"MEMORIAS DE UNA GEISHA"

de Rob Marshall

 


En 1997, el autor Arthur Golden ofreció a los lectores una intoxicante y cautivadora historia de un mundo oculto en su aclamada novela, Memorias de una Geisha. La arrolladora épica romántica estuvo dos años en la lista de best-sellers de The New York Times, vendió más de cuatro millones de copias en inglés y es ya traducido a más de 32 idiomas.

Ahora, el director nominado para el Oscar, Rob Marshall (Chicago) y los productores Douglas Wick y Lucy Fisher, y Steven Spielberg, junto con un ovacionado reparto internacional y un equipo ganador de premios traen a la pantalla grande esta hipnotizadora fábula.

SINOPSIS

Ubicada en un mundo misterioso y exótico que en la actualidad sigue teniendo un potente hechizo, la historia comienza en los años antes de la Segunda Guerra Mundial, cuando una niña japonesa es arrebatada de su paupérrima familia para trabajar como sirvienta en la casa de una geisha. A pesar de una traidora rival que prácticamente le rompe el alma, la chica crece para convertirse en la legendaria geisha Sayuri. Hermosa y versada, Sayuri cautiva a los hombres más poderosos de sus días, pero la persigue su secreto amor por uno de los hombres que está totalmente fuera de su alcance.

Columbia Pictures, DreamWorks Pictures y Spyglass Entertainment Presenta una Producción Amblin Entertainment/Douglas Wick y Lucy Fisher Memorias de una Geisha protagonizada por Ziyi Zhang, Ken Watanabe, Michelle Yeoh, Koji Yakusho, Youki Kudoh, Kaori Momoi, Tsai Chin, Cary-Hiroyuki Tagawa, Suzuka Ohgo y Gong Li. La cinta fue dirigida por Rob Marshall con el guión de Robin Swicord basado en el libro de Arthur Golden. Los productores son Lucy Fisher, Douglas Wick y Steven Spielberg. El coproductor es John DeLuca. Los productores ejecutivos son Roger Birnbaum, Gary Barber, Patricia Whitcher y Bobby Cohen. El director de fotografía es Dion Beebe, ACS, ASC. El diseñador de producción es John Myhre. El editor es Pietro Scalia, A.C.E. La diseñadora de vestuario es Colleen Atwood. La música es de John Williams.



Las mariposas de la noche…

La geisha ha sido siempre una figura de fascinación en el Japón y en todo el mundo. Durante siglos, han emergido de sus hogares entre las sombras como las mariposas de sus orugas, para las rondas nocturnas a sus compromisos en alguna casa de té. Las noches sociales han sido siempre una parte importante de los negocios del Japón, y la presencia de las geishas refleja bien al anfitrión quien puede darse el lujo de tener compañeras tan glamorosas.

Ni esposa ni prostituta, una geisha es una artista que se gana la vida entreteniendo a hombres poderosos. La palabra gei (se pronuncia “guei”) significa “arte” en japonés. Una geisha es bailarina, cantante y música entrenada, así como una graciosa conversadora. Ríe con las bromas y ocurrencias de sus clientes, y nunca revela los secretos de éstos. Ella crea drama con un simple movimiento ligero de su abanico.

Años de arduo trabajo y auto disciplina la han transformado en esta refinada criatura, pero debajo de las capas de su kimono y la máscara neutra de su maquillaje se encuentra una mujer de carne y hueso con su propia historia, decepciones y sueños. Los secretos que guarda más celosamente pertenecen únicamente a su corazón.

Los distritos geisha descritos tan vívidamente en la novela de Arthur Golden todavía existen hoy en día, y la geisha auténtica continúa entreteniendo en elegantes y antiguas casas de té. Se visten, se adornan y se desempeñan como lo han hecho las geishas por siglos. Las mujeres que se convierten en geishas actualmente por lo general llegan a esa profesión impulsadas por su interés en las artes tradicionales y pueden permanecer en ella sólo unos cuantos años. En una época las mujeres más populares de su país, las geishas más poderosas fueron las supermodelos de sus días hasta que llegó lo “moderno” y las definió como el Occidente en Japón.

Memorias de una Geisha empieza en 1929, cerca del final de la época de oro de las geishas. Contada como una fábula desde un mundo a punto de desaparecer, la película se ubica en un hanamachi o distrito geisha ficticio.

Conforme Sayuri (Ziyi Zhang) entra en este mundo oculto, se le enseña que una geisha no tiene libertad de amar o perseguir su propio destino. Su maestra, la geisha legendaria Mameha (Michelle Yeoh), entiende los límites de una relación íntima con un patrón o danna especial, y enseña a Sayuri a reprimir siempre sus sentimientos. A diferencia de la desafiante rival de Sayuri, Hatsumomo (Gong Li), Mameha sabe que una buena geisha no puede darse el lujo de caer en las redes de la pasión por ningún hombre.

Aun así, Sayuri no puede olvidar un momento de inesperada amabilidad que experimentó siendo muy joven. La memoria de ese momento brilla como un espejismo y la sostiene en todos sus años de sufrimiento. Observando su vida en retrospectiva, recuerda a “una pequeña niña con más valor de lo que se imaginaba”, y reflexiona “éstos no son los recuerdos de una emperatriz, ni de una reina. Éstas son memorias de otro tipo”.

El complemento perfecto…

Ziyi Zhang experimentó una reacción bastante usual después de leer la novela Memorias de una Geisha de Arthur Golden. “No podía creer que un hombre escribiera este libro sobre la vida de una mujer”, dice la actriz. “Y menos que fuera un norteamericano quien escribió con tanto detalle sobre una subcultura japonesa tan poco conocida”.

