HOU HSIAO HSIEN UN DIRECTOR NADA COMPLACIENTE

 

Dentro del IV Festival de Cine Independiente de la Ciudad de Buenos Aires el público tuvo la oportunidad de conocer a este notable realizador taiwanés.

Este director, sin duda un autor en todo sentido, niega la estética “videoclipera” y rechaza la velocidad de las películas contemporáneas. Es por esta razón que podríamos considerarlo un director no complaciente. No va a darle al público películas “digeribles” al gusto occidental. No utiliza la estética de la violencia como ocurre con realizadores como el coreano Kim Ki Duk o el japonés Takashi Miike, sino que shockea al espectador desde una quietud a la cual muchos no se encuentran habituados.

Cierta vez la crítica de cine estadounidense residente en París, Joan Dupont, observó que “los realizadores de China continental, Taiwán, y de Hong Kong, así como los de Corea, tienen que batallar y dar muestras de imaginación. Ello da a sus películas un tono incisivo y audaz”. Gracias a esto es que desde Taiwán pudo aparecer un director tan personal y valioso como Hou Hsiao Hsien.

Un total de once películas se exhibieron en esta retrospectiva (la más numerosa del Festival) ellas fueron:

“The boys from Fengkuei” (1983) con guión de Chu Tien-wen y fotografía de Chen Kun-ho muestra el viaje de unos muchachos desde su pueblo natal hasta una ciudad portuaria.   En esta película aparecen los rasgos estéticos y temáticos que van a repetirse a lo largo de todas sus obras: desencuentros amorosos, el protagonismo de la ciudad en contraposición con el pueblo. Dramáticamente el pueblo puede ser un lugar acogedor en el cual se viven momentos primordiales, mientras que la ciudad contribuye a acentuar la soledad o el descontento de los protagoniztas y se muestra completamente fría y agresiva.

“A summer at Grandpa´s” (1984) con los mismos colaboradores en guión y fotografía que la anterior narra el veraneo de unos niños en la casa de sus abuelos del campo. Lo que es notable en este filme es la sensación de pérdida que va construyendo con las imágenes supuestamente “alegres” de los niños en el paisaje campestre. Hay también un gran contraste con la vida adulta, la cual no tiene nada de despreocupada.

“A time to live and a time to die” (1985) con guión de Hou y Chu Tien wen nos invita a conocer un episodio autobiográfico de la vida del director. Utilizando dramáticamente la pantalla ancha, la profundidad de campo y unas composiciones nada caprichosas describe sucesos cotidianos enlazándolo con el tema humano principal “la muerte”.

“Dust in the wind” (1987) con guión de Chu Tien wen y Wu Nien jen nos introduce nuevamente una historia donde los jóvenes se mudan a la ciudad de Taipei para buscar trabajo. Una vez más la ciudad aparece como esa mole infranqueable que amenaza más que contener. Como sucede habitualmente habrá un romance frustrado.

“Daugther of Nile” (1987) nuevamente guionada por Chou es una obra en la que aparece la atención y la atracción del director por el mundo juvenil. Esto lo demuestra en la elección de la protagonista, una estrella pop devenida en actriz, Yang Lin y, especialmente, en la banda de sonido. Yang Lin interpreta a una muchacha que trabaja en un local de comidas rápidas que se identifica con la protagonista de un “manga” llamada “La hija del Nilo” y tiene como hermano a un gángster de poca categoría.

“A city of sadness” (1989) inicia la trilogía .histórica de Hou, completada por “The Puppetmaster“ (1993) y Good men, Good women” (1995). El revisionismo histórico de Hou excede una mera exposición de los hechos y los trasciende para relatar sus historias como lo que falta actualmente en el cine: un gran narrador. Utiliza planos secuencia y planos únicos creando una tensión pocas veces vista en pantalla.

 

“Goodbye South, Goodbye” (1996) muestra un fresco sobre un gángster  que busca sosiego para sí y no lo consigue. El cansancio que transmite el personaje puede ser el mismo que experimenta el espectador al recorrer esas calles semi-pobladas, esos viajes en tren que parecen nunca finalizar, y la ternura que se refleja en un inolvidable plano donde el gángster (el excelente actor Jack Kao) da de comer en la boca a dos perros callejeros compartiendo    con ellos sus propios palillos.

 

 

 

“Flowers of Shanghai” (1998) cuenta las historias de unas cortesanas dentro de un burdel de Shanghai. La complejidad de las narraciones contrasta terriblemente con la tranquilidad aparente de los planos fijos y los planos con muy poco movimiento de cámara.

Este filme es la depuración total del estilo Hou. Un plano nos dirige sin inconvenientes hacia otro, las historias se cuentan sin que nos percatemos. La intimidad de los personajes pasa a ser compartida por el público. Las luces muestran lo que quieren, tal cual lo hacen los personajes. Las sombras esconden. Las relaciones entre cortesanas y hombres poderosos también sirve como una metáfora de hasta dónde podemos llegar a ver sin que se nos muestre todo “servido en bandeja”. Tony Leung realiza una de sus mejores actuaciones.

 

 

“Millenium mambo” (2001) una película en la que una chica (Shu Qi) se mueve entre un novio violento, un gángster de segunda (otra vez el maravilloso Jack Kao) y un amigo con el que llega a conocer la “Calle de los cines” en Hokaido Japón. Compartimos la odisea de la protagonista a lo largo de todo el metraje, hipnotizándonos con la música y sus planos que llegan a ser claustrofóbicos en todo sentido. Este filme es el menos valorado por los estudiosos de Hou pero es válido en más de un sentido. Y es coherente con toda su obra.

 

 

 

 Con los tiempos que corren, bienvenido sea un director que no se tuerza hacia lo vendible o exportable, bienvenido un narrador. El cine lo necesita. Esperemos ver muchas más.

 

FABIAN SANCHO

 

 

 

 

 

 

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