"GRACIAS POR FUMAR"

de Jason Reitman

OPORTUNIDAD PARA EL ‘SPIN’
Por Christopher Buckley, Novelista de Thank You For Smoking

Thank You For Smoking (el libro, para ser exactos) nació una noche de 1992 entre las 7 y las 8 de la noche. Puedo determinar la fecha exacta porque es cuando “MacNeil-Lehrer News Hour” (como era llamado en aquel entonces) salió al aire. Aquella noche en particular, una mujer joven del —ahora extinto— Instituto del Tabaco era una de las invitadas. Comenzó a contradecir al otro invitado, un doctor que trabajaba para un prestigioso instituto de investigación. El instituto recién acababa de descubrir otra evidencia que demostraba que el cigarro era —¡eureka!— dañino para tu salud.
La mujer del Instituto del Tabaco no estaba dispuesta a soportar nada de eso. Se salió por la tangente y rechazó todo, cuestionó toda declaración reposada que el Doctor planteó. Yo estaba estupefacto. Finalmente la mujer dijo, como si estuviera intelectualmente fastidiada por tener que declarar lo obvio, “Todo lo que digo es —¿dónde está la información que lo avale? Muéstrenos la información”.
Fue amor a primera vista. Pensé, Qué trabajo tan interesante debe ser ése. Levantarte por la mañana, cepillar tus dientes, desayunar, darle un beso a los niños y salir a vender —muerte. De esta manera, nació Nick Naylor de la Academia de Estudios del Tabaco.
Lo que ella estaba haciendo, desde luego, era lo que ahora conocemos como “spinning”. El diccionario lo define: “Verbo y sustantivo. Transmitir información o divulgar los comentarios o acciones de otra persona, de una manera parcial o tergiversada para de esta manera influir favorablemente en la opinión pública; información proporcionada de este modo”. Una definición más concisa podría ser: “Verbo y sustantivo. Sandeces”. De cualquier modo, ahora está por todos lados”.
La otra noche por televisión pasaron en las noticias que los productores de comida chatarra gastan $10 billones de dólares al año publicitando sus productos dirigidos —es un gran país— a niños de entre 2 y 5 años de edad. Como si estuviera ensayado, se presentó un vocero de la —vamos a llamarla— Asociación de Alimentos Con Absolutamente Cero Valor Nutrimental. Dijo, “De hecho, estamos orgullosos en haber reducido casi un 6 por ciento nuestro presupuesto de publicidad para ese sector del mercado”. Bueno, eso es un alivio.
La semana anterior, la historia principal fue que el Pentágono está sembrando artículos noticiosos favorables en la prensa iraquí. (Por lo que a mí respecta, estoy totalmente a favor de cualquier cosa que nos saque de ahí, y si los editores iraquíes necesitan ser sobornados para imprimir un poco de noticias optimistas, entonces digo que es dinero bien gastado). En cualquier caso, este incidente fue revelado por el periódico Los Angeles Times, que citó ingeniosamente a un editor de periódicos iraquí diciendo que “si su empobrecido diario hubiera sabido que estas historias provenían del gobierno de los EEUU, les hubiera ‘cobrado más, mucho más’ para publicarlas”.
Jacob Weisberg de la revista Slate habla en un artículo altivo, pero refinado, sobre la cuestión de que las supuestas “juntas populares” del Presidente Bush están saturadas de partidarios previamente seleccionados cuyas preguntas más espinosas suelen ser: “Sr. Presidente, ¿usa trusa o calzón largo?”. Es muy triste ver que hemos llegado a eso. Al gobierno actual también lo han atrapado pagándole a comentaristas para que promuevan sus políticas. No creo que enseñen eso en la escuela de periodismo. Pero entonces, toda la cultura global parece estar degradada y corrupta. Hace un año, se publicó que una novelista británica había aceptado dinero de un fabricante de vodka para que lo mencionara a lo largo de su siguiente libro. Publicidad indirecta —en novelas. ¿Por qué no se me ocurrió eso?
Llámame Ishmael. Cuando haya un húmedo y lluvioso noviembre en mi alma, me gusta prepararme una taza caliente de deliciosa sopa de almeja Campbell’s … En la actualidad, “Spin” es una palabra tan común que es difícil recordar cuándo se utilizó por primera vez en el ámbito político. Linda Wertheimer, de la Radio Pública Nacional, declara que esto sucedió en 1984, después del debate presidencial entre Ronald Reagan y su contendiente, Walter Mondale. Ambos equipos de los candidatos —así como partidarios prestigiosos que trajeron para que hicieran las veces de porristas— corrieron a los micrófonos que se encontraban afuera del salón de debate para proclamar la victoria. El desempeño de Reagan había sido, en palabras de uno de sus asistentes, “un desastre”, pero su director de campaña, el ya finado y legendario Lee Atwater, dijo, “Tenemos la intención de salir y darle un giro a la postre”. Un editorial subsiguiente del New York Times acuñó el término “Spin Doctors”.
Realicé un poco más de investigación —de hecho, ahora yo les estoy aplicando el “spin”...Todo lo que hice fue buscar en Google los “orígenes de spin” y como en 1.3 segundos estaba conectado a un encantador sitio en Internet llamado Word Spy. Según Word Spy, la primera vez que se citó la palabra “spin” ocurrió antes del debate entre Reagan y Mondale, en un artículo en The Washington Post, en 1977. Esta fue la cita:
"De lo que se le acusa a Pertschuk es de ser un promotor demasiado apasionado del consumismo, de ‘cabildear’ a miembros del comité en nombre de cosas que él cree son buenas, de poner su propio ‘spin’ filosófico en oportunidades, de tener una excesiva influencia en Magnuson; en breve, de actuar como el ‘senador 101’”.
[Spencer Rich, "An Invisible Network of Hill Power", The Washington Post, Marzo 20, 1977]
El nombre Pertschuk se me hizo familiar. Lo busqué en Google y…¿cómo ves?: era el honorable y encantador jefe de la Federal Trade Comisión de los EEUU. Era tan insufrible que a la postre lo obligaron a renunciar.
¿Y qué hizo en aquel entonces? Se convirtió en líder del cabildo antitabaco.
Giro de 360º . Disfruten la película. Apaguen sus teléfonos móviles. Y como diría el Sr. Pertschuk, “¡Prohibido Fumar!”.
 


