"EL Príncipe DE PERSIA: LAS ARENAS DEL TIEMPO"

de Mike Newell

 
NOTAS DE PRODUCCIÓN

Walt Disney Pictures y Jerry Bruckheimer Films presentan EL PRÍNCIPE DE PERSIA: LAS ARENAS DEL TIEMPO, una aventura épica de acción ambientada en las místicas tierras de Persia. Un astuto príncipe llamado Dastan (Jake Gyllenhaal) debe unirse –incluso contra su voluntad- a una misteriosa princesa, Tamina (Gemma Arterton), para arremeter juntos contra fuerzas oscuras y salvaguardar una antigua daga capaz de liberar las Arenas del Tiempo: un regalo de los dioses que puede volver el tiempo atrás, otorgando a su poseedor el poder de dominar el mundo, o destruirlo.
Dirigida por Mike Newell (Harry Potter and the Goblet of Fire), con un reparto que incluye a estrellas de la talla de Sir Ben Kingsley y Alfred Molina; el guión es de Boaz Yakin, Doug Miro y Carlo Bernard basado en una historia para la pantalla de Jordan Mechner, EL PRÍNCIPE DE PERSIA: LAS ARENAS DEL TIEMPO se estrenará en cines en mayo próximo.
Mike Stenson, Chad Oman, John August, Jordan Mechner, Patrick McCormick y Eric McLeod son los productores ejecutivos. Pat Sandston se desempeñó como productor asociado. Entre los extraordinarios artistas detrás de escena se incluyen: el director de fotografía, galardonado con un premio de la Academia® (y acreedor de cuatro nominaciones), John Seale (The English Patient, Harry Potter and the Sorcerer’s Stone, The Perfect Storm); el diseñador de producción Wolf Kroeger (The Last of the Mohicans, Enemy at the Gates); la diseñadora de vestuario Penny Rose (trilogía de Pirates of the Caribbean); los editores Michael Kahn (tres veces ganador de los premios Oscar® por Raiders of the Lost Ark, Schindler’s List y Saving Private Ryan), Martin Walsh (ganador de un premio de la Academia por Chicago) y Mick Audsley (Mona Lisa Smile de Newell y Harry Potter and the Goblet of Fire); el supervisor de efectos visuales es Tom Wood (Sunshine); el supervisor de efectos especiales Trevor Wood (ganador de un premio Oscar por The Golden Compass); el coordinador de dobles George Aguilar (American Gangster, Die Another Day, Donnie Brasco de Newell); el director de segunda unidad/director de fotografía Alexander Witt (Robin Hood, The Taking of Pelham 1 2 3); y el compositor Harry Gregson-Williams (trilogía de The Chronicles of Narnia, Kingdom of Heaven).


LA HISTORIA
Los realizadores elevan el mundo exótico de Jordan Mechner a un nuevo nivel.

“Nos encanta llevar al público a mundos nuevos, que aún no han explorado”, señala el productor Jerry Bruckheimer, “y la antigua Persia es el más maravilloso de todos ellos. Posee un legado tan rico de imaginación y fantasía. Y eso es lo que quisimos exaltar. Nos gusta acometer películas épicas, como Armageddon o Pirates of the Caribbean. Y EL PRÍNCIPE DE PERSIA: LAS ARENAS DEL TIEMPO se encuadra exactamente dentro de esta clase de películas. Posee una enorme imaginación, un gran alcance y una acción fenomenal”.
Jordan Mechner creó el videojuego original de “El príncipe de Persia” en 1989. “Estaba buscando un mundo que aún no hubiera sido explorado en los videojuegos”, declara Mechner. “Los inicios de los videojuegos se asemejaron a los inicios del cine. Partiendo de los géneros establecidos previamente, como el de espada y brujería o la ciencia ficción, buscábamos elementos que pudieran funcionar en este medio nuevo”.
El director Mike Newell agrega: “Adoro la idea de que lo que estás viendo sea un mito vivo. Esta es una historia que es absolutamente real y extraordinaria: un universo que no es racional ni físico tal como nosotros lo entendemos. Estas cosas realmente tienen lugar en la película”.
No era su derecho de cuna convertirse en príncipe… sino su destino. En la Persia del siglo VI —uno de los imperios más poderosos jamás conocidos en el mundo— el pequeño Dastan no era más que un pilluelo, huérfano de padres y sin dinero, que vagaba por las calles de la ciudad. Amenazado con un severo castigo por un capitán del ejército persa, después de defender a un amigo que había robado una manzana, Dastan no sólo es perdonado sino que también acaba siendo adoptado por el noble rey Sharaman, quien descubre en el pequeño Dastan rasgos de grandeza. Criado junto a los hijos de Sharaman, Tus (Richard Coyle) y Garsiv (Toby Kebbell), e instruido en la sabiduría y nobleza de su padre adoptivo y su tío Nizam (Kingsley), Dastan se convierte en un valiente guerrero pero conserva su rusticidad.
“Lo que más me cautivó de la historia es esta noción de que todas las personas poseen gran potencial”, señala Kingsley. “Y en esto creo que es una película edificante, en especial para los jóvenes: que el hecho de ser un chico de la calle, no hace que tu potencial sea distinto al de un niño que creció en un palacio. Nuestra película explora el potencial de un niño a medida que se convierte en adulto, y las opciones que se le presentan”.
Dastan, en el afán por demostrar su valor, lidera el ataque sobre Alamut, una pacífica ciudad santa que es denunciada por espías de estar guarneciéndose de armas provistas por los enemigos de Persia. Pero, en realidad, Alamut guarda un tesoro mucho más valioso y secreto: las legendarias Arenas del Tiempo, que confieren a los mortales el poder de volver atrás el tiempo. A manos de Dastan llega una antigua daga con empuñadura de vidrio, la llave para liberar las Arenas del Tiempo. Pero cuando el rey Sharaman es asesinado, Dastan es acusado del crimen. Ahora debiendo escapar y desesperado por limpiar su nombre, Dastan se verá inmerso en una inquietante alianza con Tamina, una resuelta joven princesa de Alamut, cuya familia ha custodiado las Arenas del Tiempo durante siglos, y ella ahora hará lo imposible por protegerlas.
Dastan y Tamina —quienes desde un primer momento prueban ser como el agua y el aceite— deberán sobrevivir al implacable desierto y a algunos aún más implacables enemigos: como el astuto jeque Amar (Molina) y el africano experto en arrojar cuchillos Seso (Steve Toussaint) hasta los intentos de los Hassansins de acabar con sus vidas. Dastan necesitará de todo su coraje y habilidades para el combate, así como de la astucia de Tamina, para hallar al verdadero responsable de la muerte del rey, y descubrir la verdadera nobleza que yace en su interior.
Para Gyllenhaal, los realizadores poseían un interesante enfoque sobre el fondo de fantasía de la película. “Mike Newell y Jerry Bruckheimer propusieron la brillante idea de que la película estuviese basada en la realidad. Mike dijo: ‘Deseo que esta película se base en la mentalidad persa del siglo VI, donde creían que la fantasía podía hacerse realidad, donde uno pudiese hallar una daga que volviese atrás el tiempo y no tener ninguna duda de que eso era posible, pues eso es lo que hubieran creído en aquel entonces’”.
En una época en la que la civilización europea no era sino un tenue destello en el horizonte humano, la poderosa Persia fundaba ciudades y erigía edificaciones a lo largo y ancho de todo su vasto y pujante imperio: Persépolis, Bagdad, Susa, Pasargada, Arg-é Bam, Isfahan. En su época de esplendor, el imperio persa se extendía desde el río Éufrates al oeste hasta el río Indo al este, y desde los mares Cáucaso, Caspio y Aral en el norte hasta el Golfo de Persia y el Golfo de Omán al sur. Además de abarcar todo Irán, los dominios del imperio incluían los actuales países de Azerbaiján, Afganistán, Pakistán, Turkmenistán, Tajikistán, Uzbekistán y la parte oriental de Turquía e Irak y sus regiones aledañas.
Dos grandes obras de la literatura persa influenciaron a Mechner: el Shahnameh, una obra monumental escrita por el gran poeta Ferdowsi en torno al año 1000 d.C. y considerado el poema épico nacional del Irán, y Las mil y una noches, una recopilación de cuentos que data del siglo IX, y que incorpora relatos y leyendas populares de la antigua Persia, Medio Oriente y la India. Mechner se dio cuenta de que podía construir un mundo alternativo basado en la realidad histórica del antiguo imperio persa, creando una nueva mitología sobre esa cultura que había creado tantas fantasías propias durante miles de años.
Mechner creó un protagonista que desafiaba las leves de gravedad con su destreza acrobática, pero que seguía sujeto a las leyes de la física y capacidades humanas. Con “El príncipe de Persia”, quise crear un personaje que pareciera de carne y hueso; alguien que transmitiese la sensación de que si erraba el salto, iría realmente a doler”, declara.
Mechner no solo creó un personaje que saltaba de un precipicio al otro, sino que el mismo joven genio de los videojuegos también dio un gran salto en busca de nuevas tecnologías que recrearan el mundo de “El príncipe de Persia” con el mayor rigor posible. “El mundo del videojuego de “El príncipe de Persia” era fascinante”, señala el productor ejecutivo Mike Stenson. “Tenía un maravilloso aspecto de fantasía, y el elemento de las Arenas del Tiempo introducido en el juego de 2003 era perfecto para la pantalla grande. Nosotros queríamos conservar elementos del videojuego pero —al igual que hicimos con Pirates of the Caribbean— también deseábamos desarrollar nuestra propia historia, despegando a partir de ese mundo que se nos ofrecía. Sin embargo, creo que permanecimos fieles a la visión del juego que tenía Jordan Mechner”.
Newell, por supuesto, fue convocado para dirigir la película de El príncipe de Persia: Las arenas del tiempo”. Bruckheimer señala: “Mike puede hacer cualquier clase de película, ha dirigido desde Four Weddings and a Funeral, que es una comedia dramática, hasta Donnie Brasco, una descarnada película sobre las mafias de la calle. Tras lo cual realizó Harry Potter and the Goblet of Fire, una película con la combinación perfecta de aventura y fantasía mística que estábamos buscando. Mike posee una paleta verdaderamente maravillosa de la que se sirve para pintar cada una de sus películas, y eso para nosotros es muy importante. Deseamos una película que sea entretenida y atraiga a un gran público, pero también que sea algo especial, que se enfoque en los personajes y la historia”.
“Cuanto más exquisita es una película, cuanto más oscura, más agonizante, más sincera hacia nuestra falible naturaleza humana… más se acerca a ser una buena película inglesa”, declara Newell. “Pero últimamente me despierta sumo interés el gran entretenimiento abierto; y EL PRÍNCIPE DE PERSIA: LAS ARENAS DEL TIEMPO es justamente eso: gran entretenimiento. Estoy realmente contento de poder disfrutarlo”.

