"PIRATAS DEL CARIBE: EN EL FIN DEL MUNDO"
de Gore Verbinski


Regreso a las Bahamas
Después de las tres duras y sudorosas semanas en que filmaron la secuencia de Singapur, la compañía voló de regreso a la isla de la Gran Bahama a fines de septiembre de 2005 para seguir con la filmación de El Cofre de la Muerte en el enorme tanque y en el mar abierto, con el coordinador marino Dan Malone y el coordinador náutico del filme Will White, además de sus respectivos equipos de docenas de personas que permitían mantener las embarcaciones a flote.
Apenas terminado el receso de las Fiestas, la compañía volvió a las Bahamas por última vez la segunda semana de enero de 2006. Primero, de regreso en la arena de Cayo Blanco en Las Exumas, Verbinski filmó la escena de “Parlay” con los pistolones de Johnny Depp, Geoffrey Rush, Orlando Bloom, Keira Knightley, Bill Nighy y Tom Hollander (intercalado con las escenas finales de la lucha de espadas de El Cofre de la Muerte, que todavía no estaba terminada). “Las Exumas, que usamos en ambas películas, eran muy difíciles pero a la vez increíblemente organizadas”, dice el primer asistente director Dave Venghaus. “Tendría que haber sido mucho más penoso de lo que fue en realidad. Volvimos tres veces a ese lugar para concluir el trabajo, y tuvimos un equipo increíble que trabajó en conjunto para que todo saliera bien. Los departamentos de transporte y náutica pusieron nuevamente dos enormes barcazas a nuestra disposición, con Cayo Blanco como base, y nosotros nos llevamos al elenco y también al equipo a la isla en una embarcación más pequeña. La dotación aceptó el desafío y no les fue nada mal.”
Entonces volvieron al tanque en Gran Bahama, con las tomas que alternaban entre las secuencias finales que debían completar El Cofre de la Muerte y las numerosas secuencias en el agua que exigía En el Fin del Mundo. El clima en la Gran Bahama se había enfriado considerablemente, de modo que los actores tuvieron que empezar a abrigarse con chaquetas para hacer las tomas nocturnas. El último invierno, por otra parte, presentó un mar muy picado, tal como les tocó reconocer a Verbinski y a la compañía en la noche del 2 de febrero de 2006, cuando trataban de filmar una secuencia verdaderamente excitante de En el Fin del Mundo, en la cual Elizabeth Swann y un grupo de piratas chinos escapan de su prisión en el El Holandés Errante trepándose a un tablón que conecta ese barco con el Empress—el buque insignia del capitán Sao Feng—, que estaba siendo remolcado. Un viento persistente chicoteaba las aguas provocando remolinos, con el Dutchman y el Empress sacudidos como dos barcos de juguete, y la lanchita que servía de apoyo todavía peor. “Esa fue una noche surrealista”, recuerda George Marshall Ruge, el coordinador de dobles. “Los dobles tenían que cruzar un tablón de 150 pies de largo, mano a mano, sosteniéndose como podían con las piernas atadas a cuerdas. La demanda física fue realmente extrema, pero lo que no pudimos prever fue el mal tiempo y el mar picado. No hablo de olas altas… había que caminar sobre una caldera agitada de agua enloquecida e impredecible. El mar se puso demasiado bravo para los barquitos que llevaban a la gente, el propio tablón subía y bajaba como 10 pies. Las condiciones no podrían haber sido peores. Terminamos usando otra embarcación que tenía techo para sostener a los dobles que se cayeran. Y el techo tuvo que ser reforzado, porque no había sido hecho para soportar el peso de la gente sobre él. Los dobles debieron cronometrar su pasaje desde la cuerda que subía y bajaba hasta el techo del bote. ¡Las verdaderas escenas peligrosas fueron las de detrás de cámara esa noche!”
Mientras los dobles, que son increíblemente valientes, trepaban las cuerdas entre los barcos, y las embarcaciones del departamento de náutica intentaban mantenerse a flote sin zozobrar (aunque uno zozobró, sin que hubiera heridos), el productor ejecutivo Eric McLeod observó: “Presten atención a esto. Nunca más verán una filmación de este tipo. En poco tiempo, todo esto será realizado con una pantalla azul. Estamos haciendo la historia del cine”.
El elenco de reparto, dependiendo de cuándo era necesario para la filmación, volvía y se iba de las Bahamas con regularidad. “Era un lujo”, considera Jonathan Pryce, quien representa al gobernador Weatherby Swann, “porque, desde que empezamos a filmar, hice una obra en el West End de Londres y un musical en Broadway mientras trabajaba para Piratas. Siempre es agradable volver, ver a los amigos, visitarlos por un par de días o por un par de semanas, e irse y hacer otra cosa.
Gracias a eso, la gente está muy contenta de volver a verme cuando llego”, agrega riendo. “No tengo más que admiración por este equipo, la mayoría de cuyos miembros trabajó en los tres filmes, con una energía constante, comparable con el entusiasmo y la creatividad de Gore en medio de esta máquina gigante. Gore siempre encuentra el tiempo necesario para sus actores y para la actuación, porque él sabe muy bien que es eso en última instancia lo que el público busca. En un film de estas dimensiones y con este éxito, no hay lugar para la complacencia. Es un poco como en un musical, donde nunca hay lugar para el cinismo. Nos reímos muchos en Piratas pero, cuando lo hacemos, lo hacemos sintiendo que se trata de la vida real.”
De manera bastante extraña, sin embargo, la última escena que debía filmar Johnny Depp para El Cofre de la Muerte, el 7 de febrero de 2006, era su primera aparición en la película como el capitán Jack Sparrow, saltando de un cofre que había sido arrojado al mar de Turquía. Por fin, Gore Verbinski podia concentrarse exclusivamente en En el Fin del Mundo.
Buena parte de En el Fin del Mundo se desarrolla en el mar y, sumado a lo que ya había hecho con el Perla Negra y el El Holandés Errante, Rick Heinrichs tenía que diseñar más barcos para este film. El Empress y el Hai Peng son dos viejas embarcaciones chinas, pero constituyen un verdadero estudio. El Empress es el elaborado buque insignia del pirata de Singapur, el capitán Sao Feng (Chow Yun-Fat), mientras que el Hai Peng es mucho más modesto, un trasto viejo que se ve como un trasto viejo, hecho de madera podrida y un techo de paja sobre la estructura de su cubierta. “Para el Empress, partimos de imaginar al capitán Sao Feng como una especie de pavo real”, dice Heinrichs, “de modo que muchos detalles del diseño reflejan esta idea, como el largo arco con esa forma que parece terminar en una cola en la popa del barco. Hay extensiones en los lados, que asemejan plumas que ayudan a la embarcación a navegar”. La elaborada cabina de Sao Feng en el Empress fue construida por separado en una plataforma de los Walt Disney Studios, cubierta con una tela mórbida, un montón de velas ardiendo que creaban una atmósfera muy especial y una entrada con un portón con forma de luna.
