"MARÍA ANTONIETA
LA REINA ADOLESCENTE"

de Sofía Coppola

 

 

De la guionista ganadora del Academy Award® y directora nominada para el Oscar®, Sofía Coppola, llega la joven y contemporánea comedia del siglo XXI sobre una leyenda del siglo XVIII, MARÍA ANTONIETA: LA REINA ADOLESCENTE.

Con frecuencia malignizada, apasionadamente debatida y finalmente una joven mujer mal entendida, María Antonieta (Kirsten Dunst), surge a través de la visión de Coppola, no como la histórica desalmada ni como el ídolo divino, sino como la confundida y solitaria adolescente que lucha en contra de su voluntad en un mundo decadente y plagado de escándalo, al borde del desastre.


SINOPSIS

La ganadora del Oscar®, Sofía Coppola trae a la pantalla una fresca interpretación de la vida de la legendaria reina adolescente francesa, María Antonieta. Comprometida para desposarse con el Rey Luis XVI (Jason Schwartzman), la ingenua María Antonieta (Kirsten Dunst) de 14 años de edad, es lanzada a la opulencia de la corte francesa que se encuentra repleta de conspiración y escándalo. Sola, sin guía alguna, y a la deriva en un mundo peligroso, la joven María Antonieta se revela contra la atmósfera aislada de Versalles y, en el proceso, se convierte en la monarca francesa más mal entendida.

Kirsten Dunst interpreta a la joven princesa cuya fatídica vida se vuelve la base del mito y la leyenda. La historia comienza cuando María Antonieta, de 14 años, es arrancada de su familia y amigos en Viena, despojada de todas sus pertenencias y depositada en el mundo sofisticado y decadente de Versalles, la lujosa corte real de París.

María Antonieta es sencillamente la prenda de un matrimonio arreglado para solidificar la armonía entre las dos naciones. Su esposo adolescente, Luis (Jason Schwartzman), es el heredero del trono francés. Pero María Antonieta está mal preparada para ser la clase de regidora que necesita el pueblo francés. Detrás de su fineza, es una jovencita protegida y asustada, rodeada de viciosos detractores, aduladores, maestros de titerillos y chismes. Atrapada por las convenciones de su situación en la vida, María Antonieta debe encontrar la manera de encajar en el complejo y truculento mundo de Versalles.

Además de todas sus aflicciones, está la indiferencia de su esposo Luis. Asombrosamente, su matrimonio no se consuma en siete años. El extraño futuro rey demuestra ser un desastre como amante, provocando graves preocupaciones (e interminables chismes) de que María Antonieta nunca engendrará un heredero.

Agobiada y perturbada, María Antonieta busca refugio en la decadencia de la aristocracia francesa y en un secreto amorío con el provocativo conde sueco, Fersen (Jamie Dornan). Sus indiscreciones pronto son el tema de toda Francia.

Ya sea que se trate de que la hayan idealizado por su impecable estilo o satanizado por estar imperdonablemente ajena a todo los asuntos del reino, las reacciones hacia María Antonieta son siempre extremas. Sin embargo, conforme ella madura, lentamente empieza a encontrar su camino como esposa, madre y reina, pero sólo para resultar trágicamente abatida en una sangrienta revolución que altera a Francia para siempre.

Columbia Pictures Presenta en asociación con Pricel y Tohokushinsha una producción de American Zoetrope, MARÍA ANTONIETA: LA REINA ADOLESCENTE, protagonizada por Kirsten Dunst, Jason Schwartzman, Judy Davis, Rip Torn, Rose Byrne, Asia Argento, Molly Shannon, Shirley Henderson, Danny Huston y Steve Coogan. La cinta está dirigida por Sofía Coppola, de un guión de Sofía Coppola basado en el libro de María Antonieta, la reina adolescente: la jornada de Antonia Fraser. Los productores son Ross Katz y Sofía Coppola. Los productores ejecutivos son Fred Roos y Francis Ford Coppola. El coproductor es Callum Greene. El director de fotografía es Lance Acord, ASC. El diseñador de producción es K. K. Barrett. La editora es Sarah Flack. La diseñadora de vestuario es Milena Canonero. El compositor musical es Brian Reitzell.


UNA NUEVA VISIÓN DE MARÍA ANTONIETA: LA REINA ADOLESCENTE

MARÍA ANTONIETA: LA REINA ADOLESCENTE marca la tercera película de la escritora y directora Sofía Coppola, y por mucho la más ambiciosa. Transforma a la mal entendida María Antonieta a través de su refrescantemente moderno y optimista enfoque que está desprovisto de convenciones de la época. En su lugar, ha creado una conmovedora historia de angustia y espíritu adolescente que trasciende a todos los tiempos. La impresionante visión personal de Coppola, así como su estilo visual imaginativo reimagina a María Antonieta y a la corte completa de Versalles por medio de la lente de la cultura popular de hoy en día.

“Todo lo que hicimos se basa en investigaciones sobre la época, pero visto de manera contemporánea”, dice Coppola. “Mi temor más grye era hacer una película tipo ‘Obra Maestra Teatral’. No quería hacer una película árida, de época histórica llena de tomas distantes y frías. Para mí era muy importante contar la historia a mi manera. Igual que quise que PERDIDOS EN TOKIO se sintiera como si acabaras de pasar dos horas en Tokio, quería que esta película permitiera al público sentir cómo habría sido Versalles en esa época y realmente perderse en ese mundo”.

