sorprendente espectáculo lleno de intriga, amor, traición, rivalidad y amistad, un espectáculo de música y danza que hábilmente pasa de la realidad a la fantasía, dado que el mundo de Roxie se mueve entre la prisión, la corte y el escenario. 

“Estoy sorprendido por la permanencia de esta pequeña historia” dice el autor del guion, Bill Condon, sobre la relevancia cultural que ha tenido “Chicago”. La obra original de Maurine Dallas Watkins se ubicó bien en una generación de comedias de folletín, cínicas y chistosas. De hecho, se estrenó pocos meses antes que “The Front Page”. En 1975, Bob Fosse echó una luz todavía más oscura en el material. La corrupción del sistema legal se transformó en una metáfora de la superficialidad de todas las instituciones americanas. Como mucho del arte popular de su tiempo, se construyó a partir los traumas gemelos de Vietnam y el Watergate. Pero, luego, “Chicago” fue revivida para 1996, montada sobre los hechos del caso O.J.Simpson, y la metáfora del negocio del espectáculo quedó verdaderamente destacada. La gente se relacionó con ella de un modo totalmente distinto. En cuanto a la película, sospecho que la línea borrosa entre la notoriedad y la celebridad tendrá mucho más sentido en nuestra era post-Lewinski.”

“Es divertida y es un como gran paseo, pero lo que dice es bastante oscuro”, acuerda el director Rob Marshall. “Trata sobre la perversidad de la celebridad y a quién se elige celebrar.”

Inspirada en los promocionadísimos juicios de Cook County, la periodista de los juicios para el Chicago Tribune, Maurine Watkins, escribió la primera versión de “Chicago”. La obra, titulada originalmente “The Brave Little Woman” se estrenó con críticas entusiastas en 1926.  Le siguieron dos adaptaciones fílmicas: “Chicago”, una película muda estrenada en 1927 y “Roxie Hart”, protagonizada por Ginger Rogers, estrenada por la Twentieth Century Fox en 1942; y aunque la sátira se centra en un tiempo y un lugar específicos, el cuento de muerte y manipulación de los medios que escribió Watkins terminó siendo profético y eterno.

En 1975, los veteranos de Broadway John Kander, Fred Ebb y Bob Fosse adaptaron “Chicago” a comedia musical. Las leyendas del escenario Gwen Verdon y Chita Rivera representaron los papeles de Roxie y Velma respectivamente. La producción fue un éxito enorme, dejando en claro una vez más la eterna popularidad de la seducción y el asesinato.

Pero la historia no es el único elemento eterno en “Chicago”. Las letras y las melodías de Kander y Ebb aumentaron la universalidad de la inteligente obra de Watkins. La coreografía de Fosse agregó una marca indeleble de sensualidad. “John Kander y Fred Ebb son héroes americanos cuando de teatro se trata”, explica el productor ejecutivo Neil Meron, hablando de la importancia de la contribución del trío a “Chicago”. “Una buena canción, una buena letra, una buena melodía resisten la prueba del tiempo. Creo que esto les pasa realmente a las letras y la música de ‘Chicago’. Son divertidas, son exactas, son sarcásticas, son sexy, son mordaces. Tienen sentido ahora, en el futuro, cuando haga mucho tiempo que nosotros ya no estemos, y tendrán sentido cuando se hagan distribuciones interplanetarias de video.”

Miramax Films compró los derechos del musical de Kander, Ebb y Fosse en 1994 al productor Marty Richards y comenzó el arduo proceso de transformar la laureada producción teatral en un film. A pesar de la popularidad y el éxito de la adaptación y el casting, el musical resultó más difícil de lo que se había pensado. “Toda la producción en escena fue creada como un vodevil. Esa fue una de las cuestiones más complicadas para transformarlo en una película, porque nadie les canta a los otros en la vida real”, explica Marshall. “En muchos musicales, ves que los personajes se cantan unos a otros. No le cantan al público. Porque no hay público. Sólo está la cuarta pared.”

Pero Marshall pensó en un modo de borrar la cuarta pared.

Amigo de los musicales, Marshall había colaborado con los productores ejecutivos de “Chicago”, Nail Meron y Craig Zadan, en sus producciones para televisión “Cinderella” y “Annie”, que ganaron premios y fueron aclamadas por el público. Por estas producciones, Marshall ganó un Emmy. Además, codirigió e hizo la coreografía de la nueva versión en Broadway de “Cabaret” de Kander y Ebb –ganadora de un premio Tony– con Sam Menders, director de “American Beauty”.