“Es necesario tener muchar habilidad para hacer un barco como el Empress”, dice Chow Yun-Fat. “El único problema fue que yo nací en una familia de granjeros, nunca me subí a un barco. De modo que cuando llegué al Empress ¡me descompuse apenas subí a bordo! Por eso, aunque el barco era hermoso, yo no podía entusiasmarme mucho porque estaba realmente mareado.”
La mitad del Endeavour, el buque insignia de la impresionante Compañía de Comercio de las Indias Orientales de Lord Cutler Beckett, fue construida para llevar adelante la filmación en la isla de Gran Bahama, con un resto que sería agregado por imágenes de CG. La cabina de Beckett fue construida en el estudio, con un diseño que refleja su propia imagen como la de alguien que le está dando la vuelta al mundo. “Beckett tiene un aspecto un poco parecido al de Chaplin en Great Dictator”, dice Heinrichs, “que uno puede constatar en el enorme globo que está en su cabina, especie de contrapartida del enorme mapa que tiene en su oficina de Port Royal. Sobre el escritorio de Beckett, en su cabina, hay barcos de juguete y aparatos de navegación que intencionalmente parecen instrumentos de tortura. No solo tiene al mundo en un torno, además lo piensa despellejar”.
Pasar tanto tiempo en el mar, especialmente cuando se adentraba el otoño que lo iba tornando cada vez más frío y al mismo tiempo más picado, puso a prueba la entereza incluso de los piratas más duros. “Lo que quiero decir es que uno se pasa en el barco 10, 12, hasta 14 horas por día”, señala Martin Klebba. “No hay lugar para salir y conectarse un poco con uno mismo. Uno está ahí, con otras cien personas, tratando de hacer la película lo mejor que se pueda. Nos perseguían para que comiéramos y bebiéramos, traían almuerzos preparados a los barcos, pero lo cierto es que no tienes ningún control cuando el barco se sacude, te sientes mentalmente agotado, y después de todo eso vuelves al hotel, te despiertas ocho horas más tarde y vuelves a hacer otra vez lo mismo al día siguiente. Y hasta cuando estás en la cama, o sentado frente a la computadora, todo se sigue moviendo. Es como estar en una montaña rusa todo el tiempo.”
“Lo peor de estar filmando en el mar es que uno está acostumbrado a hacer su trabajo, sentarse e incluso a tomar un café mientras lee, no como aquí”, agrega Kevin R. McNally, quien hace a Joshamee Gibbs. “Todo el tiempo hay que estar sentado ahí en el Perla Negra, alguien dice ‘Perdón, tengo que mover este cañón’ o ‘Espere, tengo que manchar a este tipo con un poco de sangre’. Entonces, uno se pasa básicamente esas 10 horas dando vueltas por el barco como si fuera un gato para encontrar algún lugar donde quedarse. Es agotador.”
Dos días antes de que la compañía terminara en la Gran Bahama, completando así la filmación en el Caribe, todo parecía estar perfecto para la filmación de una secuencia ‘climática’ de En el Fin del Mundo en la que los piratas del Perla Negra despliegan la bandera ‘Jolly Roger’ y la izan alta, por encima de los mástiles. De pronto, sonó fuerte un parlante con la música que Hans Zimmer escribió expresamente para esta escena y a toda la gente se le empezó a poner la piel de gallina. Era algo así como lo que muchos creen que es hacer una película: como verla, pero viviéndola.
Buena frase si las hay, sobre todo para describir el modo en el que el Perla Negra fue transportado, con todo lo que tenía adentro –literalmente– sobre un yate gigante llamado Super Servant 3, desde el sur de Florida, a través del Canal de Panamá, y por Ensenada, México. El Pearl viajó entonces por sus propios medios hasta Los Ángeles después de terminar la filmación en la isla de Gran Bahama el 1 de marzo de 2006, para seguir con En el Fin del Mundo nuevamente en la zona de Los Ángeles, y cuando la filmación se reanudara en agosto, después de la difícil tarea de post-producción de El Cofre de la Muerte, el popular estreno en Disneyland y sus exitosos debuts tanto en Estados Unidos como en todo el mundo. El El Holandés Errante, una vez completadas sus obligaciones en los filmes segundo y tercero, fue enviado desde Freeport hasta el propio Castaway Cay de Disney en las Bahamas, donde recibe regularmente a los pasajeros de la Disney Cruise Line en la actualidad. Ahora bien, para el momento en que la compañía se tomó un receso, aproximadamente un 35 por ciento de En el Fin del Mundo había sido completado, con dificultades y desafíos, pero con todas las ganas de seguir adelante con la tarea.

Verdaderos marineros en Utah, y otra vez a California
Pero el viaje no se había terminado para la compañía. La filmación, que fue retomada para En el Fin del Mundo el 3 de agosto de 2006, vería a la compañía volando a Bonneville Salt Flats en Utah por un par de días horrorosamente cálidos, con temperaturas súper secas, por encima de los 100 grados Fahrenheit. Ateniéndose al código —al de Gore Verbinski, claro— la dura locación seleccionada era perfecta para las escenas en las que el capitán Jack Sparrow empieza a perder la razón dentro del armario de Davy Jones. Por supuesto, como Los Piratas son ‘Piratas’, la maldición del mal tiempo persiguió a la compañía incluso hasta Utah. “Dos días antes de empezar a filmar, descubrimos que estaba lloviendo en los apartamentos”, cuenta el director Dave Venghaus. “Y cuando llueve, no es que se inunde sino que todo se transforma en una pileta de agua gigante que refleja. Nos aterrorizamos, porque queríamos conseguir el aspecto seco del desierto y no el de la sal húmeda. Cuando llegamos, tuvimos que cruzar un área con dos pulgadas de sal para llegar a nuestra locación a unas 10 millas de ahí, pero, gracias al cielo, el agua se secó bastante rápido y pudimos hacer nuestro trabajo. La verdad es que no me sorprendió, porque fuéramos a donde fuéramos, el agua nos complicaba la vida.” Y lo confirma el productor ejecutivo Eric McLeod: “Filmamos en agosto, sin dudas el mes más cálido del año en esa parte de Utah, y había una pulgada de agua en el piso antes de que llegáramos, pero por suerte se evaporó rápido. Lo que yo puedo decir es que, si alguien quiere que le cambie el clima, que nos pida que hagamos Piratas ahí ¡y va a ver cómo lo consigue!”
El grupo cambió el calor tropical y la humedad del Caribe por las condiciones desérticas del otro lado del mundo, la extension estéril del Salt Flats, que se extiende por más de 30.000 hectáreas y es conocido como el lugar de los vehículos terrestres que aceleran como cohetes y establecen todas clases de récords de velocidad. Salvo por una breve estadía en las playas de Santa Maria, en la costa central de California, la compañía se mantuvo afortunadamente cerca de casa por el resto de la filmación de En el Fin del Mundo, haciendo más secuencias en el glamosoro El Holandés Errante de Rick Heinrichs y en la cabina del capitán del lujoso Endeavour en los Walt Disney Studios y, cuando eran a bordo del Black Pearl, en las aguas de las playas de San Pedro y de Redondo.