MARÍA ANTONIETA: LA REINA ADOLESCENTE conjura actualmente imágenes de una glamorosa reina que vivió en el lujo y que pronunció las inmortales palabras: “déjenlos comerse el pastel”, mientras la clase campesina francesa moría de hambre. Finalmente los campesinos se levantaron y ella fue sentenciada a muerte por su obvio desdén e indiferencia. Sin embargo, investigaciones históricas recientes demuestran que mucho de lo que se pensó que sabíamos de María Antonieta fue sólo un mito, y de hecho, ella nunca pronunció esas palabras inmortales que se le acreditan con tanta insistencia.

La María Antonieta Real era una adolescente incauta y perdida que no estaba preparada para asumir su papel como jugadora importante en la turbulenta historia de Francia de finales del siglo XVIII. La princesa nacida en Austria fue embarcada a Versalles a los 14 años de edad, donde se sintió impresionada por la rígida etiqueta, la brutal violencia intrafamiliar y los implacables chismes de la corte real francesa. Atrapada en un desapasionado matrimonio y forzada a vivir bajo la imperdonable mirada del público, María Antonieta encontró un escape en el único refugio que pudo tener: los sensuales placeres de la juventud. Pero su frivolidad la hicieron el objeto del escándalo, el blanco de la propagya política y un conveniente chivo expiatorio para una sociedad golpeada por la pobreza y al margen de una revolución. Al final, enfrenta a sus enemigos y acepta su destino con dignidad y valor.

La verdadera historia de la mal entendida María Antonieta vuelve a captar la atención del mundo en el año 2002 con la publicación de la increíblemente bien escrita biografía María Antonieta, la reina adolescente: la jornada de Antonia Fraser. El libro obtuvo de inmediato ovaciones por su meticulosa investigación, la cual ofrece un punto de vista completamente nuevo y diferente de la tan satanizada monarca. Fraser pintó la imagen no de una imperiosa reina ajena al sufrimiento, sino más bien la de una inquieta adolescente cálida y empática por naturaleza, aunque no preparada para las demyas de su vida tan pública en la corte real francesa de Versalles y las intrigas del poder político.

La ironía fue que, a pesar de estar rodeada de miles de espectadores y asistentes, María Antonieta se sentía absolutamente aislada y sola; una jovencita atrapada en un mundo de fantasía que le daba muy poca de la preciosa libertad.

Fue este extraño y sorprendente enfoque sobre María Antonieta lo que atrajo la atención de la escritora y directora Sofía Coppola. Como la mayoría de nosotros, Coppola estaba familiarizada únicamente con los mitos estándar sobre la reina más infame del mundo. A través de la biografía que hace Fraser, surge una joven mujer más humana, compasiva y creíble. Una María Antonieta que era vibrantemente joven e impresionantemente contemporánea en sus luchas (con soledad, chismeríos, deseos, amor y madurez) excepto que las consecuencias de su jornada se desarrollaron en una enorme etapa histórica.

“Había oído los clichés normales sobre María Antonieta y su decadente estilo de vida”, comenta Coppola. “Pero nunca me había dado cuenta antes de lo jóvenes que eran realmente ella y Luis XVI. Eran básicamente adolescentes a cargo de manejar Francia durante un periodo muy volátil y desde dentro de un escenario increíblemente extravagante, la corte real de Versalles. Eso fue lo primero que me interesó: la idea de que hayan puesto a estos jóvenes en esa posición y tratar de averiguar por lo que pasaron tratyo de crecer en una situación tan extrema”.

Mientras más aprendía de ella, Coppola más se fascinaba por la experiencia interna de María Antonieta. Se sintió intrigada por la historia de cómo María Antonieta fue totalmente desarraigada en medio de su adolescencia, casada con una figura de la realeza que no le ofreció jamás calidez o afecto, sujeta al severo escrutinio, reglas arbitrarias y el ridículo público; y al mismo tiempo se le otorgó licencia para satisfacer todos sus caprichos. Coppola se preguntó cómo habría manejado una situación así, completamente irreal, una adolescente moderna.

“Me interesaron las cosas por las que pasó María Antonieta que eran relatables a nivel humano”, continúa Coppola. “En Francia se le veía básicamente como una extranjera y tuvo que tratar con su familia política que no la aprobaba, con un esposo que no estaba interesado en ella y con esta corte completa, la cual fue siempre sumamente crítica con ella. Era como la chica nueva de la escuela, pero en un ambiente totalmente ajeno. Me puedo imaginar que se alejaba a una habitación privada con sus amigas para escapar de las severas reglas de etiqueta de la corte. Empecé a imaginar cómo sería estar en una situación similar. En toda la historia está representada como una villana, pero conforme leía sobre ella, me parecía cada vez más dulce, un poco ingenua o refugiada, pero sobre todo, una persona de buen corazón, creativa, totalmente ajena al mundo fuera de Versalles”.

Coppola también se interesó en María Antonieta como una joven esposa que luchó desesperada por complacer a su esposo pero que fue incapaz de hacerlo feliz. “Me conmovió mucho la idea de que como ella era tan infeliz en su matrimonio, empezó a comprar cosas e ir a fiestas a manera de distracción, como lo haría cualquier esposa rica contemporánea en un matrimonio sin amor. En realidad no quería ir a casa a ver ese hombre que siempre la rechazaba, entonces encontró otras formas de distraerse”, observa Coppola.