LOS ATRIBUTOS DE UN HÉROE DE ACCIÓN
Jake Gyllenhaal encabeza un imponente reparto.

¿Qué cualidades hacen a un héroe? El papel de Dastan requería un actor que pudiera desempeñarse en distintos niveles: que contara con la gallardía del cine clásico; que fuera astuto, pero con un sentido de la diversión; que cargara con una esa gravedad subyacente de la pobreza; y soñara con convertirse en una mejor persona. Jake Gyllenhaal ya había demostrado sus grandes habilidades como actor en películas como Zodiac de David Fincher, Jarhead de Sam Mendes y Brokeback Mountain de Ang Lee, que le valió a Gyllenhaal una nominación a los premios de la Academia® y un premio BAFTA.
“Jake Gyllenhaal es un actor que he venido siguiendo y con quien deseaba trabajar hace tiempo”, señala el productor Jerry Bruckheimer. “Es un actor maravilloso, de un gran atractivo y todo un caballero. Jake además es alguien muy dedicado. Para EL PRÍNCIPE DE PERSIA realizó un increíble trabajo de entrenamiento para ponerse en forma, que incluyó entrenamiento de lucha, manejo de la espada, entrenamiento de parkour y equitación. Y continuó haciendo ejercicio y entrenándose a diario durante los más de 100 días que duró el rodaje.
El director Mike Newell agrega: “Jake posee esa cualidad de hombre del pueblo. Es una persona curiosa, abierta, amable, fuerte y con grandes habilidades cómicas; y en EL PRÍNCIPE DE PERSIA se sirve de todas ellas. Yo había visto prácticamente todas las películas que había realizado y lo consideraba un actor maravilloso, con un carisma increíble. Pero lo que no sabía, era que Jake es un héroe de acción innato. Puede pelear, blandir una espada, correr, trepar un muro, saltar y montar a caballo como si estuviera pegado al lomo. Y eso no me lo esperaba. Y definitivamente no es poca cosa”.
Gyllenhaal también recibió el vehemente elogio del propio creador del príncipe: Jordan Mechner. “Siempre que tengas un personaje con el que el público se ha conectado a través de otro medio, ya sea una novela o un videojuego, la gente ya tendrá sentimientos propios creados hacia éste”, señala Mechner. “Pero creo que si cuentas con un buen actor y tienes una buena película entre manos, luego del primer minuto, esas cosas pierden peso. Creo que Jake es una magnífica elección para este papel. Una vez que lo ves enfundado en su traje y en acción, no tienes ninguna duda de que se trata de un príncipe persa del siglo VI. Es fuerte, heroico, gracioso, sensible y vulnerable al mismo tiempo, y no dudas ni un solo instante de que hará bien las cosas”.
Cuando Bruckheimer y Newell le ofrecieron el papel, Gyllenhaal se sintió sobrecogido por la magnitud del proyecto. “EL PRÍNCIPE DE PERSIA: LAS ARENAS DEL TIEMPO era tan diferente a todo lo que había realizado hasta el momento”, cuenta Gyllenhaal. “Pensé que crear un personaje tan emblemático como Dastan podía ser divertido y desafiante al mismo tiempo. Siempre me gustaron las películas en las que el héroe puede hacer prácticamente de todo, pero en las que continúa siendo un ser humano, no un superhombre”.
“Al principio, el desarrollo del personaje fue completamente físico”, continúa Gyllenhaal,”debía ponerme en forma y aprender la disciplina del parkour, a manejar una espada y comprender cómo era la mentalidad de un guerrero. Sabía que si lograba dominar esos aspectos, tendría la mitad del camino recorrido. Y cuando se decidió que Dastan hablaría con acento británico para que guardara coherencia con el resto del reparto, también trabajé duro en ello con mi instructora de dialecto Barbara Berkery”.
Tras una exhaustiva búsqueda alrededor del mundo, Gemma Arterton fue seleccionada para dar vida a la princesa Tamina. “Gemma es una joven actriz maravillosa con quien dimos en la ciudad de Londres, graduada recientemente de la Royal Academy of Dramatic Arts”, cuenta Bruckheimer. “Gemma interpretó un pequeño papel en Quantum of Solace; sin embargo nosotros ya la habíamos contratado antes de que la película se estrenara en cines, de modo que nos sentimos realmente afortunados de haber dado con ella en sus comienzos, pues desde que se estrenó la cinta de Bond, Gemma no ha cesado de atraer todas las miradas. Sin duda se convertirá en una superestrella”.
Newell agrega: “Lo que más me gustó de ella es que —y ojalá conserve esta cualidad durante mucho tiempo— en Gemma no ha aflorado ese nivel de artificio, defensa o arrogancia que típicamente se apodera de todo actor joven que adquiere éxito con tanta rapidez”.
“La escala de la película, la creación de todo un mundo nuevo en la pantalla —algo que nunca antes se había realizado— y la acción increíble que posee la película eran algo tan emocionante para mí”, confiesa Arterton. “Siempre había querido realizar una película de acción y fantaseaba con ser una especialista de escenas de riesgo. Sin embargo, cuando oí hablar de la película por primera vez, nunca pensé que lograría obtener el papel. Todavía no había realizado Quantum of Solace, de modo que quedar seleccionada en una película de la talla de EL PRÍNCIPE DE PERSIA: LAS ARENAS DEL TIEMPO era para mí algo realmente impensable”.
“Para mí fue maravilloso interpretar un personaje como Tamina”, continúa Arterton, “es alguien que va más allá del típico personaje de acción. Es una persona espiritual, bastante sabia, reflexiva y sensible al mismo tiempo. Lo más hermoso de Tamina es que es un personaje con una gran fe y que realmente cree en lo que hace. Pero a su vez no se las hace nada fácil a los muchachos y, de hecho, patea más de un trasero”.
Los realizadores seleccionaron a Ben Kingsley para dar vida al tío de Dastan, Nizam, el hermano del padre adoptivo de Dastan, el rey Sharaman. “Uno siempre intenta colmar su película de grandes actores”, declara Bruckheimer. “Y cuando logras tener a alguien como Sir Ben Kingsley, realmente eres afortunado de haber logrado atraerlo a participar en el proyecto. Fue, en todo sentido, la opción perfecta para interpretar a Nizam”.
El veterano actor Alfred Molina fue seleccionado para encarnar al jeque Amar. “Es una suerte de rufián oportunista”, señala Alfred Molina del personaje. “Realmente no le importa si infringe la ley. En ocasiones se torna realmente peligroso. El jeque Amar se describe a sí mismo como un emprendedor.
Sus métodos son inusuales y extravagantes, y básicamente es un ladrón. Sin embargo, si bien comienza siendo un malvado, el jeque Amar acaba convirtiéndose en un renuente aliado de Dastan; ambos se unen pues persiguen el mismo objetivo, aunque por razones diferentes”.
Un grupo de maravillosos actores británicos completan el reparto, que incluye a Richard Coyle y Toby Kebbell, quienes interpretan a los hermanos de Dastan: el atormentado Tus y el militante Garsiv; Steve Toussaint encarna al imponente guerrero africano Seso; Ronald Pickup interpreta al amado padre adoptivo de Dastan, el rey Sharaman; Reece Ritchie encarna a su criado y compinche Bis; y Will Foster da vida al pequeño Dastan, lo que significó el primer papel cinematográfico del pequeño inglés aprendiz de parkour.