Esto también trajo algunos dolores de cabeza, porque la zona del muelle de Redondo Beach es pública y, como cualquiera se puede imaginar, la filmación atrajo la atención tanto de la gente común como de los medios locales. Cientos de admiradores se acercaban a las instalaciones de un modo en que los productores nunca habían visto, acostumbrados como estaban a las filmaciones en lugares remotos como St. Vincent, Dominica y las Bahamas, donde, sinceramente, la población local tenía cuestiones más urgentes que atender que andar pidiendo autógrafos a las estrellas de cine. “Recién me di cuenta de lo enorme que era Piratas cuando fui a la premier de El Cofre de la Muerte en Disneyland”, destaca Kevin R. McNally. “Era como ser un Beatle por un rato. Pero, cuando filmábamos en Redondo Beach, la gente se volvió loca. Fue increíble. Es un verdadero placer estar en un proyecto que tiene tanto alcance y que le gusta a tanta gente.”
Irónicamente, después de filmar en las duras aguas abiertas del Caribe y del Atlántico, algunos de los mares más turbulentos que tuvieron que enfrentar los productores fueron los que están cerca de la costa de Rancho Palos Verdes, desde el momento en que el oleaje retorcía al Pearl para un lado y para el otro y, con él, los estómagos del elenco y de la tripulación. Más de un actor incondicional y de algunos de los que trabajan detrás de la escena se sintieron descompuestos por esos días... y no se avergüenzan de ello.
La persona más complaciente con la tripulación y también con el público, Johnny Depp —incluso después de días de 12 y hasta 14 horas en el Pearl—, se pasaba una hora o una hora y media cada noche firmando autógrafos y sacándose fotos en la playa de Redondo con grupos siempre crecientes de admiradores, muchos de los cuales estaban ahí desde antes del amanecer, con la esperanza de conseguir al menos una mirada de su héroe, darle la mano o hasta llegar a besarlo y abrazarlo. “Creo que Johnny es lo major después del pan lactal” dice el ‘pirata’ David Bailie, quien ha representado al silencioso Cotton en los tres filmes. “Es un caballero con todas las letras. El modo en que trata a todos y, especialmente, a su público, es algo para no creer. Yo trabajé con Laurence Olivier en los años 60 cuando estábamos en el National Theatre. Nunca fue descortés con la gente. Siempre era amable y reconocía que el público era quien le daba el pan, y he podido ver que Johnny se comporta exactamente de la misma manera.”
La compañía volvió luego a sus autos, a sus camiones y vehículos utilitarios y se dirigió hacia el norte, hasta las dunas de Rancho Guadalupe en la bellísima costa central de California, para hacer las escenas en la playa con los cuatro protagonistas: Depp, Rush, Bloom y Knightley. Esta región tiene historia propia, y ya ha sido el escenario de varios filmes anteriores, incluyendo la versión de 1923 que Cecil B. DeMille hizo de The Ten Commandments, con algunos escenarios que fueron enterrados hace más de 80 años, y que ahora sobresalen en medio de las dunas como fragmentos de madera y de yeso, mudo testimonio de la historia de Hollywood. Pero, a diferencia de DeMille y su grupo, Bruckheimer, Verbinski y compañía no dejaron basura detrás de ellos, sino los mismos restos que encontraron al llegar.

La Corte Brethren
El último de los fantásticos decorados construidos en el Escenario 2 de Disney para la trilogía de Piratas fue el Shipwreck Cove, donde la estridente Corte Brethren [de la Hermandad] de los jefes piratas se reúne para armar un postrer plan de acción contra los violentos ataques de la armada de Beckett y la Compañía de Comercio de las Indias Orientales. “Shipwreck Cove fue ideado por Gore como una especie de hogar de retiro para los piratas viejos, hecho con los cascos destruidos de varios barcos escondidos en un volcán”, señala Heinrichs. “La Corte Brethren se encuentra en uno de esos cascos y, fuera de la estrutura, extendimos un fondo pintado de 300 pies, diseñado y hecho a la manera de la vieja tradición de Hollywood.”
La Corte Brethren tiene cierta base en la historia, observan los guionistas. “Había una especie de confederación de piratas que se llamaba “La hermandad de la costa”, afirma Ted Elliott. “Y es muy divertido tener un montón de piratas sentados en corro tratando de llegar a acuerdos. El capitán Sao Feng tiene una línea de diálogo en la que dice que los piratas son o capitanes o tripulación, y si hay nueve capitanes trazando un camino, eso quiere decir que hay ocho que sobran. Pero también quisimos darle un toque más internacional, por lo que los jefes piratas vienen de todas partes del mundo.”
De hecho, aunque Elliott y Rossio admiten con alegría que ellos a menudo ‘juegan’ (y ‘jugar’ es la palabra que usan) rápido y pierden con la historia, hay verdades que se encuentran en medio de la diversion. En realidad, muchos de los jefes piratas están basados en bucaneros históricos y, aunque no ocupan necesariamente la misma época cronológica que se describe en En el Fin del Mundo, el capitán Chevalle, Ammand el Corsario, el Caballero Jocard, Mistress Ching, el capitán Villanueva y Sri Subhajee han dejado rastros en las crónicas de la piratería de alta mar.
En el decorado de Heinrichs, definitivamente evocador, las costaneras desvencijadas conectan un caso viejo con el otro, y la sala de reuniones de la Corte Brethren aparece divinamente iluminada por unas 3.500 velas. Los mascarones de proa de los barcos saqueados que se ven en la decoración son usados como blancos por los pendencieros jefes piratas, que ostentan una colección de espadas, hachas y dagas prendidas de sus cuerpos. La larga mesa de madera alrededor de la cual se reúnen los piratas fue diseñada por Heinrichs y Cheryl Carasik, y construida en un taller de los Walt Disney Studios. “También hicimos una araña con un ancla, que parece de hierro pero está hecha de espuma de goma”, explica Carasik. “Después, tomamos varias cajas de velas de cera e hicimos gotear las velas sobre la araña. ¡Tuvimos que usar miles de velas para lograr ese efecto!”
La filmación de la secuencia, que fue llevada a cabo durante unos siete días a mediados de septiembre de 2006, resultó bastante ruidosa. El foro estaba atiborrado de estrellas del filme y del colorido grupo de jefes piratas de los siete mares (representados por actores destacadísimos de distintos lugares del mundo, como Ghassan Massoud de Siria, quien también hizo a Saladin junto a Orlando Bloom en Kingdom of Heaven).
Pero entonces había que decidir quién sería elegido como capitán Teague, Poseedor del Código, el Pirata Codex, al cual hasta el último de los piratas debe adherir dogmáticamente, so peligro de perder su cuerpo y su alma.
Claro que el casting había sido pre-organizado. Por casi un año, se habían oído rumores aquí y allá de que nadie lo haría sino Keith Richards, el legendario guitarrista de los Rolling Stones, amigo personal de Johnny Depp… quien había admitido abiertamente que algunos rasgos del estilo y algunas características del capitán Jack Sparrow los había tomado de su buen y viejo amigo. Y los rumores, para variar, fueron ciertos.
