"PERDIDOS EN TOKIO"

de Sofía Coppola

 

 

Nominada al Oscar 2003 en la categoría Mejor Película, "Perdidos en Tokio" es un pequeño y austero retrato sobre la angustia y la desazón en las grandes ciudades.

Sofía Coppola elige como elemento motivador para su recóndita historia a dos personajes emblemas del imaginario social moderno como es el caso del actor maduro que se gana la vida realizando cortos publicitarios (interpretado por el comediante Bill Murray) y una joven universitaria, egresada de Yale (Scarlett Johansson), que debe permanecer en Tokio junto a su esposo fotógrafo (Giovanni Ribisi) por motivos profesionales. Los encuentros casuales entre estos dos solitarios seres se producen, de manera mágica e inocente, en el marco de un babilónico Tokio, captado casi en forma documentalística por la cámara precisa de la directora que al igual que con su ópera prima "Vírgenes Suicidas", nutre de un rigor formal y un manejo exquisito de la 'abulia' esta delicada pieza maestra donde se confunden agónicos sentimientos y miradas encontradas. El hecho más cautivante es que el lugar del deseo se desvanece en función del mutuo apoyo filial que se prodigan los personajes, circunstancia que acerca a "Lost in Translation" a otras producciones eminentemente visuales como "El rayo verde" de Eric Rohmer; la innovadora "Harold and Maude" o algún que otro film de Win Wenders.

De sus predecesoras, "Perdidos en Tokio" captura el tema de la incomunicación pero a su propio modo, mostrando los distintos grados de indefensión colectiva a través de los rictus y comportamientos de las desquiciantes urbes. El vacío individual está aquí representado por una sucesión de gestos cotidianos cuasi-histéricos vinculados con espacios públicos (locales de videojuegos, canto-bares, clubes de strip-tease) cuyo único fin es explicar con simpleza y un fino sentido del humor, la recurrente falta de entendimiento en las conversaciones. Para los nostalgiosos, si Bertolucci hubiera querido erradicar el alto componente sexual de "Ultimo tango en París", el resultado sería este paseo por el boulevard de la soledad que es el film de Sofía Coppola. Para reforzar las conductas vagas y el errar permanente de su pareja protagónica, la joven realizadora (que ya supera con creces a su consagrado padre) elige una reposada banda de sonido donde no sólo vuelve a depositar su mirada en el grupo Air sino también repite su gusto 'oldie' en materia de grupos clásicos de décadas pasadas como  Jesus and Mary Chain, The Pretenders, Roxy Music y My Bloody Valentine.

Silvia G Romero  

 

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