ABORDANDO LAS ESCENAS DE RIESGO Y EL PARKOUR
Los cineastas recurren a las fuentes.

Desde fantásticas demostraciones de parkour, acrobacias y saltos que desafían toda ley de gravedad o la muerte misma hasta estrafalarias carreras de avestruces y combates de gran escala del Medio Oriente medieval, EL PRÍNCIPE DE PERSIA: LAS ARENAS DEL TIEMPO confirió a los coordinadores de escenas de riesgo un trasfondo épico. El audaz equipo estaba conformado por el coordinador de dobles de primera unidad George Aguilar, el coordinador de dobles de segunda unidad Greg Powell, el co-coordinador de dobles en Marruecos Stephen Pope, los co-coordinadores de combate Thomas Dupont y Ben Cooke, y el coreógrafo de parkour David Belle.
Para los actores, la preparación comenzó varias semanas antes de que las cámaras comenzaran a rodar, con rigurosos programas de entrenamiento para ponerlos en forma y convertirlos en verdaderos jinetes. Jake Gyllenhaal ya se encontraba en excelente estado físico pues es un fanático corredor, ciclista y versátil atleta.
“¿Qué sentido tiene hacer una película así, si no puedes hacer las escenas de riesgo?”, acota Gyllenhaal. “Para mí era importante estar en excelente estado físico para poder hacer cualquier cosa que me pidieran. De modo que intenté estar lo más en forma posible, entrenando mucho en parkour, atletismo, levantamiento de pesas y equitación”.
Junto con otros miembros del reparto, Gyllenhaal llevó a cabo un intensivo entrenamiento de equitación bajo la tutela de Ricardo Cruz Moral, uno de los jinetes más consagrados del hipismo español, en su hacienda en las afueras de Madrid. Para Gemma Arterton fue toda una revelación. “Nunca antes había montado a caballo, de modo que, antes de comenzar el rodaje de la película, asistí junto con los demás actores a una suerte de campamento de entrenamiento de equitación. Fue espectacular, y ahora cabalgar es uno de mis pasatiempos favoritos. Una de las escenas de riesgo que yo misma interpreté en la película es cuando monto sobre un caballo que viene hacia mí a la carrera, y estoy realmente orgullosa de eso”.
En EL PRÍNCIPE DE PERSIA: LAS ARENAS DEL TIEMPO, Thomas Dupont —cuyos créditos incluyen las tres películas de la saga de Pirates of the Caribbean— se desempeñó como co-coordinador de combate, codo a codo con Ben Cooke. Además interpretó al implacable Hassad, un Hassansin cuya arma de combate son dos látigos con cuchillas en las puntas. Dupont debió rodar una gran escena de acción a 2500 metros de altura. “En cuanto a rodar en altura, la parte más dura fue la escena de combate sostenido. Durante un minuto en tiempo corrido debíamos realizar toda clase de movimientos. Ahora eso puede parecer poco tiempo, pero cuando estás asestando golpes, corriendo y saltando con toda tu energía puesta en ello, eso acaba por quitarte el aliento. Y si además te encuentras a 2500 metros de altura donde ya de por sí te falta el oxígeno, realmente se hace muy duro”.
Los realizadores incorporaron un aspecto de la creación de Jordan Mechner que promete hacer de EL PRÍNCIPE DE PERSIA: LAS ARENAS DEL TIEMPO una película aparte. “En el videojuego, el príncipe puede trepar por los muros y posee otras habilidades basadas en el parkour”, explica el director Mike Newell. “El parkour se originó en los suburbios de París, donde los niños estaban tan aburridos que comenzaron a sortear los obstáculos que tenían delante como una suerte de prueba. Observé documentales sobre parkour y vi que efectivamente estos muchachos trepaban paredes y saltaban de techo en techo. Son unos atletas extraordinarios. De modo que trajimos algunos de los expertos más grandiosos del mundo para que nos enseñaran las técnicas y cómo hacer que se viera bien”.
“Decidimos ir directamente a la fuente”, señala Bruckheimer. “Queríamos al mejor de los mejores, y ése es David Belle”.
Belle es una joven leyenda y el creador del parkour. “Esta es la clase de película que me hace desear formar parte de la industria del cine”, cuenta Belle. “Cuando ves una película como ésta, es algo tan maravilloso que sientes deseos de formar parte de ella. Y de pronto, me encuentro con que así es. Es como el sueño de un niño hecho realidad”.
En francés, al parkour también se lo conoce como “l’art du déplacement”, o el arte del desplazamiento. Y, en efecto, para sus practicantes y para aquellos que observan las increíbles proezas de los traceurs —los practicantes de parkour— es algo deslumbrante. La acción de EL PRÍNCIPE DE PERSIA: LAS ARENAS DEL TIEMPO incorpora tanto el parkour como su derivación, el free running.
Bruckheimer señala: “Es una verdadera forma de arte. Es tan emocionante ver a las personas literalmente rebotando en las paredes, y todo ello sin utilizar un sólo cable, sino todo a través de su propia fuerza física”.
La descripción de parkour del propio Belle, tal como podría esperarse del autor de su forma actual, es lúcida y concisa. “Para decirlo en pocas palabras, es una disciplina de entrenamiento que permite a la persona trabajar su mente para poder superar los obstáculos. Cuanto más te entrenas, más veloz y eficiente te vuelves. Durante el entrenamiento, puedes crear un amplio rango de movimientos. Estos movimientos te ayudan a atravesar pasajes difíciles entre edificios o por encima de los tejados. Es una manera diferente de aprender a mover tu cuerpo”.
Belle quedó impresionado con las habilidades de parkour de Gyllenhaal y el entusiasmo con el que el actor casi literalmente se arrojaba a la acción. “Jake ciertamente me convenció de ser un verdadero practicante”, confesó. “He visto su trabajo, sus movimientos en distintas escenas, y no tengo ninguna duda”.
Will Foster, un joven estudiante de parkour que interpreta al pequeño Dastan, estaba particularmente maravillado de poder trabajar con David Belle. “Me puse realmente nervioso cuando me enteré de que iría a entrenar con él”, admite Foster, “pero él logró tranquilizarme. Además, es alguien con quien es fácil hablar, aún a pesar de que yo no sé hablar mucho en francés. David me mostró numerosos saltos y movimientos básicos. Si veía que yo hacía algún buen movimiento, de inmediato lo remarcaba, pero luego me enseñaba cómo mejorarlo, lo cual lo hacía todo mucho más sencillo. Para David es importante que los niños comprendan que el parkour no consiste en tomar tu cámara y filmar cómo saltas desde la cosa más alta que encuentras. Es un aprendizaje que requiere tiempo y para el que debes adquirir fuerza y destreza”.