“El tipo de relaciones que yo hice al pensar el capitán Jack”, dice Depp, “fue la idea de que los piratas eran las estrellas del rock de aquellos tiempos. Sus mitos y leyendas debían de llegar a tierra meses antes de que ellos se acercaran al puerto, igual que lo que pasa hoy con la mayoría de los rockeros.”
“Tiene que ver con la libertad, cariño”, agrega Richards. “Abre la jaula y deja que salgan los tigres. Alguien tiene que hacer el trabajo sucio. No tiene que ver exactamente con que haya que destruir lo establecido. Tiene más que ver con evitar que ellos nos destruyan a nosotros.”
Comprensiblemente, Richards estuvo un poco receloso a aceptar el papel del capitán Teague. “Cuando me lo dijeron, yo pensé, Dios mío, esto es algo para Elvis Presley. Uno va y canta. Pero cuando vi lo bien que quedaba el papel en el conjunto, me pareció que hacerlo sería una cosa absolutamente natural. Y, para colmo, me hicieron una guitarra divina.”
Rasgando esa guitarra de la que habla –hecha para él por el legendario luthier Danny Farrington a pedido de Kris Peck— y blandiendo la mezquina pistola que le tocó, Richards se incorporó a la compañía, durante los días en que tuvo que filmar, con la fuerza de un huracán. “Era como un sueño pensar que Keith iba a hacer esto”, sostiene Depp. “El hecho de que haya aceptado era más que un sueño hecho realidad. Vivir su llegada al set fue algo inolvidable. Cada persona del equipo, hasta la gente que no habíamos visto por meses, apareció de pronto. Era una simetría hermosa, perfecta.”
Y en cuanto a la particular conexión entre el capitán Jack y Teague, Depp afirma: “Uno notaba que había una verdadera relación de afecto ahí. Teague es uno de esos piratas que te pueden dar un abrazo en un momento y pegar una trompada en el otro. Nunca se sabe qué esperar de él.”
“Fue muy interesante ver la clase de respeto mutuo que Keith sentía por los actores y el equipo y el que ellos sentían por él, su arte y su larga y destacada carrera”, señala Jerry Bruckheimer. “Creo que se divertía muchísimo. De hecho, no tenía ganas de irse del set. Habitualmente, cuando un actor ha terminado con su escena, se va a su trailer hasta la próxima toma. Pero Keith se quedaba dando vueltas por el set entre escena y escena. Creo que Keith se llevó la silla con su nombre como recuerdo de esta experiencia y estoy seguro de que también se llevó la ropa. Y si no lo hizo, me encantaría que lo hubiera hecho.”
“Aténganse al Código” es una frase que se ha oído mucho en Piratas, pero solo en En el Fin del Mundo , el público descubre el verdadero código… se trata del Pirata Codex, nombrado así en un arrogante latín, un volumen poderoso de medidas ingentes que, en realidad, no es nada menos que un objet d’art de exquisita elaboración.
“El Libro del Código Pirata fue algo que estuvo dando vueltas por la filmación por mucho tiempo”, explica Kristopher E. Peck, jefe de utilería del El Cofre de la Muerte y En el Fin del Mundo, “y tuvimos un montón de gente trabajando en eso. No lo habíamos hecho nunca antes y debía ser algo estupendo. Además, yo quería ser muy detallista con el libro, incluso si al final no aparecía en el film. Porque sabía que Gore se preocupa mucho por los detalles y nuestra misión era ofrecerle distintas opciones para las tomas”.
“Practicamos algo de prueba y error con Gore y finalmente decidimos que no lo volviera a ver hasta que estuviera terminado. Me comuniqué con dos personas de San Diego: Tom Mallory, que escribe para uno de los periódicos de la ciudad, y Mark Van Stone, que es un experto en caligrafía antigua y manuscritos. Los hice subirse a un auto y venir inmediatamente a Los Ángeles y, cuando nos encontramos, trabajamos hasta las dos de la mañana en la oficina de producción escribiendo el texto y terminándolo lo más rápido posible. Tom escribió el texto basado en lo que le dieron los guionistas Ted Elliott y Terry Rossio, en algunas cosas que yo descubrí cuando investigaba, en puntos del argumento que debían ser incluidos. Cuando dejamos el trabajo a las dos, teníamos el Código Pirata terminado.”
Antes de eso, Peck y Van Stone habían estado revisando archivos en la UCLA para encontrar inspiración. “Entramos en el sótano y encontramos esa hermosa sala de biblioteca con luz difusa, como si uno fuera a ver la Mona Lisa en el Louvre, y había una mesa preciosa de 40 pies de largo, toda cubierta de manuscritos. Nos pusieron esos libros ahí para nosotros y pudimos estudiarlos microscópicamente. Mark señaló pequeños detalles que yo nunca habría advertido, como que cierto pergamino tenía incrustados los folículos de unos pelos de cerdo. Pasamos 10 horas ahí, y nos fuimos con una archivo de fotos de la investigación, que queríamos utilizar. El pergamino era escaso por esa época, de modo que la gente rasgaba la tinta para borrarla y volvía a usarlos, o cosía agregados encima del papel original. Lo que hicimos fue intentar meternos en el mundo de los piratas, preguntándonos qué harían, qué comerían. Tal vez uno tenia un loro en el hombro y las semillas de girasol que estaba comiendo el ave caían en medio del libro, o algunas cenizas de la pipa que estaba fumando en ese momento se quedaban pegadas a sus hojas.”
Después de que Peck, Mallory y Van Stone completaron su primer “borrador”, el asesor James Ward Byrkit tuvo que ser incluido en el proceso, para hacer ilustraciones y para crear otros materiales. “Jim se apareció con algunas cosas fantásticas”, dice Peck, “como cómo atacar un barco o un castillo. Tenemos todo tipo de cosas en el libro, desde recetas para hacer cerveza hasta dónde encontrar el mejor burdel en Singapur. Jim nos permitió darle carácter y textura al Código Pirata. Le pusimos manchas de vino, manchas de sangre, semillas de girasol, lacre y agregados que fueron realmente cosidos sobre las hojas de pergamino.”
Las dimensiones finales del Pirata Codex fueron de 20 por 28, con las cubiertas en relieve una pulgada más grandes. Y la versión “héroe” del libro terminó pesando unas 80 libras, con sus mil páginas de pergamino texturado. “Por eso tuvimos que hacer dos libros”, agrega Peck, “porque teníamos dos hombrecitos de como 90 años y barba hasta acá, que eran los piratas bibliotecarios, y tenían que cargarlo. Y, dado que el capitán Teague, hecho por Keith Richards, es el Poseedor del Código, queríamos darle algo más fácil para que pudiera trabajar bien. Así que la segunda versión solo pesaba unas 10 libras.”