Con el fin de transmitir todas estas ideas, Coppola razonó que tendría que escribir la historia de MARÍA ANTONIETA: LA REINA ADOLESCENTE de manera completamente diferente. En vez de la épica tradicional y arrasadora, quería contar un cuento más íntimo, envestido con toda la energía y la ansiedad de una joven mujer que empieza a vivir. Su María Antonieta era una mujer imperfecta, finalmente redimida por la gracia que muestra bajo fuego.


UN ENFOQUE FRESCO

“Mi objetivo principal no era hacer una gran épica histórica”, dice Coppola de su enfoque original de MARÍA ANTONIETA: LA REINA ADOLESCENTE. “Su vida es una crónica histórica enorme y, aunque siempre respeté eso, quería contar una historia mucho más impresionista desde el punto de vista de María Antonieta conforme la vemos crecer y madurar. La mayoría de las historias que conocemos de ella vienen de las percepciones de otras personas. Me interesaron mucho menos los puntos de vista políticos e históricos de ella y mucho más su experiencia personal. Más que una representación sofocante y formal, quería revelar la manera en que la gente debe haberse comportado cuando estaban detrás de puertas cerradas”.

Justo desde el principio, Coppola se concentró en un enfoque iconoclástico, no sólo en la historia, sino en su presentación, involucryo un estilo distintivamente moderno y gráfico, esperyo dar un giro al tema histórico hacia un punto de vista que fuera más inmediato, emocional y visceral. “La idea era captar en el diseño la forma en la cual imaginé la esencia del espíritu de María Antonieta”, explica Coppola. “Entonces los colores acaramelados de la película, su atmósfera y la música de adolescentes reflejan y tienen el objetivo de evocar cómo vi ese mundo desde la perspectiva de María Antonieta. Vivía en un mundo rodeado de seda y lujos. Estuvo intocable dentro de una burbuja justo hasta el mero final”.

Coppola se acercó a la biógrafa histórica Antonia Fraser para hablar sobre adaptar su libro en una película sumamente estilizada. Fraser estuvo tanto sorprendida como complacida por el singular enfoque de la directora hacia romper los mitos que rodean a María Antonieta. “Me sentí muy atraída por el entusiasmo de Sofía”, dice Fraser. “Venimos de ángulos mucho muy diferentes, pero ella tenía su propia visión de María Antonieta y una maravillosa intensidad”.

“Sofía entendió que las cosas que le sucedieron a María Antonieta fueron absolutamente extraordinarias”, dice Fraser. “Primero, fue esencialmente vendida a la esclavitud para convertirse en una princesa francesa. Luego, se supuso que apoyaría a Austria a los 14 años. La meten en ese extraño y no consumado matrimonio pero se suponía que debía engendrar un hijo. Sofía muestra de manera compasiva cómo Maria Antonieta trató de manejar esta extraordinaria situación. Todo lo que compraba, su extravagancia y su decadencia fueron una reacción ante todas las terribles cosas que le sucedían, aunque ella nunca provocó nada. Me gustó mucho ese enfoque”.

Cuando ideó la historia a su manera, Coppola encontró inspiración en otras fuentes modernas también, especialmente el movimiento de música pop de la década de 1980: New Romantic, el cual en sí mismo estuvo bastante influenciado por los ideales de extravagancia del siglo XVIII. Los artistas que se presentaron en New Romantic como son Bow Wow Wow y Adam Ant, entre otros, celebraron el glamour, la moda lujosa y la diversión hedonista durante ese periodo como una especie de contraparte tanto del aburrimiento del rock clásico como de la ira primaria de la música punk. Coppola vio la música como una lente moderna en la cual la visión de María Antonieta, y canciones como “I Want Cyy” de Bow Wow Wow parecían servir como una expresión perfecta y moderna de los impulsos de María Antonieta para encontrar satisfacción a través del placer.

“En verdad quería traer un poco del espíritu de New Romantic porque sentía que tenía una mezcla similar de juventud, color y decadencia”, dice Coppola. “Ésta es una versión más divertida de la historia que refleja a los adolescentes en un momento decadente. Al mismo tiempo, siempre hay una sensación de que mientras están de fiesta en el olvido, la revolución está justo a la vuelta de la esquina”.



BUSCANDO A MARÍA ANTONIETA

Incluso antes de que Coppola empezara a escribir el guión para MARÍA ANTONIETA: LA REINA ADOLESCENTE ya tenía visualizada únicamente a una actriz para el papel principal: Kirsten Dunst, quien parecía poseer tanto el espíritu como la deslumbrante complexión pálida por lo cual se hizo tan famosa la reina francesa. Dunst, quien hizo su debut en HISTORIAS DE NUEVA YORK de Woody Allen y continuó ganyo un Golden Globe por ENTREVISTA CON EL VAMPIRO de Neil Jordan, trabajó por primera vez con Coppola en la ovacionada cinta que marcó el debut de la directora, LAS VÍRGENES SUICIDAS. Desde entonces ha interpretado papeles en exitosas películas que van desde la popular cinta de adolescentes TRIUNFOS ROBADOS, hasta la mujer fatal de la súper exitosa serie de EL HOMBRE ARAÑA®, y la comedia surrealista ETERNO RESPLYOR DE UNA MENTE SIN RECUERDOS.