SOBREVIVIENDO EL VERANO MARROQUÍ
En exteriores, con temperaturas de más de 50 grados.

“Todos nos dijeron: ‘Marruecos es un lugar maravilloso’”, recuerda el director Mike Newell. “‘Sólo que traten de NO ir ahí en julio o en agosto’. De modo que, por supuesto, allí estuvimos rodando durante todo julio y agosto”, ironiza.
“Cuando llegué a Marruecos, no podía comprender por qué mi hotel estaba vacío”, cuenta Alfred Molina. “No cesaba de preguntarme: ¿Pero en Europa no están todos de vacaciones en el mes de agosto? Y la gente del lugar me miraba inquisidoramente como preguntando: ¿Qué estás haciendo aquí? Entonces rápidamente comprendí que nadie viaja a Marruecos en agosto… ¡porque el calor es intolerable! Nadie trabaja en Marruecos en agosto. Así que sí, supongo que sólo lo hacen los perros locos y los ingleses”.
“Marruecos es un lugar ideal para rodar una película sobre el mundo antiguo”, señala el productor Jerry Bruckheimer, “porque lo antiguo y lo moderno coexisten allí de un modo maravilloso. A pesar de los restaurantes chic, clubes elegantes y hoteles boutique que florecen a diario por todo Marrakech, en la Medina los artesanos continúan fabricando a mano sus productos tal como lo vienen haciendo desde hace miles de años. Y fuera de las ciudades, en las montañas, los valles, las llanuras y el desierto de Marruecos, la vida es aún más tradicional. Además, como ya se han rodado tantas películas allí, hay una gran infraestructura y técnicos y obreros realmente calificados. Por otra parte, el gobierno marroquí es un fuerte promotor de la industria. Los marroquíes son maravillosos artesanos, y nosotros empleamos un gran número de artesanos en la película. Realizaron un trabajo increíble”.
Los miembros del reparto y el equipo de producción debieron hacer frente a altas temperaturas que llegaron a superar los 50° C, a grandes alturas, innumerables hamburguesas de cordero y a las letales criaturas de esos inhóspitos parajes desérticos. Tras seis meses de activa preparación, el 23 de julio de 2008 se inició la fotografía principal de El príncipe de Persia: Las arenas del tiempo. Con un estilo épico acorde a la película, las dos primeras semanas de rodaje se llevaron a cabo en la ciudad de Oukaimden, 75 kilómetros al norte del calor agobiante de la ciudad de Marrakech, pero a 2.500 metros de altura. Para acceder a esta remota locación en las montañas del Alto Atlas, la compañía debió atravesar el fértil Valle del Oukira y luego ascender por un rústico y zigzagueante camino de montaña con peligrosas curvas y posibles derrumbamientos. Pero era el sitio perfecto para rodar los exteriores del Valle Escondido.
Para construir un camino hacia el remoto lugar fueron necesarios 20 obreros marroquíes y tres semanas y media de trabajo. Entre tanto, se erigió el primero de los muchos campamentos de base que se crearían, que incluía una inmensa tienda para el catering y los implementos de cocina, y los numerosos vehículos de la compañía: desde los tráilers de los actores hasta los camiones de producción. Gery Gore, el coordinador de transporte en Marruecos trajo una escuadra de cuatro camionetas Land Rover de doble tracción para transportar a la compañía desde el campamento, en la base de la telesilla del centro de ski, hasta la locación del Valle Escondido: un recorrido tan lleno de baches como para competir con el juego de Indiana Jones del parque de Disneyland.
Las temperaturas del Norte de África en pleno verano rara vez descienden de los 38° C, y durante el rodaje, la media oscilaba entre los 43° y 46° C. Durante muchos días del rodaje, las locaciones marroquíes eran sin lugar a dudas los sitios más calurosos del planeta, o casi.
Aproximadamente 30 kilómetros al norte de Izergane, se abre una extensión llana y polvorienta de desierto llamada Agafay, donde cerca de 500 extras dieron vida a una extensa columna del ejército persa que marcha hacia la ciudad de Alamut. El asesor técnico y de seguridad de la película, Harry Humphries, y su asociado marroquí Lotfi Saalaoui (un oficial de policía asignado para trabajar con el equipo de seguridad de la película) entrenaron a cientos de lugareños para que hicieran de extras. Humphries, un ex grupo de operaciones especiales de la Armada de los Estados Unidos y socio desde años de Bruckheimer es uno de los asesores técnicos, militares y de seguridad más experimentados de la industria del cine. “Debíamos convertir a 400 personas en un ejército en marcha en un período muy breve de tiempo”, cuenta Humphries. “Afortunadamente, el sargento Lotfi es un excelente sargento instructor, de modo que, a pesar de que ninguno de los extras había visto un campo de instrucción en su vida, en tan sólo tres días logró transformarlos en un maravillosa legión en marcha”.
Veinte kilómetros al sudoeste de Marrakech, se encuentra Tamesloht, una ciudad de calles de tierra conformada por unas pocas tiendas, algunas viviendas precarias, un puesto de gendarmería, gente muy amigable y los muros de una antigua kasbah que se estima que posee unos 700 años de antigüedad. El lugar fue seleccionado para albergar a la ficticia ciudad de Alamut, según el diseño proyectado por el diseñador de producción de EL PRÍNCIPE DE PERSIA: LAS ARENAS DEL TIEMPO: Wolf Kroeger. La imaginaria ciudad cuenta con una magnífica plaza en la que se erige un palacio del estilo del Taj Mahal de unos 15 metros de altura, un edificio rojo y blanco adyacente a éste ornamentado con numerosos balcones y en el centro, una fuente de la que brota un chorro de agua; toda la plaza flanqueada por estatuas de elefantes. En las calles abundan los detalles arquitectónicos y decorativos: tiendas de rollos de pergaminos en un estrecho callejón decorado con pequeñas campanas tintineantes; un templo amarillo pálido adornado con guirnaldas de flores de colores vivos; arcos tallados con diseños florales en bajorrelieve; además de puestos de venta de zapatos, hierbas y flores secas; y antiguos muros de adobe adornados con imaginativos frescos de hombres y animales. “No existen demasiados platós”, señala el guionista Carlo Bernard, “tan grandes… ¡que uno puede llegar a extraviarse dentro de ellos!”.
“Wolf Kroeger es un verdadero artista”, declara Bruckheimer. “Posee una gran visión, una increíble atención al detalle y no teme pensar en grande y construir a lo grande”.
Newell concuerda. “Wolf posee una maravillosa capacidad para ponerse a tono. Es realmente fantástico en dos cosas: una es su asombrosa capacidad para captar el concepto global de la película, la otra es la habilidad para expresar dicho concepto a través del más mínimo detalle. Posee un ojo pictórico y, al igual que yo, para la película se inspiró en el arte orientalista. Pero Wolf también realizó una exhaustiva investigación de la arquitectura de la Persia antigua y del Cercano Oriente. Pasamos días y días observando fotografías de Irán”.
Las creaciones de Kroeger para EL PRÍNCIPE DE PERSIA: LAS ARENAS DEL TIEMPO no se limitaron a los platós, sino que creó entornos completos que sumergían a los actores en ese mundo alternativo que combinaba historia y fantasía con la más abierta imaginación. Trabajando codo a codo con Kroeger se encontraban el supervisor de director de arte Jonathan McKinstry (en Marruecos), el supervisor de director de arte Gary Freeman (Gran Bretaña), el decorador de interiores Elli Griff, el utilero David Balfour, el armero Richard Hooper, los jefes de construcción John Maher (Marruecos) y Brian Neighbour (Gran Bretaña), y toda una legión de técnicos y artesanos.