El director Rob Marshall saboreó el mundo exótico en el cual se desarrolla la historia, pero dijo que se sintió igualmente atraído por la universalidad de la condición de la joven huérfana Chiyo y su eventual triunfo después de una reunión accidental que cambia el curso completo de su vida. “Esta historia vive en un mundo muy específico y aún así el tema fundamental del triunfo del espíritu humano contra todas las dificultades se conecta con cualquier cultura”, dijo Marshall. “El hecho de que esta niña, después de haber sido arrancada de su hogar y vendida como esclava, pueda sobrevivir y finalmente encontrar el amor, es para mí algo profundamente conmovedor. Especialmente cuando ese amor es algo prohibido para ella”.

Los temas de la novela respecto a esperanza y supervivencia inspiraron a los productores Douglas Wick y Lucy Fisher, socios de Red Wagon Entertainment, en su búsqueda por adaptar la novela para hacerla película. “Se trataba de un personaje triunfante en un mundo extraño y suntuoso”, dijo Wick, “y eso era obvio que debía ir a la pantalla grande”.

Wick, el productor ganador del Academy Award por Gladiador, adquirió los derechos de la película casi inmediatamente después de la publicación de la novela y dio una copia a Amy Pascal, presidente de Columbia Pictures, (entonces a la cabeza de producción en el estudio). Fisher, quien era entonces vicepresidente del Grupo Columbia Tristar Motion Picture, dijo: “Era tan cautivadora, no podía dejar de leer el libro. Todos creímos que tenía un potencial demasiado vívido para el cine en términos de sus roles y su vida visual”.

Entre las grandes fortalezas del libro estaban las observaciones penetrantes de Sayuri al descubrir un mundo que ella (junto con la mayoría de los lectores) nunca habrían imaginado. “Sabíamos que iba a ser todo un reto capturar la esencia de su monólogo interior”, dijo Fisher, “pero también era una gran oportunidad. Era retomar la memoria de una mujer cuya vida da un giro impresionante cuando tiene sólo nueve años de edad. Mucho de lo que ella comparte se ve primero a través de los ojos de una niña, lo cual nos dio libertad para contar su historia más como una fábula”.

Después de trabajar como ejecutivo en muchas películas con Steven Spielberg, Fisher anticipó que también él caería bajo el hechizo de la novela. Firmó como director y así comenzó la preproducción preliminar.

“Culturalmente, era una de las historias más fascinantes que he visto jamás”, dijo Spielberg. “Me conmovió mucho la historia de amor, la rivalidad entre Sayuri y Hatsumomo, y la prueba de amistad entre el Director y Nobu. Pensé que el público de todo el mundo estaría fascinado porque no es sólo importante culturalmente como leyenda o historia del Japón. Es significativa para la gente de cualquier país. Para mí ciertamente lo fue”.

Sin embargo, después de estar a punto de iniciar varias veces, se hizo claro que la agenda de Spielberg no podía acomodarse al demandante proyecto, entonces se hizo a un lado, permaneciendo en el consejo como productor. Con la silla del director vacía y docenas de candidatos rivalizando por el proyecto, Wick y Fisher iniciaron su búsqueda por el complemento perfecto.

Sensación de tiempo y lugar…

En cuanto Fisher y Wick vieron un avance de la película Chicago, supieron que habían encontrado a su director. Una intrépida presentación moderna de un cuento que data de épocas pasadas, el debut de la película de Rob Marshall fue una sensación entre la crítica y un éxito comercial, reconocida con una larga lista de importantes premios que incluyen el Oscar por Mejor Película y cinco Academy Awards adicionales. Marshall recibió nominación al Oscar® por mejor Director y el Premio Director’s Guild.

Cuando Fisher y Wick se sentaron por primera vez con Marshall y escucharon su visión de la película, “fue vigorizante”, dijo Wick. “Transformar una excelente obra de arte de un medio a otro es un desafío enorme, pero Rob tenía una claridad absoluta sobre cómo manejar la novela. Ver y sentir la película reflejaría que se trataba de una parte de los recuerdos que se dijeran años después: la sensación de tiempo y lugar experimentados a una temprana edad más que la recreación literal. Podíamos casi ver la película cuando hablábamos de ella. Rob no temía aportar su propia visión estética al material, igual que como lo demostró con su innovador enfoque en Chicago. Quería que el público experimentara la maravilla que siente Sayuri cuando descubre el mundo geisha”.

El autor Arthur Golden se sintió igualmente entusiasmado cuando supo que Marshall dirigiría a película. “Me enamoré locamente de Chicago,” dijo. “Era una versión mejor de la obra de teatro que también me encantó. Entonces cuando escuché que Rob estaba interesado en dirigir le película de mi novela, ¡sentí una gran emoción!”

Lo primero que hizo Marshall en preparación para el proyecto fue volver a leer el libro. “Tenía que emprender la jornada desde el principio y ver qué me impactaba”, dijo.

El director estaba perfectamente consciente de que no iba a prepararse para hacer un documental sobre geishas. “Sabía que el drama de estos personajes combinado con la seducción y lo exótico de su mundo nos permitiría lograr algo único y arrebatador”, dijo. “Y aunque sabía que iba a tener que desviarme de la tradición cuando fuera necesario para cumplir con mi visión de la historia, necesitaba primero entender profundamente la realidad”.

“Sabía que el drama de estos personajes combinado con la seducción y lo exótico de su mundo nos permitiría lograr algo único y arrebatador”, dijo.

Poco después, Robin Swicord (Mujercitas, Matilda) subió a bordo para escribir un borrador del guión. Marshall y los productores estuvieron siempre en contacto con Golden mientras se le daba forma al guión. “Rob me dijo desde el principio: ‘quiero hacer una película que te encante’”, recuerda Golden. “Pasamos muchas horas hablando sobre cómo se contaría la historia y discutiendo maneras de mejorar la película. Me envió todos los borradores del guión”.

Luego Marshall reunió a los integrantes clave de su equipo para un viaje al Japón. “Había decidido vender la historia de Sayuri como una sensación de tiempo y lugar, pero necesitaba entender a conciencia primero la realidad”, explicó el director. “Todos estuvimos de acuerdo en que la inmersión total en el mundo de Sayuri era la única manera de empezar, así que volamos a Kioto juntos para experimentar todo lo posible”.