Coppola dice: “en todo lo que leí sobre María Antonieta me imaginaba a Kirsten. Tiene esa misma cualidad de ser una rubia intensa y llena de vida que tiene en la cabeza mucho más de lo que la gente supone. Kirsten también tiene el mismo espíritu juguetón y creativo que percibí en María Antonieta. Tiene esa cierta mezcla de encanto y profundidad, y siendo parte alemana, también tiene el color de piel y la apariencia perfecta para el papel. Sabía que Kirsten daría vida a María Antonieta, justo como yo me la había imaginado”.

La biógrafa Antonia Fraser estuvo igualmente emocionada respecto al reparto. “Pensé: ‘es absolutamente la cara correcta’”, dijo cuando escuchó que sería Dunst quien interpretaría a la monarca. “Es exactamente el tipo de ojos de piedra preciosa y la belleza que la hicieron tan atractiva. Cuando la vi en persona, pensé que era su doble perfecto. En especial, tiene la cualidad de ser tan graciosa que hizo tan famosa a María Antonieta”.

Igual que Coppola, Dunst se sintió cautivada por el concepto de María Antonieta como una adolescente vivaracha, dulce, pero ligeramente rebelde que se encuentra sola en circunstancias increíbles de lujo y escrutinio. De inmediato sintió un vínculo entre María Antonieta y su contraparte actual, la desaparecida Princesa Diana, otra joven extraña que luchó para encontrarse a sí misma en medio de un culto sofocante de celebridades y realeza.

Para Dunst, todas las líneas paralelas entre María Antonieta y su propia vida como niña actriz también resonaron. “Me pude relacionar con ella porque empecé a actuar cuando tenía 11 años y desde entonces he estado rodeada constantemente de adultos, rodeada constantemente de gente que siempre trato de complacer. Es por eso que en verdad entiendo la situación en la que estuvo María Antonieta; abandonar su hogar y llegar a este lugar donde tenían tantas expectativas y juicios preconcebidos sobre su persona”.

Dunst continúa: “cuando hay tantas personas poniendo atención en ti y espera tanto de ti, puede hacerte sentir aislada y sola. Estás siempre preguntándote: ‘¿esta persona me está utilizando?’ o ‘¿cómo me ve la gente?’ Esto creó en María Antonieta una especie de tristeza que nunca antes se había visto. Creo que Sofía probablemente quería que yo interpretara a María Antonieta porque vio que tenía la misma tristeza y soledad”.

Aunque la película cubre aproximadamente 19 años de la vida de María Antonieta y requirió que Dunst pasara de un lado a otro en el tiempo en las diferentes tomas, vio la evolución emocional de María Antonieta como muchas veces impedida por sus circunstancias tan poco normales. “Pienso que con los años María Antonieta llegó a ser un tipo de niña sabia”, observa Dunst. “Llegó a Versalles de adolescente, pero ahí estuvo tan aislada que siguió siendo una niña durante mucho tiempo de su vida. Su tragedia es que no quería realmente salir de ahí y convertirse en adulto hasta que fue demasiado tarde”.

Para Dunst, parte del reto de interpretar a María Antonieta fue crear un personaje que no tuviera la sensación sólida de ser una persona completa. “Tuve que permitirme a mí misma lo más posible para no preocuparme por sentirme sólida”, explica. “Pero ésa es la parte que más me interesó de lo que estaba haciendo Sofía. Ésta no es una parte de la historia, es más bien la historia de una niña que era muy humana, muy real y muy entendible para nosotros hoy en día. La gente a menudo no actúa de la manera que la ves en una película de época y Sofía quería algo mucho más natural, sin acentos. Para mí, fue mucho más liberador y creo que ayudará a que todos entiendan mejor todo por lo que pasó María Antonieta”.

La oportunidad de trabajar de nuevo con Coppola fue también una gran motivación para Dunst. “Sofía es casi como mi hermana mayor, en cierto modo”, señala. “Lo que es muy agradable es que nunca hemos tenido que sobre analizar las escenas o hablar demasiado de ellas porque creo que sé bastante bien lo que ella quiere, casi todo el tiempo. La admiro y la admiraré siempre, pero también me hace sentir muy segura de mí misma con lo que estoy haciendo. Además, me gusta en especial trabajar con una directora mujer. Siempre creó una atmósfera abierta y relajada”.

Con el fin de prepararse para el papel, Dunst se sumergió en algunas de las actividades más famosas de María Antonieta. “Tomé clases de baile, lecciones de canto, clases de arpa, lecciones de etiqueta y mucho más”, confiesa. “Siento que aprendí un poco de las cosas que la gente hacía durante ese periodo”.

Dunst incluso tuvo que aprender el famoso “deslizamiento de Versalles”, que es el movimiento exagerado en el cual las damas con gigantescos vestidos largos parecía que nunca tocaban el piso.