La versión de la Persia preislámica del siglo VI creada por Kroeger y su equipo surge del intento deliberado de entretejer la arquitectura de la época y los elementos de diseño seleccionados tras una rigurosa investigación con un alto grado de fantasía, fiel al elemento fantástico y sobrenatural de la historia. La ciudad de Alamut es completamente ficticia, una suerte de Shangri-la, con una marcada influencia india. “Desde el punto de vista del diseño”, señala Jonathan McKinstry, “los platós, los decorados y la utilería son piezas que parecen históricas. Sin embargo, como no se trata de una película histórica, no nos ceñimos a un estilo determinado. Y como además nos servimos de numerosas locaciones marroquíes, sin duda los diseños también guardan cierto sabor a África del Norte”.
Cada departamento de diseño se sirvió ampliamente de las extraordinarias habilidades de los artesanos y fabricantes marroquíes. Prácticamente todas las piezas requeridas por el equipo de decoradores de Griff, el departamento de utilería de Balfour y el equipo de armería de Hooper se confeccionaron en enormes talleres de la zona industrial de Marrakech. Piezas como el ornamental coche fúnebre tirado por caballos y el pesadísimo palanquín de Mughal fueron creadas y elaboradas por Stuart Rose. “Visitar los depósitos de objetos de utilería y decorados fue una de las experiencias más increíbles que viví en cualquier otra locación de nuestras películas anteriores”, cuenta el productor ejecutivo Chad Oman. “Se trataba de inmensos depósitos atestados, desde el suelo hasta el techo, de toda clase de objetos de utilería y objetos de diseño creados por la producción, desde lámparas y espadas hasta sillas de montar y toda clase de elaboradas armas: todas fabricadas a mano por artesanos del lugar. En verdad, no se me ocurre ningún otro lugar del mundo en el que uno pueda lograr este nivel de arte y maestría”.
Ya fuera trabajando en su camión especialmente adaptado, bajo el calor abrasador de Marruecos, o entre el frío y las corrientes de aire de su taller de chapa en los Pinewood Studios, Hooper era el hombre a quien se debía recurrir en lo que a armas respectaba. “Para la película”, señala Hooper, “todo se creó de cero, su diseño o concepto primero era aprobado por el departamento de arte, el productor, el director y el actor y luego recién era llevado a cabo”.
“El diseño del armamento persa fue principalmente influenciado por el diseño de armas dominante en el siglo VI extraído de las investigaciones llevadas a cabo, y el propio videojuego de “El príncipe de Persia”, continúa Hooper. “Intenté hallar un equilibrio entre la autenticidad histórica y la fantasía, porque esa era la delgada línea que Jerry Bruckheimer y Mike Newell deseaban que transitáramos. Buceamos en las colecciones de armas de los museos de Irán, Turquía, Irak, Egipto, el British Museum de Londres y el Smithsonian. Y rebuscamos en distintos libros de armaduras y armas persas de la época. De todos ellos escogimos distintos estilos y elementos; luego creamos nuestros propios diseños de espadas, dagas y escudos”.
Hooper y su departamento crearon cerca de 3.500 piezas, que incluían espadas, escudos, lanzas, hachas, arcos, flechas, aljabas, fundas, dagas y armas para los Hassansin. Las distintas armas se fabricaron con hierro, madera y goma, o con el material que requiriera una escena determinada. Y al igual que otros jefes de departamentos creativos de la película, Hooper se encomendó al refinado oficio de los artesanos hallados en Marruecos. “Nos servimos de la maestría de los artesanos marroquíes”, señala Hooper. “Desde trabajadores del cuero hasta grabadores en metal y fabricantes de telas, en Marruecos se conservan habilidades y oficios que han sido completamente olvidados en países desarrollados como Inglaterra y Estados Unidos”.
De los miles de objetos a cargo de Balfour, ninguno era tan importante como la pieza más emblemática de la película: la daga del tiempo. Al igual que con el resto de los objetos de la película, crear la versión definitiva de la daga del tiempo requirió de un exhaustivo proceso de investigación, desarrollo y experimentación. “Inicialmente, nos enfocamos en un antiguo modelo de daga de la India”, cuenta Balfour. “pero Jerry Bruckheimer deseaba que la daga guardara la mayor similitud posible con la del videojuego. El problema fue que cuando trasladamos la empuñadura de la daga del videojuego a un objeto tridimensional, ésta no podía llevar a cabo las funciones que debía realizar en la película. Debimos rediseñar la empuñadura, dotándola de un mango de vidrio, filigrana de metal y un botón realizado con una piedra preciosa en el extremo, que es el que libera la arena de la hoja”.
“Creo que el resultado final fue exitoso”, continúa Balfour. “El mango sigue siendo majestuoso, tal como lo era en el videojuego, pero además embellecimos la hoja con numerosos grabados”. Balfour creó 20 versiones diferentes de la daga del tiempo, todas idénticas entre sí pero cada una con la idea de servir un propósito diferente. “La hoja de la versión principal, la versión literal de la daga, es de metal”, explica Balfour. “Está hecha de bronce y bañada en oro. Y eso la hace bastante pesada, y es lo que confiere la calidad de la imagen”. Pero esta versión de la daga exigía un constante mantenimiento a causa de las numerosas escenas de acción de la película. “La daga es arrojada al suelo, pateada de las manos de Dastan, arrojada al polvo”, señala Balfour. “Suceden innumerables cosas con la daga, de modo que debió ser reparada varias veces. Por lo tanto, también realizamos réplicas exactas en goma blanda y goma dura para las escenas de riesgo, e incluso elaboramos una daga que se enciende”.
El duro trabajo impresionó al reparto. “Al llegar a Marruecos la primera semana, visitamos algunos de los platós que se habían construido”, recuerda Gemma Arterton. “Entonces fue cuando me di cuenta de que esto era algo realmente colosal. Parecían verdaderas ciudades. Nunca había visto algo igual. No necesitabas imaginar nada. Todo estaba allí, y eso es un verdadero lujo, en especial en estos tiempos de pantallas verdes. Ese mundo de la película era una de las cosas que más me interesaba, y cuando ingresas en platós como estos, te encuentras con que ese mundo ya ha sido creado”.
“Dondequiera que posáramos la mirada, veíamos las paredes más exquisitamente talladas, impresionantes murallas, cortinas”, cuenta Ben Kingsley. “Y en Marruecos la naturaleza misma se ofrecía a nuestros ojos: los camellos, los miles de hombres a caballo, el polvo. Nuestros platós tenían tanto detalle que incluso al hacer una pausa, aunque fuera sólo para tomar aire en medio de una línea, la cantidad de energía e información que aspirabas era extraordinaria. Se dedicaron horas y horas de trabajo a la ambientación. Y es realmente inspirador y es algo que honra hasta tal punto nuestro arte”.
El paisaje lunar de Bouaissoun, 45 kilómetros al noroeste de Marrakech, se ajustaba perfectamente al reino del desierto del jeque Amar. Las escenas de la carrera de avestruces requirieron cuatro días de rodaje con esas temperamentales aves.
Los avestruces tienen fama de ser unas aves intratables, olorosas, aterradoras y peligrosas, lo que puede explicar por qué nunca antes han aparecido en escena. “Jamás pensé que los avestruces irían a acabar en una de mis películas”, reconoce Bruckheimer, “pero es una secuencia realmente divertida y emocionante”.
Para supervisar a las inusitadas aves se contrató a los expertos en avestruces Bill Rivers y Jennifer Henderson. El coordinador de dobles George Aguilar y su equipo, asesorados por Rivers, reclutaron a ocho jinetes profesionales marroquíes para que montaran los avestruces en las secuencias de la carrera, lo que requirió de dos exhaustivas semanas de entrenamiento. “Ninguno de los jinetes había montado antes en avestruz”, cuenta Rivers. “Es muy diferente a montar un caballo, porque los avestruces no son estables. Requiere de mucha práctica. Además uno debe saber cómo desmontar para no ser atropellado, pateado o pisoteado por estos”.