El grupo de 10 personas visitaron museos y santuarios, recorrieron una fábrica de kimonos, asistieron a una competencia de sumo, se subieron en jinrikishas (pequeño carruaje de dos ruedas, tirado por un hombre), exploraron la costa del Mar de Japón, asistieron al festival de danza de primavera y observaron a una aprendiz de geisha (Maiko) mientras aplicaba su maquillaje y se vestía. Marshall y John DeLuca, coproductor y coreógrafo de la cinta, fueron invitados a pasar detrás del escenario a observar al legendario actor y bailarín Tamasaburo Bando prepararse para una presentación de Kabuki. Sus anfitriones japoneses también les arreglaron una noche de entretenimiento con geishas en la exclusiva casa de té Ichiriki.

Absorber la atmósfera de Gion y otros hanamachi (distritos geisha) fue vital para su misión. “Dion (Beebe, director de fotografía de la película), Rob y yo nos permitimos perdernos y sólo tomar fotografías”, dijo el diseñador de producción, ganador del Oscar®, John Myhre. “Cuando llegó el momento de construir el set, consultábamos esas fotografías y decíamos: ‘ese techo se vería muy bien con este tipo de ventana, que también se vería perfecta con este tipo de puerta’”.

Ya estaban identificadas las locaciones para grabar, pero Marshall, Myhre, Beebe y la productora ejecutiva Patricia Whitcher se dieron cuenta de que no podrían grabar toda la película en el Japón. “Cuando analizamos la cantidad de trabajo que teníamos que hacer en las calles”, explica Whitcher, “no había manera de poder interrumpir la actividad de toda una comunidad durante tanto tiempo a fin de recrear lo que necesitábamos para contar esta historia”.

Además, los hanamachi japoneses o distritos geisha, habían cambiado mucho desde el periodo en el cual se desarrolla la película. “Incluso en las hermosas ciudades antiguas, no podíamos encontrar un área de negocios que no estuviera invadida de elementos modernos”, dijo Marshall. Pero el grupo llegó a casa inspirado por su experiencia compartida y por la serie colectiva de referencias a partir de las cuales trabajarían durante los meses siguientes.



Buscando a Sayuri…

Representar a Sayuri habría sido el sueño de muchas actrices, pero el papel tenía muchos requisitos exigentes. La actriz que representara a Sayuri adulta tendría también que representarla como Chiyo, la sirvienta adolescente. “Vemos a este personaje pasar de niña a mujer, de sirvienta a superestrella, y no queríamos partir eso en dos partes diferentes”, enfatizó Marshall. “Nuestra actriz tenía que ser creíble como una chica de 15 años, al igual que una mujer de 30. También tenía que ser una actriz fuerte y hablar inglés. Necesitábamos una bailarina brillante también porque la danza es muy importante en el mundo geisha y un elemento clave en la historia personal de Sayuri”.

Zhang recordada por su extraordinaria actuación en la película de Ang Lee, nominada para el Oscar, Crouching Tiger, Hidden Dragon, por la cual ella ganó los Premios Independent Spirit y Toronto Film Critics por Mejor Actriz de Reparto, con papeles en House of Flying Daggers y la nominada para el Oscar, Héroe para el director Zhang Yimou. Fue nominada para el Premio BAFTA como Mejor Actriz por la cinta House of Flying Daggers, y ganó el Premio 2005 a Mejor Actriz de la Sociedad Fílmica de la Crítica de Hong Kong por su presentación en la ovacionada por la crítica 2046 de Wong Kar-Wei. Zhang cantó y bailó en Raccoon Palace, la última película del director japonés octagenario Seijun Suzuki.

Los papeles esenciales de Mameha (maestra de Sayuri) y Hatsumomo (la rival de Sayuri) se dieron a dos superestrellas del cine asiático, la glamorosa Michelle Yeoh, quien había aparecido con Zhang en la popular cinta Crouching Tiger, Hidden Dragon, y la legendaria Gong Li.

Li, quien también actuó en 2046, hace su debut en una cinta norteamericana como la rival de Sayuri. Su trabajo en la pantalla incluye una serie de extraordinarias presentaciones en películas para el director Zhang Yimou incluyendo Ju Dou, Red Sorghum, Raise the Red Lantern y Shanghai Triad. Ju Dou y Raise the Red Lantern fueron las primeras cintas chinas nominadas para los Academy Awards. Li ganó el premio de Mejor Actriz en el Festival Internacional de Cine de Venecia y el premio Golden Rooster de China por su actuación en The Story of Qiu Ju de Zhang Yimou. Sus créditos incluyen también The Emperor and the Assassin, Temptress Moon y Farewell My Concubine.

Yeoh, quien actuó al lado de Zhang en Crouching Tiger, Hidden Dragon, representa a la elegante y experta geisha que guía a Sayuri. El trabajo de Yeoh en Crouching Tiger la hizo merecedora de nominaciones como Mejor Actriz para el Premio Taipei Golden Horse, el premio Hong Kong Film y el premio BAFTA. También es conocida por su papel estelar en la cinta de James Bond, El mañana nunca muere.

El hecho de que tanto Zhang como Yeoh fueran bailarinas tenía una gran ventaja para Memorias de una Geisha, dando a John DeLuca libertad para crear una coreografía más demandante. Esto fue particularmente cierto para la secuencia de Zhang que se convirtió en la pieza central de la película. “El papel de Sayuri habría sido demasiado difícil para alguien que no supiera bailar”, dijo Marshall. “El entrenamiento en danza de una geisha se demuestra en todos sus movimientos, y Ziyi y Michelle lo absorbieron como esponjas”.

En cuanto a la deslumbrante pero traicionera Hatsumomo, Marshall conocía las trampas que podía enfrentar una actriz con este personaje. “Hubiera sido sencillo ponerla como una villana de una sola dimensión, pero Gong Li aporta su tercera dimensión con tristeza y fragilidad que hacen a Hatsumomo increíblemente precisa para el papel”.