Dunst se enfrentó a retos no sólo emocionales en la interpretación de la jornada de María Antonieta de la niña juguetona a la trágica reina, sino también a desafíos físicos de ser transformada en una diosa de la moda del siglo XVIII con corsés que le comprimían las costillas, una cabellera verdaderamente masiva y una gran cantidad de maquillaje, incluyendo generosos círculos de rubor que fueron tan emblemáticos de la aristocracia francesa. “El proceso diario fue bastante brutal”, admite Dunst. “Había aplicaciones constantes de shampú en seco y spray para el cabello, y siempre me estaban poniendo encima más y más cosas. Con frecuencia necesitaba un descanso después de las sesiones de peinado y maquillaje porque eran muy estresantes”.

Respecto al uso de los terribles corsés, a Dunst le asombró cómo podían las mujeres soportar algo así. “Es muy difícil respirar y es una sensación extraña sentir tu cuerpo debajo de toda esa ropa de la época, entonces trataba de ponerme lo menos posible que podía. Usé corsé en Versalles pero una vez que María Antonieta llega a Le Petit Trianon, quería que se sintiera más libre y poder sentir la tela contra mi piel para transmitir ese cambio. Siempre presentí que María Antonieta se debe haber sentido como un ave, siempre tratando de salir de todas esas jaulas que tenía a su alrededor”.

UN INESPERADO LUIS XVI

Justo como Coppola visualizó a Kirsten Dunst como María Antonieta, también tenía en mente una imagen similar a la de Jason Schwartzman como el rey Luis XVI, conocido como el monarca más extraño, tímido y reacio de Francia, quien llegó a la delantera con una extraordinaria actuación en TRES ES MULTITUD de Wes Yerson, y más recientemente ha sido visto en papeles contemporáneos en cintas como YO AMO HUCKABEES de David O. Russell y LA CHICA DEL MOSTRADOR de Steve Martin. Fue una elección inesperada para una obra de época, lo cual es parte de todo lo que ha comprobado que Coppola tenía razón en sus elecciones.

“Siempre sentí que había algo compasivo en Luis XVI”, comenta Coppola. “No estaba destinado a ser rey y estuvo en esa posición sólo porque su hermano mayor murió. Creo que estaba inundado de esa sensación de no ser el adecuado: tenía mala vista y decía que era un inepto para muchas de las grandes cosas de la vida. Por eso sentí que Jason, quien tiene esta parte muy vulnerable y sensible, haría un Luis más conmovedor y creíble. Le proporciona alma y sentimiento a Luis XVI. Y otra cosa sobre Jason es que parece un Bourbon. Cuando ves las pinturas antiguas, encaja de maravilla, aunque Antonia Fraser dijo, y estoy de acuerdo con ella, que Jason es mucho más guapo que Luis”.

A Coppola también le impresionó la manera en que Schwartzman asumió el papel, subiendo casi 20 kilos de peso para interpretar al famosamente regordete monarca y tomó exhaustivas lecciones y clases con el fin de aprender a bailar, cabalgar y tener el comportamiento de la realeza del siglo XVIII, si bien es en una manera medio “nerd” y miope.

Schwartzman se asombró del enfoque intrépidamente moderno de Coppola. “Me gustó la idea de dar a estas figuras históricas una especie de resucitación boca a boca y ayudar a dar vida a Luis XVI”, comenta. “Cuando pensamos en figuras históricas o en alguien de hace mucho tiempo, tendemos a olvidar que fueron personas reales que en ocasiones sentían miedo y en otras se sentían demasiado llenos, a veces orpimidos, a veces con dudas. Recuerdo que cuando vi Amadeus de niño fue la primera vez que me daba cuenta de que la gente del siglo XVIII también se reía. Yo era muy pequeño y mi percepción del pasado era en gran medida: ‘son viejos y fríos y cerrados’. Ver esa película me cambió, hizo que esa gente se volviera real y accesible. Lo que me encantó fue que la película toma muy en serio a los personajes sin perder de vista nunca el hecho de que no importa lo que hicieron o lo genios que fueron, siempre son, al final del día, simplemente personas. Eso es muy cierto también en MARÍA ANTONIETA: LA REINA ADOLESCENTE. No es como ver personas arriba de un pedestal desde lejos, así era con María Antonieta y Luis en sus días. Entonces, resulta ser una historia muy íntima sobre algo enorme”.

Schwartzman se metió por completo en la vida de Luis en preparación para su papel, un proceso que lo llevó a cuando menos tanta confusión como certeza. “Parece que la imagen de quien fue Luis es completamente diferente en la interpretación de los historiadores”, dice. “Incluso su diario personal no era nada personal. El día que conoce a María Antonieta, la mujer con quien va a pasar el resto de su vida, escribe en su diario: ‘hoy conocí a la delfina’. Eso es todo. Y en su noche de bodas, cuando se supone que deben consumar su matrimonio, escribe: ‘no sucedió nada’. Punto. Entonces es muy difícil indagar lo que pensaba. Al final, después de toda la investigación, decidí hacer todo con base en el libro de Antonia y el guión de Sofía”.

Schwartzman visualizó conmovido el predicamento de Luis. “Llegué a verlo como un joven que fue puesto en una posición en la que se sentía agobiado. No se veía a sí mismo lo suficientemente fuerte, lo suficientemente guapo o lo suficientemente brillante para ser rey, pero también creía realmente que era la voluntad de Dios que él fuera rey”, comenta.