Alfred Molina interpretó al jeque apasionado de los avestruces, el jeque Amar; y el actor dio todo de sí para meterse en la piel de su personaje. Molina recuerda: “Yo me ufano de mi avestruz Anita delante de Dastan y le hablo amorosamente de esta peculiar ave. Estos animales son muy impredecibles y bastante quijotescos en sus movimientos y decisiones. Noté que Jennifer Henderson estaba constantemente acariciándoles el cuello para calmarlos. Así que se me ocurrió hacer lo mismo, pensando que eso quizás contribuiría a la escena”.
“Yo rezaba que Anita no se moviera, así que le acaricié el cuello —que por cierto era realmente suave y fibroso— hice mi parlamento, y todo salió a la perfección durante dos o tres tomas. Pero entonces, en una toma —aún no sé qué fue lo que me poseyó—, justo en el momento en el que estaba alabando a Anita, sencillamente me incliné y la besé en el cuello pensando que o acababa con un ojo menos o me salía con la mía. ¡Y todo salió de maravillas! Pero al final del día, Jennifer me dijo que Anita, el avestruz que yo creía hembra, en realidad era Alan, un avestruz macho. Con suerte crearán un premio MTV para dicha categoría”.
La compañía luego retomó la carretera para recorrer los 200 kilómetros —un viaje de unas dos horas y media a través del paso Tizi n’Tichka a 2.300 metros de altura en el Alto Atlas— en dirección al sudeste, hacia la ciudad de Ouarzazate, la autodenominada “Hollywood de África del Norte”.
La planilla de llamado a rodaje del primer día de filmación en el oasis Little Fint, a 40 minutos de la ciudad de Ouarzazate, incluía dos mensajes de advertencia, uno más aterrador que el otro: “POR FAVOR NO TOCAR EL AVESTRUZ QUE ESTARÁ HOY EN EL PLATÓ “, y uno aún peor: “ATENCIÓN: PUEDE HABER VÍBORAS Y ESCORPIONES DEBAJO O CERCA DE LAS PIEDRAS. SEA CAUTELOSO”.
Sin embargo, no había nada que temer porque el “Chico de las víboras” (según rezaba su camiseta) estaba a cargo. Este siempre sonriente joven marroquí tenía una gran experiencia en el manejo de víboras y animales venenosos. Era el responsable de limpiar las áreas de rodaje de animales peligrosos, antes de que el reparto y el equipo de producción llegaran al lugar, pero también durante las horas de rodaje. No tomaba mucho tiempo antes de que los frascos de vidrio del chico de las víboras se atiborraran de criaturas venenosas, todas las cuales eran liberadas al término de la jornada.
Dos días después de llegar al lugar, fuertes vientos desataron tormentas de arena, a las que les siguió una fuerte lluvia. “Cuando visitamos por primera vez Marruecos”, recuerda Mike Newell, “soplaba un viento de 80 kilómetros por hora. Sin embargo, los lugareños no le atribuían el estatus de tormenta de arena. Y nos decían: ‘Esta no es una tormenta de arena, sólo una ligera brisa’. Una tormenta de arena es una cosa atroz, todo se vuelve completamente negro —no ves absolutamente nada— y la arena llega a sofocarte. Pero, justamente, una de las escenas más maravillosas de la película tiene lugar en medio de una tormenta de arena”.
El constante mantenimiento de los equipos en condiciones climáticas tan extremas desvelaría al director de fotografía, el australiano John Seale, y a su equipo de camarógrafos durante toda la estancia en Marruecos. Sin embargo, él ya había debido hacer frente a condiciones similares durante el rodaje de la película The English Patient en Túnez, por el que fue galardonado con un premio de la Academia®. “Logramos aclimatarnos al calor, y las cámaras estaban preparadas para resistir altas temperaturas”, señala Seale. “Pero a pesar de ello, teníamos una constante bruma en el negativo. Durante varios días no logramos dar con la razón, pero finalmente debimos concordar en que era el increíble calor lo que estaba nublando la película. Nada de lo que hacíamos parecía servir para impedir que sucediera. Preparábamos extensamente los equipos. Las tormentas de polvo y los remolinos de arena causaban estragos en las cámaras, con la arena que puede causar rayones y, en consecuencia, uno debe rehacer las tomas; de modo que el equipo de camarógrafos era especialmente cuidadoso”.
La siguiente locación para EL PRÍNCIPE DE PERSIA: LAS ARENAS DEL TIEMPO se trataba de un sitio realmente especial. Nombrado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1987, el imponente ksar (ciudad fortificada) de Ait Ben Haddou se construyó con pisé marrón (tierra y escombros) y estructuras tighremt (graneros) diseñadas con motivos bereber. Junto al ksar, Wolf Kroeger halló el sitio perfecto para construir el magnífico mercado de Nasaf, incorporando elementos de Ait Ben Haddou en el fondo.
En Ouarzazate, tanto la primera como la segunda unidad también rodaron dentro de los extraordinarios muros de pisé de la Kasbah Taourirte, una antigua morada que se encuentra justo en el centro de la ciudad. De hecho, en una época, la Kasbah era todo lo que existía de la ciudad de Ouarzazate, antes de que los señores feudales franceses construyeran una nueva ciudad fortificada en torno a ella; pero ésta aún conserva la hermosa atmósfera primitiva que exuda fuerza y exotismo al mismo tiempo. Hoy continúa siendo el corazón vivo de Ouarzazate, con sus estrechos callejones repletos de transeúntes que vienen y van, de residentes que juegan a los naipes o al dominó, y de gente que compra, vende y regatea en tiendas diminutas.
Luego de filmar en la espectacular garganta de Tiwiyne, la compañía empacó y condujo 322 kilómetros en dirección este, a través de la Ruta de las mil kasbahs, hacia la ciudad de Erfoud. A pocos pasos de la frontera con Algeria, los realizadores seleccionaron una franja de desierto que representara la hostil entrada al Valle de los esclavos, los dominios del jeque Amar y sus harapientos bandidos.
Los dos últimos días de rodaje en Marruecos tuvieron lugar en las famosas dunas de arena de Merzouga, verdaderas montañas de arena de unos 130 metros de altura que asoman como un espejismo dorado por encima de una adusta planicie rocosa negra. “Creo que es realmente apropiado que una película titulada EL PRÍNCIPE DE PERSIA: LAS ARENAS DEL TIEMPO culmine su rodaje en Marruecos: en las dunas”, declara el productor ejecutivo Eric McLeod. Estas son las clásicas dunas de fantasía de Las mil y una noches, esculpidas, moldeadas y rizadas por los cálidos vientos del desierto, que cambian de color según el movimiento del sol. El último día en Marruecos, el termómetro llegó a registrar temperaturas de 52° C. Los miembros del equipo de producción del hemisferio occidental se cubrieron la cabeza con túnicas índigo como las de los tuareg y se quitaron los zapatos para poder caminar con mayor facilidad por las pronunciadas dunas.
“Mi ADN ahora posee el desierto marroquí inscripto en él porque definitivamente aspiré mi cuota de arena”, manifiesta Jake Gyllenhaal. “Yo me crié en el sur de California, y el clima y la topografía de Marruecos de hecho son bastante similares, de modo que para mí no fue tan duro. Ya había rodado allí antes, pero nunca me había internado tanto en el desierto ni recorrido Marruecos como lo hice con EL PRÍNCIPE DE PERSIA. Es un país realmente hermoso. Había momentos en mis días libres, en los que sencillamente conducía y conducía durante horas, embelesado por los paisajes y la cultura. Los marroquíes son las personas más dulces, amables y trabajadoras que conocí”.