Cinco de los papeles clave de la película se buscaron entre algunos de los principales actores del Japón. Ken Watanabe, nominado para el Oscar por su representación del guerrero ‘Katsumoto’ en El último Samurai, ancló al reparto como el Presidente, el hombre que reclama el corazón de Sayuri. Watanabe recién estelarizó la aclamada por la crítica Batman Begins y la cinta japonesa Kita No Zeronen. Sus créditos más recientes para el cine y la televisión incluyen la popular comedia Tampopo.

Koji Yakusho, popular actor del Japón mucho antes de que lo descubriera el público occidental en la original Shall We Dance?, representa el papel del hombre que busca convertirse en patrón de Sayuri. Yakusho ha actuado en muchas películas ovacionadas internacionalmente, tales como The Eel y Warm Water Under a Red Bridge, y hasta la fecha ha ganado nueve veces el premio más importante de la industria cinematográfica del Japón como actor en un Papel Principal. Luego actuó en Babel de Alejandro Gonzáles Iñarritu.

Kaori Momoi, otra querida estrella japonesa, aterrizó el papel de la Madre. Momoi hizo su debut en la pantalla en 1971 en la cinta Ai Futatabi de Kon Ichikawa. Desde entonces, ha estelarizado más de 40 películas, trabajando con directores japoneses legendarios como Akira Kurosawa y Shohei Imamura.

Youki Kudoh, estrella de la cinta norteamericana Snow Falling on Cedars, fue elegida para el papel de Pumpkin en Memorias de una Geisha. Nominada para el premio como Mejor Actriz del Japón por la película War and Youth, recibió el premio de Actriz Internacional del Año de la Crítica Cinematográfica Japonesa por la cinta Picture Bride. Recibió además una nominación como Mejor Actriz de los premios Independent Spirit Awards por Mystery Train de Jim Jarmusch.

La protegida de Ken Watanabe, la joven Suzuka Ohgo, también obtuvo un papel principal en la película. Después de realizar su debut cinematográfico junto a Watanabe en Kita No Zeronen, fue elegida como Chiyo, la pequeña niña destinada a convertirse en Sayuri.


Sobre la producción…

La fotografía principal de Memorias de una Geisha comenzó el otoño pasado en las instalaciones de Culver City de Sony Pictures, con la tradicional bendición japonesa llevada a cabo por Ken Watanabe, y envuelta bajo un cielo lluvioso en la prefectura Shizuoka del Japón.

Las primeras escenas se grabaron dentro del Nitta okiya, el hogar geisha ficticio donde se lleva a cabo gran parte de la historia (Nitta es el apellido familiar). La pequeña Chiyo (Suzuka Ohgo), atemorizada y exhausta, ha sido abandonada en la puerta del okiya por el frívolo señor Bekku (Thomas Ikeda). Mientras su tía (Tsai Chin) la lleva por la casa para que la vea la Madre (Kaori Momoi), comienza la nueva vida de Chiyo, lejos de casa y de sus seres queridos.

Marshall y su equipo crearon el mundo exótico y elaborado de la película en tres escenarios sonoros en Los Ángeles y también construyeron un distrito geisha completo, recreando antiguas calles e incluso un río sinuoso dentro de un enorme rancho en el Condado Ventura, California.

Además de la vida llena de rituales del okiya, el equipo retrató fiestas espléndidas, conciertos del festival de danza de primavera, escenas de calles atestadas de gente, un concurso de sumo, el entretenimiento formal de una casa de té, una explosiva pelea entre Sayuri y Hatsumomo, la ocupación de una aldea durante la guerra, la transformación posguerra de esa aldea y mucho más.

Después de mudarse al norte de California, la compañía siguió grabando en el Museo Sacramento Railroad, en las corrientes del Río Americano en el campo de California Gold Rush y en profundos desfiladeros de la costa.

La producción continuó en el Japón para capturar locaciones auténticas, rara vez vistas en películas de Hollywood. Estos lugares incluyeron Kiyomizu-tera, un suntuoso templo Budista fundado en 778 y reconstruido en 1633, y también el famoso templo Budista Yoshimine-tera, que data de 1029. Las tranquilas aguas en el resplandor del Shinto Heian Jingu en el corazón de Kioto proporcionaron un elocuente elemento visual equivalente al estado de ánimo de Sayuri en una de las secuencias finales de la película, mientras el mágico Fushimi Inari, donde millas enteras de puertas Torii color naranja se levantan hacia las colinas de Kioto, fue un fondo perfecto para la escena de transformación con la pequeña Chiyo. La energía y el espíritu de este legendario santuario Shinto, donde los peregrinos se ponen en oración para pedir por la solución de sus problemas, se reflejan en la esperanza, la determinación y la alegría de la niña el día que se encuentra con el Presidente.

La fotografía principal de Memorias de una Geisha terminó en una región remota donde se cultiva té y cítricos, cerca de la ciudad de Kawane-cho. La estrella del último día de trabajo fue un antiguo motor de vapor que cruzó el viejo puente sobre el Río Ohi. Al terminar, el equipo norteamericano y el japonés se reunieron en una tienda de productos generales cerca del río para felicitarse y brindar por el director Marshall.

Dominar el arte de ser Geisha…

Durante toda su vida, una geisha dedica muchas horas a tomar clases para perfeccionar las artes que la definen como un símbolo de la cultura japonesa. En el tiempo de Sayuri, el entrenamiento en danza y el dominio del shamisen de tres cuerdas empezaron mucho antes de que la niña se convirtiera en una maiko, o aprendiz de geisha. Para cuando es una geisha total, sus sutiles marcas: la manera en que se sienta en el piso, se levanta de la mesa, brilla por todo el salón, sirve el sake, etc., se han convertido en su segunda naturaleza.