El Maelstrom
Para la secuencia climática del “Maelstrom” en En el Fin del Mundo —la populosa y apocalíptica batalla entre la armada pirata y la de la Compañía Británica de las Indias Orientales, que tiene lugar en una tormenta inducida por poderes sobrenaturales de proporciones monumentales— los realizadores tuvieron que encontrar las instalaciones apropiadas como para construir unas réplicas a medida de las cubiertas del Black Pearl y del El Holandés Errante, como así también otras partes. El único lugar adecuado estaba cerca de Los Angeles y era el Edificio Nº703 del enigmático “Site 9”. Este gigantesco hangar de 600 pies de largo, 300 de ancho y 70 de alto, ubicado en la comunidad desértica de Palmdale, California —58 millas al norte de los Walt Disney Studios en Burbank— fue consruido por Rockwell International en 1983 para el montaje de bombarderos 100 B-1, y fue usado en los últimos años como un lugar de filmación para una buena cantidad de películas, por ejemplo The Terminal de Steven Spielberg.
“Esta es una de las secuencias de acción que jamás se han concebido para un filme”, destaca Rick Heinrichs, “y requiere la coordinación de distintos departamentos, incluyendo el nuestro, el de efectos visuales y el de efectos físicos especiales. Si resulta el 85% de lo que esperamos, ya será un exitazo”. Y agrega el productor ejecutivo Mike Stenson: “Caminar en ese hangar era como estar en Área 51.”
Dentro de “Site 9,” Rick Heinrichs trabajó en conjunción sinérgica con otro ganador del Premio de la Academia, el supervisor de efectos especiales John Frazier (Spider-Man 2), para construir el Pearl y el Dutchman, con sus cubiertas montadas en enormes bases altamente sofisticadas y rodeadas de pantallas azules gigantescas. “John Frazier es el mejor supervisor de efectos especiales que existe”, dice Stenson. “Nadie podría haber llevado a cabo mejor los elementos físicos de los efectos especiales que hacemos en la película.”
Frazier y su equipo diseñaron y construyeron las bases de movimiento para los dos barcos principales y también una plataforma para la escena en la que el Hai Peng se va más allá del borde del mundo y para la secuencia del “Green Flash”, en la que el Black Pearl cruza los mundos completamente dado vuelta en el océano. “Lo que decidimos hacer en En el Fin del Mundo, y que nunca había sido hecho antes en ninguna película”, observa Frazier, “fue poner una torre, en cada punta de los dos barcos, que nos permitiera levantarlos unos 15 pies. Y, al hacerlo, lográbamos el movimiento propio de un barco en el océano. Normalmente, lo que se hace es usar el centro como pivote, pero es cierto que los barcos reales no se mueven de ese modo. Por eso, en este caso, hicimos girar los barcos desde la punta para hacerlos subir y bajar, con aparatos hidráulicos, en cada punta, que les daban ese movimiento”.
La construcción del Black Pearl y el El Holandés Errante sobre las bases de movimiento de Frazier fue el resultado de una amplia colaboración entre varios departamentos. “Construimos las bases de movimiento en tres meses, pero en los escenarios. El departamento de construcción de Greg Callas hizo los barcos encima de nuestros bastidores. Entonces, construimos las torres en cada punta para que los barcos se pudieran mover hacia arriba y hacia abajo. Después, diseñamos un sistema computarizado para operarlos desde una suerte de control. Teníamos 150 soldadores de efectos especiales en el proyecto, y trabajábamos 24 horas por día, los siete días de la semana. Nunca paraban. Durante el día, cortaban las piezas y las disponían y, por la noche, las ensamblaban. 150 personas que trabajaron en este proyecto dieron el 150 por ciento. Poner a punto estas bases de movimiento con la computadora es un proceso muy muy largo y exige un montón de paciencia. Es como esperar a que se seque la pintura, pero nuestro equipo de computación tenía la paciencia necesaria y fueron espectaculares haciendo su trabajo. No lo pusieron a andar hasta que el último problema estuvo solucionado y que la última línea estuvo dibujada.
“El equipo de hidráulica también se ocupó del tema”, agrega Frazier. “Hay más de dos mil pies de manguera que recorren las bases de movimiento. Más de un millón de libras de aceros distintos, algunos de los cuales no existían y fueron hechos especialmente para la ocasión. Nadie había hecho esto antes y fue un gran honor que nos hayan elegido para este proyecto.”
“Por el tiempo que teníamos para diseñar y crear el monstruo, tres barcos construidos sobre tres bases de movimiento en tres meses es mucho de lo que se puede esperar”, admite Frazier. “Antes de esta, la base de movimiento más grande que se había construido estaba en Oklahoma y la habían hecho para la producción de Jerry Bruckheimer, Pearl Harbor, y habíamos dicho que nunca más haríamos algo tan grande. Entonces, aparece En el Fin del Mundo y es sin ningún lugar a dudas lo más grande que hayamos hecho, y no se me ocurre que esto vuelva a pasar. Este es el Super Bowl de las películas.”
Cuando los barcos y las enormes torres —cada uno con un peso superior al millón de libras— tuvieron que ser trasladados de un lugar a otro dentro del “Site 9”, hubo que usar unas marcaciones aéreas de aspecto simple pero tecnología muy alta, algo como unos mini aerodeslizadores capaces de mover 60 toneladas. “Es la mejor manera de mover un barco de un millón de libras”, explica John Frazier. “Si uno puede imaginar un juego de hockey cabeza abajo en el aire, eso era lo que estábamos haciendo, sacar la tabla y ponerla encima y dejar que el disco la moviera. De todos modos, lo más grave de mover un barco no es moverlo, sino pararlo. Una vez que se ha tomado ese millón de libras y se ha puesto a funcionar la inercia, es difícil detenerlo. Así que tomamos estas enormes carretillas elevadoras de 12 mil libras y las encadenamos a las bases para que los barcos no se nos alejaran. Literalmente, de ese modo, podíamos mover las bases y los barcos a cualquier lugar del hangar que se nos antojara.”
Para la iluminación especial requerida en cualquier secuencia de pantalla azul, el cinematógrafo Dariusz Wolski y su jefe Raphael Sanchez diseñaron una compleja cuadrícula de 1.400 luces y de otras 40 luces alrededor de la pantalla de 60 pies de alto que rodea los barcos, además de los camiones generadores de 10 mil amperes, con 60 millas de cable y 3000 frecuencias para los paneles de regulación de voltaje. “Creamos 108 mil kilowatts de potencia”, señala el productor ejecutivo Eric McLeod, “la suficiente como para iluminar unos 500 hogares”.
Frazier y su equipo de expertos técnicos también diseñaron un sistema de tuberías y cabezales de lluvia que instalaron en el cielorraso del hangar para que la lluvia cayera sobre los barcos (y los actores y los dobles y el equipo), impulsada por unos enormes ventiladores capaces de soplar ráfagas de viento de hasta 100 millas por hora. La lluvia debía ser cuidadosamente calibrada y desarrollada por John Frazier y su grupo. “Empezamos por probar los cabezales de lluvia durante semanas y finalmente logramos exactamente lo que Gore quería”, destaca el supervisor de efectos especiales. “Pero después tuvimos que cambiar los cabezales, porque cuando Gore está filmando un primer plano no puede ser que unas gotas de lluvia muy gordas les caigan encima a los personajes: es necesario que sean más pequeñas. De manera que cambiábamos los cabezales de acuerdo con que fuera una toma a distancia o un primer plano.