Sin embargo, cuando se trataba de su joven esposa, Luis estaba completamente perdido. Para sus escenas con Kirsten Dunst, Schwartzman recuerda el consejo de Coppola. “Me dijo que cada vez que hubiera un silencio incómodo, no tratara de llenarlo con algo y no intentara que Kirsten se sintiera cómoda; deja que la tensión se quede ahí”, dice. “Esto fue realmente difícil, en especial porque Kirsten es una persona encantadora. Pero creo que funcionó muy bien porque ves que María Antonieta está siempre muy ansiosa por gustarle a Luis y parece que no puede encontrar la manera de que le sea fácil sentirse tranquila en presencia de él”.

En la alcoba, todas las presiones de Luis y María Antonieta conducen a una increíble sequía de pasión durante siete años. Aunque las teorías sobre qué era lo que sucedía han ido de lo psicológico a lo fisiológico, Schwartzman tiene su punto de vista personal: “creo que Luis tenía ansiedad de desempeño, en un nivel altísimo”, observa. “Debe haber sido rudo ser tan joven y en la cúspide de tanto poder con todas esas personas mirándote y queriendo cosas de ti, y al mismo tiempo sentirte realmente extraño e incómodo bajo tu misma piel. Si tomas a dos personas en este predicamento y los pones en una situación de cama, puede suceder todo tipo de sentimientos inapropiados”.

Otro reto para Schwartzman fue dar vida a su personaje con pocas líneas preciosas de diálogo. “Luis es una persona silenciosa, pero con Sofía, el silencio en realidad nunca es silencio”, explica. “Pasamos por cada una de las escenas donde Luis está solo ahí sentado y hablamos sobre qué es lo que está pensando y qué tiene en la mente. Discutimos todas las cosas que realmente quería decir pero no podía. ¿Era realmente eso lo que pensaba Luis XVI? Nadie puede estar seguro, pero creo que llegamos a una buena síntesis entre lo que se conoce y la interpretación de Sofía”.

Durante todo el proceso, Schwartzman disfrutó especialmente trabajar con Coppola. “Desde el instante en que empezamos esta película, confié en ella con todo mi ser”, expresa el actor. “Creo que muchos de nosotros en el set compartimos experiencias similares y ella usó muchos recuerdos, referencias y páginas de nuestra vida para darnos a todos un territorio común durante la producción. Nos decía: ‘es como esta canción; o ‘es como esta película’ o ‘es como aquella vez que estábamos cenando', y realmente entendías de qué te estaba hablando”.

Mucho del papel fue una revelación para Schwartzman. “Ser un rey es algo que nunca pensé que me pedirían hacer”, admite. “Aprendí a andar en caballo, a bailar un minuet, a hacer reverencias y a usar la etiqueta propia del siglo XVIII. Ahora me puedo sentar a cenar a la mesa con lo mejor de Versalles y encajo muy bien. Ha sido una experiencia muy enriquecedora”.


ELIGIENDO A LA CORTE

Desde el momento en que llega a Francia, María Antonieta estuvo rodeada de una cultura enteramente nueva y una caótica corte de nobles en Versalles, quienes parecían venerarla o insultarla sin siquiera conocerla. Para aportar la parte humana a la vida de Versalles, Sofía Coppola continuó con su visión iconoclástica, eligiendo una amplia gama de personalidades distintas de todo el mundo para inyectar aire fresco y vida a las figuras del siglo XVIII quienes actualmente son en su mayoría sólo nombres en los libros de historia.

“Nuestro reparto es definitivamente excéntrico”, admite Coppola. “Tenemos a Rip Torn, un rey de Francia tejano, Asia Argento, una italiana Madame Du Barry y Judy Davis, la australiana condesa De Noailles, entonces es un grupo muy mezclado, que parecía ser el adecuado debido a que era una época muy excéntrica y decadente, y el reparto realmente le da un sabor extremo. Me encantó ver a estos actores imaginarse a los personajes”.

Todos los actores entraron al proyecto por razones similares: por la oportunidad de dar más color, brío y debilidades a los personajes históricos de lo que se requiere por lo general en el cine. Una actriz que se la pasó especialmente bien, según comenta ella, fue Judy Davis, la dos veces nominada para el Academy Award® que interpreta a la condesa De Noailles, una mujer que fue conocida, incluso por su propia familia, como “Madame Etiquette”. “Es una verdadera fanática de la moda”, dice Davis, “y esos personajes siempre son muy interesantes y divertidos de interpretar. También me parece que hay un poco de buen humor que tiene que descubrirse en ella. Cada impulso de María Antonieta fue luchar contra el sistema total de privilegio, forma y etiqueta en Versalles, y mientras tanto, mi personaje tiene un fervor casi religioso por ese sistema. Era su vida y su estructura”.

Davis también disfrutó el estilo de Coppola en el set. “Es una directora muy juguetona con un ligero toque y eso es muy refrescante”, comenta. “Y escribió un guión muy moderno”. Ese guión recordó a Davis cuántos mitos que se formularon hace siglos todavía siguen teniendo efecto sobre nuestras impresiones. “El poder de la propaganda es tal que hablar de María Antonieta del siglo XVIII todavía tiene un gran poder en la actualidad”, observa. “Será interesante ver si algo puede desmantelar los rumores que se han usado para condenarla desde que era una jovencita”.