Para ayudar a sus actores con estos detalles fundamentales, Marshall los trajo a Los Ángeles seis semanas antes, a un “campamento Geisha”, un periodo intensivo de ensayos y clases con un equipo de expertos que guiaron a los actores a través del mundo de la geisha.

“Para mí era algo muy nuevo”, dijo Gong Li, estrella en China desde su debut en 1987 en Red Sorghum. “Ensayamos cada escena y cada palabra”.

Las actrices ensayaron en kimonos para adaptarse al peso, la sensación y el movimiento de prendas tan elaboradas. Las clases de danza les ayudaron a perfeccionar el lenguaje corporal de la geisha. “No te puedes mover igual con jeans”, observó Youki Kudoh, quien representa a Pumpkin. “Estás restringida, entonces te reconstruyes. Aprendes a ser elegante”.

La consultora técnica Liza Dalby, consultora principal de Arthur Golden en su novela, introdujo al elenco en los matices del proceder de una geisha. Autora y antropóloga cultural, Dalby es la única mujer occidental que ha vivido y trabajado como geisha en el Japón. “Algunas de las cosas que entonces fueron para mí difíciles de aprender, como caminar bien con un kimono puesto, es lo que pude ayudar a explicar a las actrices”, dijo.

También las entrenó para tocar el shamisen. “Me impresionó su habilidad para hacer que cuando tocaran pareciera real”, dice Dalby, siendo ella misma una experta en el instrumento. “Michelle Yeoh en realidad aprendió a tocarlo, tiene un oído increíble”.

Yeoh estaba motivada por su maestra: “Como Mameha es el epítome de geisha”, comenta, “sabía que debía ser convincente para representar el papel. Entonces pasé mucho tiempo observando a Liza, cuya conducta de geisha ha permanecido con ella”.

Vestir a una geisha con un kimono formal es una labor intensiva. El actor Thomas Ikeda, quien representa el papel de vestidor de geishas, el señor Bekku, trabajó con el consultor de kimonos Yuko Tokunaga y una modelo experta para aprender el doblez, la inclinación, el caminar, la forma de tomar vino y otros puntos técnicos finos del ritual. Marshall quería que Ikeda dominara cada paso incluso aunque sólo se grabarían algunas partes. “Rob me dijo que mi personaje era probablemente el hijo de una geisha”, comentó Ikeda.

El mundo de Sayuri…

Traer a la pantalla la atmósfera estructurada de Memorias de una Geisha fue un reto importante, así como una rara oportunidad de llevar al público a un mundo que se va esfumando. Después de darse cuenta de los obstáculos para grabar en un hanamachi real y de explorar más en varios continentes, los cineastas decidieron construir su propio distrito geisha.

El diseñador de producción Myhre realizó junto con Marshall un plano detallado para la aldea. Luego vino una serie completa de dibujos técnicos para aproximadamente 40 construcciones y la edificación de un hanamachi de un cuarto de pulgada, completo con autos y jinrikishas de juguete, y el trayecto de un río sinuoso. El modelo proporcionó un marco de referencia para muchas decisiones de producción. “Pusimos una pequeña cámara del tamaño de un lápiz labial dentro del modelo para poder ver en un monitor cómo era estar ahí dentro”, dijo Myhre. “Rob y Dion jugaban con él todo el tiempo, e incluso lo usaron para planear una toma complicada con grúa para sostener la cámara”.

El distrito geisha o hanamachi se construyó en Ventura Farms, un rancho de caballos inmenso aproximadamente a una hora de Los Ángeles, con montañas en la distancia y vista de valles verdes todo alrededor. En 14 semanas, un campo lleno de pastura fue transformado en cinco cuadras con calles y callejones de adoquín. El coordinador de construcción John Hoskins y su equipo empezaron por marcar una extensión de 400 x 400 pies, luego pusieron un río en el centro. Con alrededor de 250 pies de largo, 22 pies de ancho y ocho pies de profundidad, el río tenía un sistema de recirculación por medio del cual se logró dar la impresión de que el agua corría.

Era imperativo hacer un hanamachi fácil de usar. “Todo lo marcamos sobre la tierra con estacas y cintas para poder caminarlo”, dijo Myhre, “luego actuábamos las escenas para poder diseñar alrededor de la acción”.

El set se construyó con cedro, bambú y pino claro. El bambú negro y las hojas de corteza de cedro, que no se encuentran disponibles en los Estados Unidos, se trajeron del Japón, junto con cercas hechas de césped y bambú entretejidos. La decoradora del set Gretchen Rau, veterana de El último Samurai, compró enormes cantidades de cubiertas de ventanas, cañas y tapetes cuando estuvo de compras en Kioto para la película. Con el fin de adaptar la programación de las tomas con los cambios de estación, el capataz Danny Ondrejko creó cuatro árboles de cereza hechos a mano para cada estación del año.

Otra importante consideración respecto a las estaciones fue la luz. Aunque la locación tenía muchos atractivos, no ofrecía la luz de invierno de Kioto, otra prueba para la fortaleza creativa de los cineastas. Alterar la luz filtrándola por una “seda” es una técnica común, pero cubrir un enorme set con una tela silenciosa y retractable (“seda”) era una labor muy osada. El tramoyista clave Scott Robinson y su equipo tuvieron que cubrir casi dos acres con la estructura auto estable más grande que se haya construido sobre un set. La tela (1.75 acres de tela para vela de embarcación dividida en seis tiras) se movía por la líneas Kevlar suspendida entre dos estructuras. Las tiras suavizaban la luz durante el día o mantenían fuera la oscuridad durante la noche, lo cual además permitió a los cineastas grabar escenas nocturnas durante el día. Ancladas por tanques con más de un millón de galones de agua y unidos por más de 10,000 remaches, las estructuras se extendían 250 pies y eran lo suficientemente altas para dar cabida a luces Cóndor de 60 pies.