Siguiendo esta línea de logros, Marshall se encontró con Meryl Poster, copresidente de producción de Miramax, para discutir la posibilidad de trabajar con el estudio en una propuesta de adaptación a la pantalla de “Rent”. Pero el audaz director / coreógrafo aprovechó la oportunidad para expresar sus ideas acerca de “”Chicago”. Poster recuerda: “Él estaba confiado en nuestro primer encuentro; fue tan convincente”. Tras oír sus conceptos sobre el filme, Poster llevó a Marshall rápidamente a la oficina de Harvey Weinstein para lo que se transformó en un encuentro de dos horas. Poster dice: “Pensé que lo había destruido. Nos habíamos reunido con tantos escritores y directores y todavía seguíamos teniendo los mismos problemas. En un instante, Ron lo podía destruir.” Simultáneamente, Marshall se reunió con la productora Mary Richards, quien lo había apoyado extensamente a lo largo de toda su carrera y había fijado su concepción.

La solución de Marshall incluía transformar los números musicales en proyecciones imaginarias de la protagonista, Roxie Hart. El film se establecería en dos planos: la realidad de la era de la prohibición en Chicago y lo que Marshall denomina la subrealidad de la interpretación que Roxie Hart hace de ese mundo.

“Tuvimos que inventar un modo de involucrar al público de un modo similar sin romper la cuarta pared, a la manera en que se hace sobre el escenario. Roxie es quien sueña en la película. Ella es la que desea; ve su vida en estas secuencias musicales. De modo que se convierte en una historia lineal que salta hacia atrás y hacia delante entre estas dos realidades. Y contempla el hecho de que todos estos números tienen lugar en el escenario en lugar de tratar de disfrazarlos”, dice Marshall.

Impresionados por su ingenuidad, Weinstein y Richards le dieron el visto bueno.

Miramax y Marshall comenzaron la difícil búsqueda del mejor escritor para la nueva versión de “Chicago”. “Nos reunimos con un montón de gente del teatro, la televisión y el cine”, dice Marshall. “La segunda persona con la que nos reunimos fue Bill Condon, y yo supe que me acababa de encontrar con un alma gemela que ama el musical. Le encantaba ‘Chicago’ y sabía instintivamente cómo hacerla funcionar en una película.”

“En todo caso, quedaba muy claro que Bill era el escritor para ‘Chicago’”, dice Meryl Poster. “Realmente mejoró la idea de Rob al tiempo que la hacía suya. El concepto era muy innovador. No es el musical tradicional, antiguo.”

“Era atractivo en todo sentido y me divertí más que nunca escribiendo este guion”, recuerda Condon sobre la experiencia. “No solo escribir un musical cinematográfico, sino trabajar con Rob, que había tenido una carrera en el teatro increíblemente exitosa. Él había trabajado con gigantes como Jerome Robbins y Harold Prince. Y la verdad es que se aprende tanto con cada guion, y esta era una oportunidad para aprender de alguien que se había formado con los maestros y se había vuelto un maestro él mismo.”      

A Condon lo intrigaba la idea de rediseñar completamente la adaptación de Broadway, pero se dio cuenta de que el proyecto exigía un toque de distinción. “Una vez que decidimos crear estos dos mundos”, dice Condon, “el desafío era imbuir al personaje de Roxie Hart de cierta complejidad psicológica, sin suavizarla ni traicionar lo que ella era. Es un personaje ambicioso, centrado en sí mismo, pero hay algo en ella que despierta la compasión.”

La innovación también le dio al escritor la oportunidad de mejorar los personajes secundarios y de infundir al musical de toques maravillosamente creativos, que hasta le quitan la respiración al espectador. “La intensa linterna de un detective agresivo se convierte en un foco suavizado. Los periodistas que gritan en una conferencia de prensa se transforman en marionetas que bailan, manejadas por el astuto abogado de Roxie”, afirma Condon. “Es un concepto simple, pero se podría haber estropeado por completo si Rob no lo hubiera llevado adelante tan hábilmente.”

Para los que estuvieron involucrados en el proyecto, “Chicago” es un triunfo del amor que llevó casi ochenta años. “Como yo soy un amante del teatro y Rob es un profesional del teatro”, dice Condon, “creo que no va a ser una hollywoodización de una gran obra de teatro. Fue hecha con mucho respeto y amor por lo que se produce en el teatro”.

Aun a pesar de sus diversas versiones y modificaciones, los temas originales de “Chicago” sonarán ciertos para los públicos actuales. Sólo hay que echar una mirada al conjunto de los recientes juicios a las celebridades para descubrir que Roxie, Billy y Velma son una parte verdadera de nuestro ambiente legal contemporáneo. “La corrupción de nuestras instituciones legales, la patología de la adoración de las celebridades”, dice Condon. “Estos temas encuentran su expresión ideal en la desesperación y la alegría de seducir al público.”

 

 

 

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