Con sus antecedentes en Shakespeare, el ganador del Emmy y del Golden Globe, Rip Torn, también se sintió emocionado de volver al pasado, con un punto de vista más moderno. Torn interpreta al rey Luis XV como un impenitente sensualista, cuya principal apreciación de María Antonieta está basada en sus atributos físicos. “Sofía dijo: ‘me gustaría verte con mallas otra vez’”, recuerda Torn, muerto de risa, cuando hizo su audición para el papel. “Dijo que se acordaba de mí haciendo obras de Shakespeare y Molière, usando todo el vestuario de la época como si hubiera vivido en ella. Tenía perfectamente concebido que nunca tendría oportunidad de interpretar este tipo de papeles de nuevo, entonces ha sido como algo milagroso, una experiencia extraordinaria para mí”.

Para la autora Antonia Fraser, la selección de Torn como Luis XV fue una de las más intrigantes de la película. “Realmente captó la esencia de un viejo sátiro”, comenta.

Mientras tanto, el cómico británico y gran estrella de la pantalla Steve Coogan (24 HOUR PARTY PEOPLE, TRISTRAM SHYY: A COCK Y BULL STORY) asumió el papel del conde Mercy D’Argenteau, el elegante embajador austriaco a quien se le dio la misión de servir como consejero de María Antonieta a su llegada a Versalles. “El conde Mercy es muy político”, de acuerdo con Coogan. “Trata de engatusar y manipular a María Antonieta, sabiendo que en realidad no puede confrontarla. Siempre encubre sus palabras de manera que no ofendan a su majestad, aunque pienso que en ocasiones sólo está tratando de apuñalarla por la espalda”.

Igual que el resto del reparto, a Coogan le sorprendió la imagen de María Antonieta que creó Coppola. “En esta versión, María Antonieta fue en verdad la primera víctima de las malas relaciones públicas”, ríe Coogan. “Lo que me gustó mucho es el hecho de que Sofía trató de hacer una historia sobre ella que resonara con una generación más joven. No hizo un drama sin ninguna relevancia para la gente de la actualidad. Dibuja una línea paralela con el culto de celebridad actual del que todos estamos conscientes”.

La actriz norteamericana Molly Shannon tenía nueve meses de embarazo cuando supo que la estaban considerando para un papel en MARÍA ANTONIETA: LA REINA ADOLESCENTE. Su agente por poco rechaza la película, preocupado de que Shannon querría tomarse un tiempo libre para dar a luz, pero Shannon le dijo a Coppola que haría lo que fuera necesario para que le diera el papel. Diez días después de dar a luz, estaba en el set en Francia, con su recién nacido en brazos. “Creo que hay muy pocas directoras mujeres haciendo lo que hace Sofía, me emocionó mucho trabajar con ella, no me lo podía perder”, dice Shannon.

Mejor conocida por su trabajo como parte del ensamble de “Saturday Night Live”, Shannon también vio un elemento cómico en su papel como la real tía Victoire, la hija de en medio de Luis XV. “Las tías de la realeza estaban muy al día de todo el chismerío de Versalles”, señala Shannon. “Me parece que eran mujeres que nunca se casaron, estaban aburridas y se sentaban alrededor del castillo con nada mejor que hacer que hablar de todo mundo, de quién dormía con quién, etcétera. En ese sentido, son personajes grandiosos”.

Otra actriz que tuvo una visión única de su personaje es el icono del pop, Marianne Faithfull quien interpreta a la madre de María Antonieta, una mujer con puño de hierro y un gran sentido común por la política, María Teresa, emperatriz de Austria. A Faithfull no sólo se le considera con frecuencia la realeza del rock y roll, sino que también es descendiente de nobles vieneses. “Mi madre fue aristócrata austriaca y tuve 800 años de antecedentes para este papel”, señala Faithfull.

El cineasta convertido en estrella de la pantalla, Danny Huston, quien interpreta al hermano mayor y favorito de María Antonieta, el emperador Joseph II, se sintió también fascinado con la manera tan exclusiva de Coppola de recontar esta legendaria historia. “Sofía me recuerda una versión contemporánea de otros grandes directores con quienes trabajé”, dice Huston. “Tiene una visión muy joven para las cosas y creo que un gran estilo para describir su versión de María Antonieta que es sexy y cándida. Cuando digo eso no me refiero a que no tenga profundidad, sino más bien a que es una visión muy llena de color de estos personajes que estuvieron atrapados en un mundo muy superficial. Pero como dijo Oscar Wilde: ‘Sólo la gente superficial puede no ser superficial’”.

Repitiendo los sentimientos de sus compañeros del elenco, Huston disfrutó especialmente trabajar de cerca con Dunst como María Antonieta. “Es absolutamente maravillosa en este papel”, resume. Es como una niña atrapada en una jaula de oro muy elaborada. Es tan hermosa y delicada, y tan agradable, pero al mismo tiempo está tan sola. Cada vez que la miraba, se me partía el corazón”.