“Se pensó mucho en la logística y la ingeniería”, dijo Beebe. “Sabíamos que el viento podría ser un problema ahí afuera, y el ruido, con tanta tela moviéndose encima de nosotros. Lo logramos únicamente gracias a gente muy valiente que se aventuró a hacerlo. Eso contribuyó inmensamente a la realización de la película”.

La mayoría de las construcciones en el set de Ventura Farms eran sólo exteriores, pero muchos tenían interiores completamente ejecutados en los estudios sonoros de Sony. Éstos incluían el Nitta okiya, la casa de té Yukimoto, la clínica del doctor Crab, los baños públicos y el apartamento de Mameha. El okiya de dos pisos fue diseñado para que pareciera tener una antigüedad de 150 años. Mucha de la historia de Sayuri se desarrolla en estas habitaciones: desde su llegada como Chiyo en la primera noche en la ciudad, hasta la explosiva pelea entre Hatsumomo y Sayuri años después.

Muchas de las paredes de estas habitaciones se formaron con puertas cubiertas de papel del periodo shoji del Japón. Los ranma, o parrillas de madera complicadamente tallada arriba del shoji, eran también antigüedades japonesas, junto con la mayoría de los muebles en el okiya. El equipo de Myhre encontró y reprodujo incluso unos diarios japoneses del periodo para cubrir agujeros en las paredes del okiya para las escenas cuando la vivienda se está cayendo en tiempos difíciles. Las sillas eran una anomalía en un mundo donde todos se sentaban en el piso, entonces Myhre visualizó sus sets desde un punto ventajoso mientras diseñaba, definiendo el nivel visual a 90 centímetros del piso.

Beebe disfrutó la oportunidad de explorar el contraste de la historia entre electricidad y lámparas de petróleo en el escenario. “A Rob le encanta la estética un tanto desgastada y antigua, un mundo casi manchado de tabaco con diferentes capas y texturas”, dijo. “Muchas de las cosas del okiya las alumbramos con lámparas de petróleo y hogueras. Esas fuentes de luz cálida y en movimiento añadieron misterio y profundidad”.

“Ocho metros de tela…”

La vida de Sayuri se compara a menudo con la corriente de un río y su afinidad con el agua fue un motivo visual constante en la película. “Hay aspectos de agua en casi todos sus kimonos”, dijo la diseñadora de vestuario ganadora del Oscar®, Colleen Atwood. “El mejor fue el último, uno azul/gris transparente con un diseño de cascada que caía desde el obi hasta el dobladillo”.

Marshall eligió contar la historia de Sayuri como si estuvieran viendo la película a través del prisma de su memoria, sus impresiones tanto tiempo ocultas de un mundo pasado, y quería la sensación de una fábula respecto a los personajes principales. “Ella está compartiendo sus recuerdos de juventud, los episodios más dramáticos de su vida”, dijo. “Queríamos que los personajes protagonistas se vieran como Sayuri los ve: más grandes que la vida”.

Hatsumomo, representada por Gong Li, usó colores y estampados mucho más fuertes de lo que lo haría una geisha real; incluso los desafiantes reglamentos del largo de las mangas. “Hatsumomo es un personaje de la moda”, dijo Atwood, “lo cual para mí significa una persona que no usa lo que está de moda, sino que la crea. Usó kimonos con grandes cantidades de actitud.

“Los años 1930 fueron una cúspide para el mundo geisha, entonces los personajes principales tenían muchos kimonos”, continúa Atwood. “Es una prenda de vestir francamente sencilla, sólo ocho metros de tela, pero lo que crea valor es la cantidad de técnica que implica. Un kimono realmente de alta costura tiene pintura a mano y shibori, una técnica de teñido muy específica, así como un obi bordado a mano, con tejidos a mano y confeccionado a mano. En el Japón, se requiere aproximadamente un año para hacer uno de éstos”.

Además de crear exquisitos kimonos para las damas principales de la película, Atwood vistió a cientos de otros personajes incluyendo los campesinos de una aldea de pescadores, los habitantes del próspero hanamachi, los aristócratas invitados a una fiesta con exagerada elegancia occidental, soldados japoneses y evacuados de guerra, así como la población del hanamachi de la posguerra. “Parecía que cada día grabábamos una enorme escena que era completamente diferente a la del día anterior”, dijo.

El departamento de Atwood confeccionó más de 250 prendas terminadas a mano con un personal clave de más de 30 personas en su taller de Culver City. Se hicieron kimonos para personajes de todos los niveles socio económicos y para cada estación. El departamento de damas hizo incluso ropa interior de geisha con todo y las medias blancas tabi de algodón, que se ajustan por un lado y separan el dedo gordo del pie.

Las libertades que se tomaron en el diseño para los personajes principales no aplicaron a los cientos de personajes más pequeños y demás actores. “Para nosotros era muy importante saber qué era lo real en el tiempo y el lugar que estábamos examinando”, enfatizó Atwood. “Fui a los archivos del Instituto de la Moda de Tokio y vi muchos reportajes de la época, imágenes que fueron increíblemente útiles”.

Los kimonos para muchos de los personajes no importantes se rentaron de la Colección Yuya de Kioto, que se especializa en los periodos Taisho del Japón (1912-1926) y Showa (1926-1990). Otros proveedores fueron remotos: Inglaterra, Dinamarca, Nueva York, Los Ángeles. “Incluso compré unos hermosos kimonos antiguos a un coleccionista ruso por medio de eBay”, mencionó Atwood.

Las técnicas de pantalla de un equipo de artistas textiles dirigido por Matt Reitsma permitió a Atwood reproducir y embellecer diseños de telas antiguas con materiales nuevos. Este equipo también tiñó, dibujó, pintó a mano y bordó la cascada azul/gris del kimono de Sayuri. Las telas que crearon incluían estampados que se hicieron para las batas usadas en las cálidas primaveras.