DECLARACIÓN DEL DIRECTOR
Por el escritor y director Jason Reitman

Me di a la tarea de pensar en una declaración inicial que reflejara mi sentir con respecto a la producción de GRACIAS POR FUMAR. Quizás y estaba abrumado, pero no se me ocurría nada profundo —ciertamente nada después de haber leído el artículo de Buckley en el que habla de la creación de Nick Naylor. Digo, carajo, ¿cómo se supone que pueda escribir algo después de eso? En cambio, he decidido presentarles cinco momentos en la realización de esta película que nunca olvidaré.

1. El momento en el que descubrí el libro.
Estaba parado en la sala de la casa de una amiga. El libro era un regalo de una mujer de 1.80 m de estatura, con un título de la Universidad de Yale. Abrí el libro y leí la primera oración—
“A Nick Naylor le habían llamado de muchas maneras desde que se convirtió en portavoz en jefe de la Academia de Estudios del Tabaco, pero hasta ahora nadie lo había comparado con Satán”.
Se dice que cuando una mujer conoce a su futuro esposo por primera vez, puede ver toda su vida juntos —el amor, el matrimonio, los hijos, todo el panorama. Esa es la única forma en la que puedo describir la primera vez que leí esa oración. Vi a Nick vociferando palabras como una ametralladora. Lo vi bateando un cuadrangular en la parte baja de la novena entrada. Lo vi ofreciéndole una luz al mundo envuelto en la bandera estadounidense. Fue amor a primera vista.

2. Una llamada desde muy arriba.
Después de rogar para que me permitieran escribir el primer acto sin recibir remuneración económica alguna, Icon Productions, compañía productora de Mel Gibson, me contrató para intentar adaptar GRACIAS POR FUMAR. Me pagaron lo menos que se puede cobrar por este tipo de trabajo. Claro, me pudieron no haber pagado. Les entregué mi tratamiento y no recibí nota alguna. Nada. Esto podía parecer como algo bueno, pero lo que realmente significa es que no saben qué hacer con él.
Un día, mi teléfono móvil sonó. Es Mel. Me estaba llamado desde su avión. Me dice lo mucho que disfrutó mi tratamiento. Después se pone a hablar aproximadamente veinte minutos de las ventajas del cine digital. Me dice cuán emocionado está de hacer mi película. Nunca volví a hablar con él.