ASEGURANDO LAS LLAVES DE VERSALLES

Aunque Sofía Coppola siempre tuvo su propia visión de la apariencia de MARÍA ANTONIETA: LA REINA ADOLESCENTE desde un principio esperaba casar todo eso con locaciones auténticas. Su deseo fue concedido cuando el gobierno francés le otorgó un permiso especial para filmar en el Palacio de Versalles, literalmente ofreciéndole las gigantescas llaves de hierro de las habitaciones del palacio que están fuera de los límites del turismo, desde la recámara de María Antonieta, hasta el legendario pasillo de espejos donde María Antonieta una vez escuchó tocar a Wolfgang Amadeus Mozart. Debido al aprecio que tienen los directores del palacio por el trabajo de Coppola, Sofía se convirtió en la primera cineasta que haya obtenido acceso ilimitado al gran monumento histórico. “Tuve más acceso a Versalles que al Park Hyatt de Tokio para PERDIDOS EN TOKIO”, señala Coppola.

Uno de los monumentos históricos más famosos del mundo y un perdurable símbolo de riqueza, realeza y lujo, el Palacio de Versalles fue comisionado originalmente por el rey Luis XIV, quien contrató al talentoso arquitecto Jules Hardouin Monsart para crear el palacio más grande de Europa en el sitio donde se encontraba la antigua casa de campo de su padre, donde solía ir de cacería. El gran complejo estaba rodeado de espléndidos jardines diseñados por André Le Nôtre, mientras que los interiores fueron decorados por el celebrado pintor Charles Brun. Las paredes se adornaron con obras maestras de artistas franceses. El resultado, terminado a principios de la década de 1680, fue verdaderamente masivo, un impresionante palacio capaz de albergar a 20,000 personas, tan grande que los historiadores señalan que una significativa porción del titubeante ingreso de Francia en el siglo XVIII se gastaba sencillamente para mantener el palacio.

Con más de 700 habitaciones, 2,000 ventanas, 1,250 chimeneas, 67 escalinatas y aproximadamente 1,800 acres de jardines con fuentes, estatuas y adornos florales, Versalles proporcionó una inimitable locación para la película. “Fue emocionante filmar en el lugar donde muchos de estos eventos se llevaron a cabo realmente”, dice Coppola. “Y nos dieron extraordinaria libertad. De hecho, hasta nos permitieron estacionar los camiones frente al palacio y mantener el equipo de cámaras en la habitación de María Antonieta”.

Continúa: “pudimos filmar la boda de María Antonieta en la catedral real donde se casó y, al final de la película, pudimos filmar la escena donde ella sale a un balcón con todo el pueblo debajo de éste donde realmente sucedió. Poder recrear estos extraordinarios momentos en lugares reales donde sucedieron fue una experiencia maravillosa y única”.

Aunque también los retos fueron muy reales. El diseñador de producción K. K. Barrett se dio cuenta rápidamente de que Versalles sería una locación un tanto truculenta aunque muy inspiradora. “Cuando supe que tendríamos acceso sin precedente a Versalles, me emocioné mucho. Considerando la escala del palacio y la riqueza que representa, habría sido casi imposible repetirlo en otro lado”, dice. “Pero la realidad es que Versalles es un museo, una especie de representación congelada de cómo fueron ahí las cosas y teníamos que representarlas de algún modo como si estuvieran completamente vivas. Poco a poco, se nos permitió entrar a embellecer las habitaciones y traer comida, mobiliario y cortinas para hacerlo sentir como si miles de personas estuvieran viviendo ahí”.

Por el bien de la preservación, había también un sinnúmero de reglas que se tenían que seguir. “En algunas habitaciones, no podíamos abrir las persianas porque la exposición al sol podría destruir el color de las telas y/o ocasionar que algo empezara a desintegrarse”, explica Barrett. “Tampoco pudimos usar nada de los muebles de Versalles, lo cual respetamos, por supuesto, pero eso significó que tuvimos que encontrar y traer nuestros propios muebles, y además tendrían que ser competitivos con la escala de lo que ya estaba en las paredes, lo cual fue una labor bastante difícil”.

A pesar de la intimidad de la película, Versalles también dio a Barrett una oportunidad para complacerse con un poco de ostentación salvaje. “Había un patrón de riqueza e indulgencia, y de decadencia en Versalles, el cual tomamos al pie de la letra y elaboramos sobre él, mientras que al mismo tiempo mantuvimos esa clase de inocencia inquieta e ingenuidad que caracterizaba a María Antonieta”, dice. “No es el antiguo mundo de Francia lo que vemos. En vez de eso, todo se ve a través de los cristales color de rosa de nuestra María Antonieta”.

En cuanto el reparto llegó a Versalles, todos se sintieron atrapados en la grandeza del lugar. “Nos llevaron a conocer todo el palacio y nos mostraron apartamentos secretos y escaleras secretas y todos los pequeños salones y edificios a los que nadie más puede entrar, fue verdaderamente asombroso tener tanto acceso al pasado”, dice Schwartzman. “Una cosa que me pareció increíble fue la escala del palacio. Ahora, cuando voy a Londres y veo el Palacio de Buckingham pienso: ‘es muy pequeño’”.

El hecho de que Versalles es también una atracción turística importante complicó todo durante la filmación, ya que permaneció abierto al público todo el tiempo que duró la producción. En un punto, Schwartzman estaba caminando en los jardines de Versalles con su vestuario completo de Luis XVI para meterse en el personaje porque iba a filmar una escena, cuando un grupo de turistas lo rodearon y lo sorprendieron. Coppola comenta: “dijo que nunca dejó de interpretar a su personaje así que me pregunto si alguien reportó haber visto un fantasma de Luis aquel día”.
 

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