Los protagonistas varones de la cinta usaron trajes occidentales adaptados por el departamento de caballeros de Atwood, cuyas creaciones iban desde uniformes militares para el General y su batallón, hasta faldas de fibra de hoja de plátano para los pescadores de la aldea. La especialista en vestuario Deborah Ambrosino creó las espectaculares sandalias laqueadas en negro, con plataforma de ocho pulgadas de altura, para la danza de Sayuri.

La geisha actual representa el Japón tradicional, más que el moderno, pero hubo una época en que eran ellas quienes fijaban las tendencias de su país, y los elementos de su estilo único todavía recurren a la moda occidental. “Es algo hermoso y especial”, dijo Atwood. “Creo que el escote bajo en la espalda definitivamente volverá a estar de moda en el mundo muy pronto”.

“Cada detalle en su lugar…”

La piel pálida de la geisha, su cabello negro y los labios rojo rubí han sido parte de su firma durante siglos, pasada dentro del okiya de generación en generación. La diseñadora de maquillaje japonesa Noriko Watanabe siguió los principios del maquillaje geisha tradicional con las actrices de la película, pero también suavizó algunos aspectos de la apariencia y exageró otros para incrementar el impacto de su belleza. “Para ser geisha, tienen que ser elegidas”, señaló. ”Y para ser elegidas, tenían que ser tan bellas e inteligentes que casi parecían intocables”.

Watanabe anticipó los retos que representaría el maquillaje blanco de la geisha en un set norteamericano. “Su textura y consistencia son diferentes de los maquillajes que se usan normalmente para el cine”, dijo. “Se seca pronto y si no trabajas rápido se craquela”.

Watanabe produjo una nueva generación de expertos en maquillaje geisha por medio de llevar a cabo varios talleres en Los Ángeles antes de la preproducción “Durante seis semanas capacitamos a más de 100 personas, incluyendo casi 65 técnicos de alto nivel del sindicato”.

El maquillaje blanco, usado por la geisha únicamente para las ocasiones más formales, y por maiko cuando aparecen en público, se aplica a la cara, el cuello, la parte superior de la espalda y las manos. El atractivo seductor del cuello aumenta dejando sin pintar dos picos con forma de “V” en la nuca, o tres para ocasiones especiales.

La estilista de peinado Lyndell Quiyou actualizó sutilmente el cabello de la geisha clásica y la maiko para la película. Después de revisar minuciosamente libros históricos, reportajes y pinturas, pasó el periodo de preproducción creando peinados con su equipo para el enorme elenco de los estelares, bailarinas y extras. “Rob dijo, piensa en una geisha en una calle de París y eso fue lo que hicimos”, dijo. “Hicimos que las formas y las siluetas fueran más modernas y geométricas”.

El resultado para los personajes principales fue una cabeza pequeña, a excepción de Hatsumomo. “Hice su peluca muy, muy alta”, dijo Quiyou. “Mientras más alta se veía mucho mejor, lo cual se acerca más al estilo tradicional. Los extras también tenían una apariencia más tradicional”. El reto especial fue encontrar el peinado ideal para la danza de Sayuri. “Había creado peinados gigantescos con adornos hasta que vi lo que ella tenía que hacer”, recordó Quiyou. “Tenía una peluca muy larga, partida por el centro, le hice una cola de caballo y la envolví en rojo. Luego le añadí pedazos para darle cierta apariencia Kabuki y la dejé colgando sobre su cara como una cortina, realmente sencilla pero muy hermosa”.



“La más venerada de las artes geisha…”

En la película, la emoción y el sentimiento que Sayuri pone en su danza la establece como la luz más brillante del hanamachi. Aunque una aprendiz de la vida real rara vez se presentaría bailando sola, mucho menos con una danza tan seductora, Marshall optó por una coreografía con influencia de Kabuki para la dramática danza de Sayuri bailando sola.

La importancia de la danza en el mundo geisha preocupaba mucho a Marshall y al coreógrafo John DeLuca. “Quería que especialmente esta danza trasmitiera a la audiencia la pasión y los conflictos del corazón de Sayuri. Para nosotros fue increíblemente emocionante combinar nuestra visión como artistas con las bellísimas tradiciones de la danza japonesa para contar la historia de Sayuri”.

DeLuca, coreógrafo principal de Marshall en Chicago, dirigió al equipo de danza de Memorias de una Geisha. Denise Faye, también veterana de Chicago, fue coreógrafa asociada de DeLuca, y Miyako Tachibana, maestro de la escuela Fujima Kansuma en Los Ángeles, fue el consultor de danza japonesa. La colaboración conjunta de todos ellos produjo algo híbrido único, moderno y nuevo.

“La danza japonesa es muy controlada y se basa en movimientos sutiles y refinados”, dijo Tachibana. “Rob, John y Denise absorbieron nuestros aspectos fundamentales, luego agregaron su experiencia teatral. Resultó ser mágico”.

Las sandalias con plataforma de ocho pulgadas de altura y laqueadas, que las cortesanas usaban para los desfiles en los festivales antiguos, fueron un elemento clave para que DeLuca creara la dramática danza de Sayuri. En su escenario, una cortesana destrozada, abandonada por su amor, ha decidido quitarse la vida, un tema conocido en la danza japonesa. “La primera parte que le enseñé a Ziyi de la danza fue con los zapatos puestos y se los puso como si ya los conociera”, recordó DeLuca. “Nunca le dio miedo”.

La danza que se lleva a cabo en invierno se realiza en un sendero estrecho o hanamichi (no hanamachi), haciéndola con más apariencia Kabuki. “Fue idea de Rob”, dijo De Luca. “La estrechez la hizo todavía más difícil con las luces y la nieve”.

Zhang estuvo de acuerdo. “Definitivamente fue todo un reto y yo terminé tragando enormes cantidades de nieve falsa. Cuando vi por primera vez los zapatos con esa gran plataforma, pensé que tendrían una especie de soporte, pero luego John me dijo ¡que tenía que bailar con ellos!