“A causa de las dimensiones del Black Pearl y el El Holandés Errante, bombeábamos alrededor de 25 mil galones de agua por minuto. Esto significa más lluvia de la que jamás se haya creado para una película en un escenario. Pusimos tanques fuera del hangar, llenamos las bombas, filtramos y calentamos el agua, así que lo que conseguimos es este enorme y revuelto tobogán de agua. Bombeamos el agua, que sube 80 pies, cae como lluvia en el set, pega en el piso del escenario, se desliza hacia las canaletas que fueron originalmente construidas en los pisos, vuelve a los tanques que están afuera, se recicla y el proceso vuelve a comenzar.”
Gore Verbinski y su equipo se vistieron con ropa de protección para que el agua se deslizara por sus espaldas, por lo menos lo más posible. Pero los actores y los dobles no fueron tan afortunados. Dice Keira Knightley: “Uno se pone un traje, con ropa para la lluvia debajo, lo que obviamente hace muy difícil ir al baño. Entonces, empieza a caer la lluvia y uno queda empapado en 10 segundos. Yo lo lamento sobre todo por la gente del equipo, porque ellos están ahí todo el día. La lluvia es tan fuerte por momentos que uno no puede ni ver. Cuando el Black Pearl y el El Holandés Errante están uno junto al otro, trabajamos con una pendiente del 15 por ciento, en la que subíamos la cuesta para filmar una lucha de espadas en una lluvia torrencial, con un grupo entero de cámaras que se mueve con nosotros. Se termina viendo fantástico, pero es un trabajo muy duro de hacer”.
“Yo no diría que esto es precisamente actuación; yo lo llamaría supervivencia”, ríe Orlando Bloom. “Es brutal estar mojado de las ocho de la mañana a las ocho de la noche. Aunque se apaguen las máquinas de lluvia entre toma y toma, uno sigue empapado, y mentiría si dijera que me resultó divertido. Pero es duro para todos, no solo para los actores. Y, al fin y al cabo, tenemos mucha confianza en el resultado y sabemos bien que vale la pena el esfuerzo.”
“El Maelstrom es como el remolino bíblico del infierno, y estamos filmando del mismo modo en que lo haría Cecil B. DeMille”, dice Geoffrey Rush. “Esto es algo formidable.”
“Estábamos escapando de los huracanes de las Bahamas”, agrega Johnny Depp, “filmando en Dominica durante la estación de las lluvias en la selva tropical, y nos fuimos al desierto en Palmdale, para filmar bajo una lluvia torrencial y con un viento de 15 nudos dentro de una instalación enorme y en un barco que se inclina hasta acostarse.”
Y observa el actor: “Nuevamente, esta es una de esas situaciones en las que todo es tan raro que uno ya no pregunta nada. ‘Johnny, te vamos a llevar una hora y media por el desierto, vas a subir a bordo del Black Pearl y del El Holandés Errante construidos sobre una plataforma gigante, y te vamos a empapar en medio de la ventolera mientras tienes que luchar con tu espada totalmente en pendiente’. Y uno va y dice algo así como ‘Bueno, no hay problema.’”
Un aspecto para destacar de la filmación del Maelstrom —que tomó unos cuatro meses— fue el cambio del clima afuera del hangar, en el desierto de Palmdale… desde unos 110 gradios a mediados de septiembre a unos 20 grados Fahrenheit en las noches heladas de principios de diciembre. No era tan malo si uno podia quedarse adentro todo el día, pero el campamento de base estaba afuera y había que salir por lo menos para llegar a un segundo hangar en el que se asentaban las 50 estaciones de maquillaje para los extras, y donde estaban las zonas para comer. Tarde o temprano, los actores empapados, los dobles y los extras tenían que exponerse a la inclemencia, ya fuera que estuvieran hirviendo de calor o congelados hasta los huesos, por no mencionar los vientos feroces que a veces se levantan en ese paisaje desértico.
“Por supuesto, el climax del ‘Maelstrom’ fue el desafío más espectacular con que nos hayamos enfrentado en En el Fin del Mundo”, señala el coordinador de dobles George Marshall Ruge. “Todo el elenco principal estaba ahí, y había distintas líneas argumentales que se desarrollaban al mismo tiempo dentro de la trama.” Para el último enfrentamiento entre los piratas y la Compañía de Comercio de las Indias Orientales, Ruge coordinó las secuencias de dobles tanto en las Bahamas como dentro del enorme hangar del “Site 9” que se usó para filmar en Palmdale, California. “Como las partes de los barcos en la Gran Bahama no tenían un diseño particular para los momentos en que actuaban los dobles, tuvimos que ser sumamente creativos de modo de generar una acción original”, dice Ruge. “Estos barcos y los piratas que están en ellos hacen fuego con sus cañones. Usamos una serie de rampas y trinquetes y poleas para dar la sensación de que nuestros dobles hacían este fuego. Y como se trataba de piezas flotantes, nos dimos el lujo de hacer esto hasta llegar al agua en muchos casos. En el escenario de Palmdale, por lo menos, pudimos quedarnos en el interior sin preocuparnos por el clima afuera, pero nos encontramos con una serie increíble de desafíos, gracias al número impresionante de efectos requeridos por cada secuencia.”
Como las estrellas tenían que colgar del borde del Black Pearl en la plataforma inclinada de John Frazier para hacer la secuencia del Green Flash, ellas mismas debían convertirse en dobles. “Nos daba mucho miedo”, admite Naomie Harris. “Lo único que impedía que me pusiera a gritar era el hecho de estar fuertemente atada y que nadie más gritaba, así que me habría sentido muy estúpida si lo hubiera hecho… ¡pero quería gritar!” El Green Flash era una combinación de material filmado con el Black Pearl real suspendido en un tanque en la isla de Gran Bahama por el coordinador de efectos especiales Allen Hall y su equipo, una parte del Pearl montado sobre la plataforma inclinada de John Frazier en el hangar de Palmdale y tomas debajo del agua en otro tanque de la filial de Falls Lake de los Universal Studios.
El descenso del Hai Peng por el borde del mundo también fue un asunto para combinar un rompecabezas cinematográfico que venía siendo desarrollado desde hacía meses. “Con la inteligencia que exige la filmación, se empezó a filmar en unos remolcadores en Groenlandia que se internaban en el hielo”, explica el productor ejecutivo Eric McLeod. “Esa secuencia sola había sido filmada como dos años antes. También habíamos filmado en las Cataratas del Niágara. Y desde allí, tuvimos una base de movimiento construido especialmente para el Hai Peng, que puede ocupar 100 pies del set e inclinarse en un ángulo de 90 grados. Filmamos los diálogos a cuatro pies de altura en el Hai Peng de medidas reales, después entramos una enorme grúa, pusimos la maqueta del Hai Peng en la base de movimiento, atamos al elenco y al equipo de filmación para asegurarlos bien y ladeamos el conjunto. La verdad es que te destruye un poco los nervios ver a tu equipo colgando ahí. Al principio, todo el mundo se muestra un poco tímido y reservado pero, después de un rato, se les puede pedir cualquier cosa. Es algo así como ‘Tienes que saltar del barco, bajar por la ladera de un acantilado y colgar de un barco en un ángulo de 90 grados con sillas y toneless que se caen de la cubierta’ y todo el mundo comenta ‘Bueno, perfecto, puedo hacerlo.’”