3. Conocí a mi caballero blanco.
Antes de conocer a David Sacks, sabía dos cosas de él. Que orquestó la venta de su compañía PayPal en $1.5 billones de dólares a e-Bay…y que le encantó mi guión. Fui a conocerlo a su nueva residencia en las montañas. Había comprado la casa que apareció en la película Pulp Fiction, pero todavía no compraba muebles. Sólo para que se den una idea, después de llegar a Los Ángeles, salió a comprar un guión antes de comprar una cama.
Nos sentamos en un par de sillas plegables frente a un piscina sin orilla que tenía vistas desde el centro de la ciudad hasta el océano pacífico. Más o menos a la mitad de nuestro encuentro, empezó a arrancarle a sus zapatos la goma suelta. Le hice algún comentario con respecto a que podía utilizar algo de su recién encontrada fortuna para que fuera a Rodeo Drive y se comprara un nuevo par de zapatos. Me miró y me dijo, “Oye, lo que ves es lo que es”.

4. Comida con Sam
A mitad del proceso de casting, me enteré que Sam Elliott estaba dispuesto a sentarse y platicar conmigo en relación al personaje de Lorne Lutch. Le había escrito una carta donde le expresaba mi admiración por su trabajo y mi pasión para que él asumiera el papel. Básicamente escribí que nunca podría estar contento con la película a sabiendas de que otro actor iba a estar en su papel.
Fui a platicar con él en Malibú en medio de las lluvias torrenciales de finales de 2004. El techo de su vecino se había desmoronado a media noche y desde entonces se la había pasado arreglándolo. Es lo más cercano al vaquero noble que he conocido en mi vida. Es Shane .
Durante casi tres horas debatimos si su personaje debía o no tomar el dinero. A poco estuve de encarnar el papel de Nick Naylor, una vez que intenté convencerlo de que lo hiciera. Después de un rato, concordamos en que su personaje debía ser sobornado, como lo establecía el escrito. Con una estipulación. En vez de que Lorne cargara con una escopeta, como venía descrito en el libro, prefirió que el personaje llevara un rifle. Perfecto.
Llegamos al día del rodaje y ya se me había olvidado completamente la elección de las armas de fuego. Estoy desayunando, cuando me dicen que utilería me quiere ver para que elija el arma. Llego al camión de utilería y el encargado está parado encima de dos escopetas y un rifle. Gracias a Dios. Resulta que Sam también está ahí. Toma el rifle.
Le pregunté, “¿Te viene bien?”
Responde, “Claro”.
Continué, “¿Quieres que te muestren cómo funciona?”.
Me lanza una mirada y después dice “Por supuesto que no. Es mío”.

5. Realización tipo guerrilla en la capital de nuestro país.
Dirigir comerciales me ha brindado la oportunidad de filmar por todo el mundo. He rodado en los suburbios de Londres, los callejones traseros de Capetown y un pueblo minero fantasma en la zona rural de México, con un teléfono. Sin embargo, nada se le asemeja a filmar después del 11 de septiembre en la capital del país.
En un momento dado, durante nuestra búsqueda de locaciones, vi un edificio que me gustó para realizar tomas exteriores de lo que sería la Academia de Estudios del Tabaco. En contra de los deseos de mi gerente de locaciones, hice que la camioneta en la que viajábamos se detuviera abruptamente. Nos bajamos y comenzamos a tomar fotografías. Estábamos a punto de retirarnos cuando seis hombres con chalecos blindados rodearon nuestro automóvil y comenzaron a cuestionarnos. Un hombre en un abrigo color caqui tomó a nuestro gerente de locaciones a un lado y lo comenzó a reprender violentamente.
El edificio era el Departamento de Energía. Son como mi tío Barry. No les gusta ser fotografiados sin que se lo pidas antes. Dicho esto, terminamos filmando ahí. De hecho, el Departamento se convirtió en la Academia del Tabaco con un uso ingenioso de gráficas por computadora para rehacer el símbolo que se encontraba en su fachada. Si ves detenidamente la escena cuando Nick entra al edificio después de regresar de Winston-Salem, verás a una mujer joven con un saco azul que cruza frente a la cámara. Lo que pasa es que el hombre en el abrigo caqui era jefe de seguridad para el Departamento de Energía. Y su hija quiere ser actriz.

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