“La danza involucraba un alto grado de actuación”, continúa. “Era teatro dentro del teatro. La música era perturbadora e iba muy de acuerdo con el estado de ánimo de la abandonada mujer”.

El compromiso de Zhang hizo que Marshall la apreciara más. “Me pregunto si hay algo que sea demasiado difícil para Ziyi”, dijo él.

Tachibana se sintió de la misma manera. “Ser graciosa con esos zapatos, hacerlo sin esfuerzo, hacer que el kimono se mueva exquisitamente y el parasol caiga en el lugar preciso son demasiadas cosas en qué pensar. Ella lo manejó de maravilla”.

DeLuca eligió hacer una declaración con los abanicos en la danza maiko con temas de primavera que precede a la de Sayuri sola. “Decidí mezclar abanicos gigantes con unos pequeños tradicionales y hacer los grandes transparentes. Fue otra forma de comunicar que estábamos contando la historia de Sayuri como una fábula, más que una réplica estricta de la cultura geisha de los años 1930”.

“Una danza entre gigantes...”

Nobu, el negociante desfigurado interpretado por Koji Yakusho en Memorias de una Geisha, hace esta atrevida declaración en su primera conversación con Sayuri: “Sólo hay tres cosas importantes en la vida: el sumo, los negocios y la guerra. Entiendes una y las conoces todas”.

Las escenas de sumo en Memorias de una Geisha fueron grandes espectáculos, dignos de la reverencia que Nobu otorga al deporte. El estadio de sumo de la película, con capacidad para 800 personas, se construyó en el estudio más grande de Sony y se llenó con extras vestidos exageradamente elegantes con atuendos de la época. Mainoumi y Dewaarashi, quienes representan a los combatientes más importantes, llegaron a la cinta con un legado de superestrellas de sumo en el Japón. El árbitro de la escena era otra celebridad japonesa de la vida real, un tesoro viviente entre los aficionados de la nación, conocido en el cuadrilátero con el título ceremonial Kimura Shonosuke.

Mainoumi, ahora comentarista popular de sumo, fue la prueba viviente de los inicios del deporte respecto a que un hombre pequeño puede usar el peso de un hombre grande en contra de este último. Como su peso fluctúa entre las 220 libras, por lo general se enfrentaba a oponentes mucho más grandes. Aunque no existen clases por peso en el sumo profesional japonés, hay un requisito de estatura y Mainoumi se sentía pequeño al comienzo de su carrera. En lugar de renunciar a su sueño, alcanzó la estatura que necesitaba con un implante de silicón en el cuero cabelludo.

“Libro por libra, Mainoumi quizá sea el más grandioso luchador de sumo que haya existido”, dijo Andrew Freund, el consejero técnico de sumo para la película. “En cada encuentro, luchaba con alguien virtualmente del doble de su tamaño. Es realmente un honor haberlo tenido en esta cinta”.

Un encuentro de sumo normalmente dura cuestión de segundos y su resultado se determina por la habilidad tanto psicológica como física de los contendientes. “Liberas todo tu poder o ki en el momento del ataque”, dijo Freund. “En ese momento puede suceder cualquier cosa”.

Una nota especial…

Crear la música para acentuar el drama de la vida de Sayuri fue una labor enorme que requería de un compositor que pudiera transmitir la intimidad emocional de la historia, el escenario exótico y el arrebato épico. Marshall se fascinó cuando John Williams, ganador de cinco premios Oscar®, estuvo de acuerdo en componer la partitura.

”Me siento muy privilegiado de haber tenido la oportunidad de componer una partitura musical para la película de Rob Marshall, Memorias de una Geisha,” dijo Williams. “Durante años admiré el extraordinario libro de Arthur Golden y fue un deseo hecho realidad colaborar con mis amigos Yo-Yo Ma e Itzhak Perlman en esta maravillosa cinta”.

Las composiciones de Williams caracterizan la instrumentación tanto de Oriente como de Occidente y dominan los tambores shamisen, koto, shakuhachi, taiko y en su música para Memorias de una Geisha también estuvieron presentes otros instrumentos tradicionales japoneses. Durante varios días en el Royce Hall de la UCLA, el trabajo también incluyó a Itzhak Perlman, el legendario violinista, y el chelista mundialmente reconocido Yo-Yo Ma, dos concertistas que han creado momentos memorables en la película. En Memorias de una Geisha, el violín de Perlman da voz a "El Vals del Presidente”, mientras que el chelo de Ma interpreta elegantemente el “Tema de Sayuri”.

“Hubo momentos de magia pura en cada etapa de este proyecto”, reflexionó Marshall. “La sensación de descubrimiento era extraordinaria, desde los primeros días de investigación, a través de la fotografía principal, y hasta la posproducción. Las sesiones con la partitura fueron un regocijo absoluto. Colaborar con artistas de este calibre fue para mí un acontecimiento muy importante, y sus contribuciones agregaron una maravillosa parte a la textura de la cinta.

“Espero que hayamos hecho justicia a Memorias de una Geisha,” concluyó Marshall. “Hacer la película fue desafiante, emocionante, en ocasiones aterrador y siempre recompensante. Elegimos contar la historia como fábula, presentada en un mundo tan seductor e inalcanzable como la misma Sayuri”.


Glosario Geisha…

Arigato gozaimasu — “Gracias”

Danna — patrón (varón) que asegura los gastos de una geisha

Gei — “arte”

Hanamachi — distrito geisha dentro de una ciudad

Kaburenjô — el edificio en un distrito geisha que alberga su escuela, teatro y oficina de registro

Kampai — brindis japonés

Konnichiwa — “Hola”

Maiko — término para la aprendiz de geisha en Kioto

Miyako — vieja capital

Obi — banda decorativa alrededor del kimono

Okâsan — jefa de la vivienda geisha, conocida como “madre”

Okiya — vivienda geisha

O-nêsan — hermana mayor geisha

Shamisen — instrumento de tres cuerdas asociado con el mundo geisha
 

 

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