Por su parte, el director de fotografía Riding Dariusz (Darek) Wolski surfeaba las olas, a veces literalmente, con su equipo de operadores de cámara, cargadores de pizarra y de cámara y asistentes, como así también con el jefe de tramoyas Mike (Pop) Popovich y el jefe de iluminación técnico Rafael (Raffi) Sanchez.
Se enfrentaron a todos los desafíos con un alto grado de imaginación. “Tuvimos la oportunidad de experimentar nuevas estrategias de filmación en estas películas”, dice Wolski. “Filmamos en casi todos los lugares en que se puede filmar: en la selva, en el agua, bajo el agua, en agujeros oscuros, en estudios, en desiertos de sal súper brillante. En terminos de escala, nunca haré nada que exceda lo hecho en El Cofre de la Muerte. Para poder hacer algo más grande, habría que ir en dirección opuesta.”
En la fase de posproducción, los entornos estarían a cargo de John Knoll y de su equipo en ILM, incluyendo el turbulento mar agitadísimo y el terrorífico remolino de una milla de largo que asusta a cualquier barco que se acerque a la vorágine. “Visualmente, es una idea muy atrevida”, dice Knoll, “pero no hay practicamente nada que se pueda filmar en su lugar. De modo que el agua que rodea todo esto tiene que ser generada por computadora, y es muy difícil hacer que eso tenga un aspecto verosímil. Vamos a terminar con unas 400 tomas de efectos visuales en esa secuencia, con la lluvia, las olas gigantes, espuma de goma y spray. Es un verdadero desafío lograr que todo esto tenga una apariencia real. “Lo que pasa en el primer plano también es complicado. Hay una enorme batalla entre el Black Pearl y el El Holandés Errante, así que nosotros tenemos personajes generados en la computadora para moverse en medio de la lluvia, madera que se astilla y fenómenos atmosféricos. Sin hablar de los cientos de piratas y los barcos EITC que se ven en la secuencia.”

Vestidos para triunfar
La diseñadora de vestuario Penny Rose, que ha demostrado ampliamente su talento en La Maldición del Perla Negra y en El Cofre de la Muerte, fue más allá de todo lo imaginado en En el Fin del Mundo, en su tarea de darle forma y color al mundo pirata de una manera más acabada aún que en los primeros dos filmes. “Habíamos hecho piratas del Caribe hasta el agotamiento y ahora teníamos que agregar algunos ingredientes extra”, explica Rose. “Teníamos un cúmulo de información, tanto en ilustraciones como en textos, sobre los piratas de distintos lugares del mundo. Hay que pensar que yo preparé los filmes en Londres, que es un muy buen lugar para hacer ese tipo de investigación.”
Rose y su equipo practicamente rastrearon todo el mundo para conseguir las telas y los materiales con los que crear los miles de trajes que exige En el Fin del Mundo. “Pasé tres o cuatro semanas haciendo compras en ferias textiles o con vendedores de antigüedades textiles”, cuenta. “Fui a Roma, a París, a Madrid, a Nueva York y me armé una especie de depósito de cosas. Y entonces fui a todos los lugares donde se filmaba la película y tenía talleres en todas las islas y sitios en que se hacían las tomas, así que todo lo podía tener en mi taller. Es como ser dueño de una juguetería y, cuando los actores vienen y me piden algo, les puedo ofrecer lo que quieran y ellos pueden elegir porque a mí me gusta tener todo conmigo. Es importante que los actores se involucren en la elección”.
Revela la diseñadora: “El momento en que yo estoy en la sala de vestuario con los actores es el más importante de mi trabajo. Para mí, mucho más importante que cuánto dinero gana la película es ver que los actores han conformado a su personaje. Yo estoy acá para hacer eso.”
Para En el Fin del Mundo, el desarrollo de la historia y el de los personajes van de la mano con sus cambios de trajes. Excepto, desde luego, para el capitán Jack Sparrow. “Jack no puede cambiar”, insiste Rose. “Él no tiene un ropero lleno de ropa. Él es el capitán Jack, y la ropa hace al hombre. Lo mismo pasa con el capitán Barbossa que personifica Geoffrey Rush. De modo que, en cuanto a ellos dos, era solo cuestión de volver a hacer más y más de lo mismo, lo que ya era un verdadero desafío porque es muy difícil volver a encontrar las telas originales.
“Por ejemplo”, sigue Rose, “la faja del capitán Jack había sido hecha por una tribu que está en las Colinas de Turquía, y yo tuve que mandar a alguien a que convenciera a los miembros de la tribu de que me tejieran un poco más del material para la faja. Nosotros habíamos tratado de estamparlo en cáñamo francés antiguo y en sábanas de lino, pero no era lo mismo. Así que la tribu me hizo otras cien yardas de esta tela.”
“Y vemos a un Will Turner más confiado y poderoso y a una nueva y excitante Elizabeth Swann”, informa Rose. “Le dimos a Orlando un chaleco en relieve, una camisa color bordó oscuro y un hermoso saco de tela. Creo que es importante, ya que en el tercer film, uno está un poco confundido acerca de de qué lado está Will, por eso había que ayudar al personaje a verse un poquito más oscuro, metafóricamente hablando. Tiene un saco divino color azul oscuro profundo, hecho de tela, que se ve muy romántico y misterioso.”
“Keira llega a usar el traje de una cortesana china, con joyas y adornos para la cabeza muy cargados y un collar que hace juego, un chaleco con borlas y un vestido de seda, totalmente bordado, con lo que debió haber sido una falda pero que, por razones prácticas, transformamos en un culotte, como para que, en las secuencias de pelea, se pudiera sacar el chaleco y los otros accesorios e ir directamente a la acción.”
Rose también diseñó un traje asombroso para el legendario Chow Yun-Fat -quien retrata al capitán Sao Feng-, que pesaba un total de 35 libras en total. “Yun-Fat es el Laurence Olivier de Oriente, y me llevó 10 minutos de prueba de ropa darme cuenta de que este señor sabe lo que hace”, dice Rose. “Yun-Fat sabe cómo envolverse con el personaje, percibía que estábamos aquí para darle un aspecto detreminado e hizo lo imposible por ayudarnos. En seguida coordinamos el proceso de ver qué pasaba en el espejo y cómo podíamos hacer mejor el trabajo. Chow Yun-Fat tiene una presencia poderosa, pero necesitábamos que este capitán chino se viera amedrentador.”