RODANDO EN LA FRESCA Y TRANQUILA GRAN BRETAÑA
Los realizadores crean un mundo mágico en los Pinewood Studios.

El paso súbito de la sofocante y caótica Marruecos a los confines sobrios, frescos y controlados de los estudios británicos fue una suerte de choque cultural para la compañía. Los no menos imponentes platós diseñados por Wolf Kroeger se construyeron en nueve estudios del histórico Pinewood Studios, en la bucólica localidad de Iver Heath en Buckinghamshire.
“No hay nada mejor que poder rodar en un entorno real, hallarte en un lugar donde verdaderamente sientes que has retrocedido cientos de años”, cuenta Jake Gyllenhaal. “En Marruecos, nos encontrábamos en medio del desierto, todos sucios y llenos de polvo. No puedo recordar la cantidad de veces entre toma y toma que debí quitarme la arena de los ojos, de la boca y las orejas para que no pareciera que estaba literalmente hecho de arena. El realismo en eso es algo imborrable. Sin embargo, en los escenarios de Londres podíamos mezclar la realidad con la fantasía, lo que lo hace tanto más interesante”.
En Pinewood, la compañía adquirió una rutina completamente diferente a la establecida en Marruecos. Todo se volvió mucho más predecible, más controlable y ciertamente más fresco. “Es como si debieras correr una larga carrera y Marruecos fuera el tramo en subida”, declara el productor ejecutivo Patrick McCormick. “Podíamos caminar de una locación a la otra con sólo pasar de un estudio al otro y no debíamos lidiar con el clima. Y en lugar de tener que pensar en el catering para 700 personas, el número se redujo a unas entre 250 y 300 personas. En Marruecos, ¡sólo los conductores de vehículos sumaban unas 300 personas!”
Mientras la compañía se encontraba rodando en Marruecos, en los estudios británicos el equipo del departamento de arte liderado por Gary Freeman, el supervisor de dirección de arte en Gran Bretaña, y el personal de construcción ponían a punto 35 complejos platós.
La majestuosa puerta oriental de Alamut ocupaba prácticamente todo el largo, ancho y alto del plató 007 de los estudios Pinewood, con muros de casi 15 metros de alto y palmeras que fueron importadas del sur de España y luego celosamente cuidadas por el jardinero Jon Marson y su equipo. El plató era lo suficientemente grande como para albergar a cientos de extras y 25 caballos que cargaban a través de puertas y barreras de fuego en una escena en la que tiene lugar una colosal batalla. “La razón principal por la que se construyó este plató fue por el trabajo nocturno que involucraban las numerosas escenas de riesgo y parkour, las cuales hubieran sido muy difíciles de rodar en Marruecos”, señala Freeman. El jefe de construcción en Gran Bretaña, Brian Neighbour, construyó la puerta oriental de Alamut en tan sólo 14 semanas, para la cual requirió 3.000 láminas de madera de 8x4 pies, 70.000 pies de vigas de madera de 3x1 pulgadas, así como 40 toneladas de escayola para molduras.
El gran salón de Alamut construido en el plató S presentaba una brillante amalgama de estilos de la India, en tonos crema y detalles dorados. “Yo no deseaba iluminar el plató con velas”, cuenta el decorador de interiores Elli Griff. “Estaba decidido a utilizar únicamente lámparas de aceite, lo cual resultó ser casi toda una proeza. Pero para John Seale, nuestro director de fotografía, la luz obtenida era muy interesante. Empleé colores de piedras preciosas, doseles y objetos así que hicieran reflejar la luz”.
El versátil interior del palacio de Alamut fue utilizado para recrear distintos ambientes, incluyendo la sala del trono de Tamina, los aposentos de Tus y el salón de banquetes en el que es asesinado el rey Sharaman. “Deseaba que la base del trono de Tamina fuera una flor de loto de cristal, que casi inconscientemente la vincula con el cristalino reloj de arena de los dioses”, señala Griff. “Sobre su trono se eleva un enorme dosel dorado con una abertura que permite que la luz descienda sobre ella, como si estuviera en directa conexión con los dioses y el cielo. Todo en Tamina y su cultura es abierto, suave y gracioso”.
Con una suntuosa fantasía de colores, una cama con cabecera de pavo real y el decorado de las paredes con incrustaciones de piedras preciosas que recuerdan los antiguos manuscritos iluminados, el aposento de Tamina era una habitación digna de una princesa. “Mike Newell y Wolf Kroeger finalmente decidieron que el tocador de Tamina debía ser un rincón fantástico, verdaderamente femenino”, señala Freeman.
“Debía hacer algo que excediera todo lo imaginable, opulento y surrealista”, añade Griff. “Incrustamos piedras preciosas en las paredes de la habitación de Tamina de modo que las luces tenues emitieran un brillo mágico”.
Construido en el mismo estudio que el interior del palacio de Alamut y la habitación de Tamina, se erigió la cámara del cielo, una atalaya que se eleva sobre toda la ciudad de Alamut donde yace guardada la daga del tiempo en un hermoso tabernáculo. Con sus estatuas talladas en madera y columnas de piedra —todas las figuras fueron esculpidas a mano, luego moldeadas y fundidas— posee una atmósfera de templo, lo cual fue acentuado en el rodaje por el director de fotografía Seale al hacer caer varios rayos de luz sobre el objeto, que lo dotaron de un resplandor espiritual.
Para el jardín del templo de Alamut se buscó crear un idílico rincón del paraíso, con loros, guacamayos y tucanes en ornamentadas jaulas, una fuente decorada con coloridas estatuas y unicornios, carneros y pavos reales, un arco con frescos e incrustaciones de piedras preciosas, árboles con hojas claras y traslúcidas (cada una meticulosamente aplicada a mano), farolas doradas y pequeñas campanitas tintineantes. “Wolf deseaba apartarse del jardín de época completamente realista”, señala Freeman. “Como allí tiene lugar una de las escenas más importantes de la película, deseaba que fuera una especie de jardín mágico, para el que se sirvió de varios pintores expresionistas rusos como fuente de inspiración”.
Entre otros de los grandes platós construidos en Pinewood se incluían el templo de la daga, una cueva con cascadas de agua que caen a una poza, y un altar adornado con tesoros y ofrendas espirituales: donde tiene lugar una importante secuencia entre Jake Gyllenhaal, Gemma Arterton y Thomas Dupont quien interpreta a Hassad, el Hassansin del látigo de cuchillas. El interior del recinto debía tangencialmente concordar con los exteriores rodados en la ciudad de Oukaimden, en Marruecos. También se construyeron réplicas de gran detalle del Avrat Bazaar, así como de las calles y tejados de la ciudad, todos diseñados para que se llevaran a cabo los más emocionantes movimientos de parkour. “Desde el primer día sabíamos que había una secuencia de acción clave que se debía rodar en este plató y que incluía una buena dosis de parkour”, cuenta Freeman. “Wolf deseaba crear una serie de estructuras horizontales y verticales que sirvieran para practicar las acrobacias. Llevamos un equipo de yeseros a Marruecos para lograr que las texturas fueran lo más auténticas posible, y ellos realizaron moldes para el acabado de las paredes. La mayor dificultad se presentó a la hora de reforzar las paredes para los dobles de riesgo, de modo que grandes estructuras de metal se ocultan debajo de las superficies de adobe”.