Rose también tuvo la oportunidad de diseñar un traje para Bill Nighy en una escena de recuerdo en la que los espectadores pueden apreciar cómo se veía Davy Jones “antes de estar por años y años en el mar. Finalmente, le sacamos a Bill esos pijamas grises de referencia de CGI, por lo que nos está eternamente agradecido”, dice ella entre risas. “Le hicimos un traje realmente fabuloso, y él se sintió aliviado de dejar el gris. Yo había comprado un damasco de lino en un molino de Umbría, que todavía no habíamos usado, y lo teñí de un color hermoso. Pensamos que, como Bill es un hombre muy refinado, Davy Jones podría haberse vestido en el pasado, tal vez, de manera muy elegante. Así que le hicimos un saco de corte cuadrado con ese damasco de lino.”
Para el filme, Rose también diseñó trajes para los bucaneros de todas partes del globo: África, Medio Oriente, Asia, Europa y las Américas. Los primeros en estos grupos son los Jefes Piratas, quienes se reúnen en Shipwreck Cove, y el jefe de todos es el Poseedor del Código, el capitán Teague… personificado por el conocido artista Keith Richards. “Fui afortunada de hacerle una prueba al Sr. Richards en julio de 2005, cuando él estaba en Los Ángeles, justo antes de los ensayos de la banda”, recuerda Rose. “Y pasó que, en esa semana, Johnny Depp no estaba trabajando, así que le pedí que viniera conmigo. Debo decir que fue bastante gracioso verlos juntos, porque, una vez que Keith se había puesto la ropa, se podía decir que ellos estaban emparentados.”
“Fue un momento extraño”, sigue Rose, “porque, ¿con qué frecuencia va uno a vestir a un ícono del rock? (Bueno, para ser sinceros, Rose ya lo había hecho... con Bob Geldof en Pink Floyd: The Wall y con Madonna en Evita). Pero Keith moría por ser pirata. Debo ser clara, ¡él quería salir vestido así de pirata esa misma noche! Creo que disfrutó mucho el proceso.
“Cada uno de los Jefes Piratas tiene una identidad diferente basada en el lugar de donde proviene: la China, la India, Francia, España, África... y sus alrededores. Todas las telas que usé eran específicamente diferentes para cada grupo.”

Los maquilladores de los piratas
Como Jefa del departamento de maquillaje y creadora de efectos de maquillaje, Ve Neill, junto a Joel Harlow, supervisor de efectos de maquillaje, y su enorme equipo de maquilladores, tuvieron una gran cantidad de trabajo otra vez para transformar a los seres humanos razonables que llegaban a sus trailers en una colección de libérrimos y asombrosos piratas venidos de todas partes del planeta, soldados, criaturas y ciudadanos proletarios del Caribe, Asia y Gran Bretaña, en todo el mundo. “Grosso modo, creo que teníamos, sin contar a la gente que estaba en los trailers, unos 45 artistas de maquillaje trabajando con los extras”, afirma Neill.
Algunos de los días más difíciles se dieron en los Universal Studios, donde Neill, Harlow y la compañía entretejieron las mágicas transformaciones para la secuencia de Singapur. “Hicimos un montón de prótesis para Singapur. Cuando los piratas de Sao Feng están en la casa de baños, tienen hongos que les crecen en la piel, como para que parezca que estuvieron ahí sentados durante meses. Queríamos darles a los piratas de Asia, y también a los otros, una apariencia avejentada, grosera. Los hicimos bronceados, sucios, manchados, como para que se vieran más ásperos, además de que estaban definitivamente roñosos. Ah, y no se olviden de los dientes podridos. En La Maldición del Perla Negra, les pintamos los dientes, lo que fue un poco desagradable. Gore estaba listo para filmar, alguien iba y comía una manzana y de pronto no tenía más los dientes podridos. Así que lo que hicimos para El Cofre de la Muerte y para En el Fin del Mundo fue armar un laboratorio ambulante para las prótesis dentales.”
Como corresponde a su deterioro continuo y combinado con el barco en el que lo han esclavizado, “Bootstrap Bill progresa un poco en el tercer film”, señala Neill. “Y a diferencia de Davy Jones y de los otros miembros de la tripulación, es todo maquillaje lo que tiene Bootstrap, no CGI. Le fuimos poniendo un maquillaje de silicona en En el Fin del Mundo, hasta que lo cubrimos todo, con casi nada de su propia cara al aire para el momento que nosotros llamamos ‘la etapa 6.’ “Me divertí mucho”, afirma entusiasta Stellan Skarsgård, el reconocido actor sueco que retrata a Bootstrap Bill. “Lo que ocurrió fue que pasaba más tiempo con el maquillador que frente a las cámaras.”
“Stellan estaba realmente metido en lo suyo”, dice Neill. “¡Qué gran tipo! Fue muy paciente y no puso reparos en cuanto a quedarse sentado por horas. Decía que eso lo hacía sentir al personaje. Pero fue difícil para él tener que pasar por todas esas etapas.”
Otro actor que recibió un tratamiento completo de Neill fue Chow Yun-Fat, cuyo rostro bien parecido, famoso en el mundo, fue alterado para transformarlo en un canalla de los mares lleno de cicatrices y con la cabeza afeitada. “Chow fue muy divertido”, acota Nelly. “Por un lado, lo afeitamos y le crecieron la barba y el bigote, que después le aumentamos. Por otro lado, le hicimos un tatuaje fabuloso, diseñado por Ken Diaz, que dirige a los maquilladores de los extras y es un artista del tatuaje.
Las estrellas de En el Fin del Mundo también sufrieron algunos cambios, salvo el capitán Jack, hecho por Johnny Depp. “Gore y Johnny acordaron en que él tenía que ser exactamente quien es, sin cambios”, prosigue Ve Neill. “Es muy bueno tenerlo a Geoffrey Rush de regreso, y él está completamente fabricado. La barba, el bigote, las patillas, la peluca, la cicatriz... todas son aplicaciones. Y, como Geoffrey no es muy viejo, también le hice una gran mancha de la edad como para que se vea viejo y arrugado. A Keira la hemos hecho más agrietada como Elizabeth. Ya no es aquella hermosa princesita pálida que se vio en el altar de El Cofre de la Muerte. Está muy bronceada, muy descarada y muy mujer. Y, como Will, Orlando tiene un aspecto más oscuro y más malhumorado.”
Otra vez, Neill trabajó estrechamente junto a Martin Samuel, el peinador en jefe, con quien ella compartió una nominación para el Premio de la Academia por su trabajo en La Maldición del Perla Negra. “Creo que todos trabajamos muy bien juntos”, observa Neill. “Todo empieza con la diseñadora de vestuario, Penny Rose, y nosotros nos encargamos de lo que sigue.” Samuel y su equipo proveen los cientos, si no miles, de diseños de peinados, pelucas y extensiones para una colección caleidoscópica de personajes, desde los que llevan la típica ‘cola de cerdo’ de los piratas chinos hasta la empolvada peluca del almirante James Norrington.

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