EL DISEÑO DE LA MODA PERSA
La diseñadora de vestuario Penny Rose recorta una alfombra… literalmente.

En una calle intrascendente de un barrio de Marrakech conocido como la Zone Industrielle se erige un edificio que podría ser tanto una fábrica como un depósito. Pero en los meses previos al rodaje de El príncipe de Persia: Las arenas del tiempo, y mientras se llevaba a cabo el rodaje en Marruecos, el edificio se convirtió en una fábrica de sueños que albergaba un pequeño ejército de cortadores, diseñadores, zapateros, costureras, sombrereros, tintoreros, armeros y artesanos, todos trabajando bajo la supervisión de la diseñadora de vestuario Penny Rose.
“No hay nadie en su especialidad como Penny”, declara el productor Jerry Bruckheimer, quien también la reclutó para las tres películas de la trilogía de Pirates of the Caribbean. “Su atención al detalle escapa a toda descripción, y su habilidad para hallar el atuendo perfecto para definir a un personaje es maravillosa. Penny es capaz de organizar lo que sea, en cualquier parte del mundo. Es sumamente severa y exigente, pero su capacidad artística es fascinante”.
“Parte de mi inspiración surge de las pinturas orientalistas”, cuenta Rose. “La mayoría de esas imágenes fueron pintadas en la época victoriana, de modo que son impresiones del siglo XIX de escenas de cientos de años antes. La escala de los retratos orientalistas era lo más valioso para nosotros: la forma de las prendas, las capas ondulantes, la cantidad de personas aglutinadas en espacios reducidos”.
Rose debió crear no menos de 7.000 trajes, casi todos creados desde cero. Rose contó en todo momento con la ayuda de los asistentes de diseño de vestuario Timothy John Norster, Margie Fortune y Maria Tortu, así como también del supervisor de vestuario Ken Crouch, la ayudante de diseño de vestuario Lucy Bowring y el jefe de vestuario Mark Holmes. Rose también recurrió a un verdadero ejército de jefes de vestuario, diseñadores de vestuario, supervisores de taller, tintoreros, herreros, zapateros y artesanos de todas partes del mundo.
Otro truco del oficio de Rose, inimaginable para aquellos ajenos a éste, es el departamento de envejecimiento de prendas. “Muy pocas personas en las películas que diseño aparecen en escena con una prenda nueva”, explica Rose. “Siempre tenemos que ajarla o desgarrarla antes. Yo deseaba que los trajes parecieran reales, incluso en una película de fantasía como ésta. Entre las herramientas utilizadas por nuestro departamento de envejecimiento de prendas se contaba una mezcladora de cemento. Una vez confeccionadas las prendas de cuero, las arrojamos durante unas horas dentro de la mezcladora de cemento con algunas piedras, y al extraerlas, habíamos logrado dotarlas de un aspecto raído que las hacía ver como si tuvieran años de uso. Y créase o no, también se emplearon rayadores de queso para desgarrar las prendas”.
Para reunir las telas necesarias para tantos miles de trajes, Rose dio la vuelta al mundo, halló telas en lugares tan distantes como Turquía, Tailandia, Afganistán, China, Malasia, Gran Bretaña, París, Roma y, por supuesto, Marruecos. Estos materiales luego se utilizaron de formas sorprendentes. Por ejemplo, para crear el colorido abrigo del jeque Amar, Rose escogió tres cubrecamas indios que luego cosió entre sí. “Luego lo raspamos con un rayador de queso hasta lograr que adquiriera ese aspecto rasgado, que deja ver las capas de telas, colores y diseños diferentes”, declara Rose. “El rey también lleva un tocado y sus botas se realizaron con una alfombra vieja”.


GRANDES EFECTOS VISUALES COMPLETAN LA ESCENA
Los realizadores acuden a los expertos para los desplazamientos hacia delante y atrás en el tiempo.

“Justo cuando crees que ya lo has visto todo”, señala el productor Jerry Bruckheimer, “volvemos a poner de cabeza los efectos visuales y logramos cosas nunca vistas anteriormente. Lo que verán en la pantalla de EL PRÍNCIPE DE PERSIA: LAS ARENAS DEL TIEMPO será algo fresco, interesante e innovador”.
Tom Wood y su vasto equipo de productores, jefes, coordinadores, encargados de bases de datos y técnicos fueron reclutados para crear cerca de 1.200 tomas de efectos visuales para la película. Algunas eran tomas largas y complejas—como el retroceso del tiempo, la descomunal tormenta de arena en el reloj de los dioses que tiene lugar en la escena del clímax, y las feroces serpientes cascabel del líder de los Hassansin—; otras consistían en retoques menores en algún cuadro.
Wood incorporó todas las modernas tecnologías y técnicas a su alcance. Para Wood, entre los efectos más importantes se hallaban las cuatro regresiones del tiempo que tienen lugar cuando se presiona la piedra preciosa de la empuñadura de la daga, que libera las arenas del tiempo. “De inmediato concordamos en que no podíamos sencillamente hacer retroceder la película”, explica Wood. “No queríamos parecer una videograbadora que rebobina imágenes. Deseábamos desarrollar una propuesta original y visualmente interesante. Intentamos realizar una suerte de efecto “slit-scan” (desplazamiento de tiempo) donde las imágenes fueran distorsionadas por el tiempo y el espacio”.
“Los efectos que realizamos para volver atrás el tiempo fueron diseñados por la compañía de efectos visuales Double Negative”, prosigue Wood. “Lo denominan ‘captura de eventos’. Nosotros pre-visualizábamos la secuencia minuciosamente con animatics, que semejan guiones gráficos animados. Luego en el plató de unidad principal rodábamos la acción secuencialmente; y a partir de allí, durante cuatro días se proseguía con las grabaciones para los efectos, con las cámaras dispuestas en las posiciones desde las que deseábamos capturar las tomas”.
“Rodamos con nueve cámaras Arriflex 435 que llevaban lentes idénticas, y permitían grabar hasta 48 fotogramas por segundo con un ajuste del ángulo del obturador a 45 grados, lo que presentó numerosos desafíos a la hora de volver a iluminar el plató”, continúa Wood. “Con ello buscamos obtener la imagen más nítida posible. Contamos con varias personas de Double Negative que eran las encargadas de volver a posicionar las cámaras. Deben ser muy precisos. Requiere unas dos horas montar una nueva disposición de cámaras”.
“Nuestros actores principales interpretaban sus escenas durante 20 minutos, luego se iban durante dos horas, y regresaban para rodar otros 20 minutos, y debíamos recordar dónde estaban antes de la pausa. Es un verdadero desafío intentar mantenerla fresca para cada ocasión que volvemos a verla”.
El arduo rodaje de las secuencias en las que se vuelve atrás el tiempo obviamente significó un reto de memoria y concentración para los actores. “Nunca antes había realizado secuencias de efectos visuales y se trata verdaderamente de un proceso muy, muy largo”, reconoce Gemma Arterton. “Pero cuando ves el resultado, es algo mágico, que añade toda una nueva dimensión a la película”.

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